Un Mundo Diferente. [JEON.JK.] #SRMDJ

—HeeRa. —habló el Rey rompiendo el silencio, la mencionada levantó la vista de su desayuno—. ¿Podrías llevarme al banco?

Ella no dijo nada, solo asintió y continuó comiendo. Cuando terminaron de comer, el escolta se apresuró a recoger los platos. La princesa le insistió a la pelirroja que ellos se quedarían en casa, pues le dolían los pies por haber caminado tanto el día anterior.

—¿Estarán bien? No me siento segura dejándolos en casa.

—Unni, veremos la televisión mientras no están.

—NamJoon, te confío a mi hermana, que no le pase nada porque si no yo-

—Oppa, estaré bien, vayan con cuidado y regresen sanos.

—Rey Jeon, andando. —dijo la pelirroja.

Durante todo el camino no dijeron una palabra. Al llegar al banco el Rey no pudo obtener una tarjeta sin su ID por lo que la pelirroja tuvo que cobrar el cheque con su tarjeta, el joven Rey no podía estar más feliz con aquella noticia.

Lo próximo que hicieron fue buscar una casa, el Rey le dijo que visitaría la República de Corea con más frecuencia para “comenzar a hacer algunos cambios el Reino de Corea”. La casa que él quería era bastante privada y tenía un campo grandísimo, el cual le recordaba al prado del Reino. Compró algunos caballos que llegarían mañana y también todo el inmueble de la casa, claro, la pelirroja lo ayudó en todo ya que él no sabía cómo funcionaba las cosas, aún le faltaba aprender muchísimo.

Habían acabado de ordenar todo a planas 5 de la tarde, la pelirroja estaba exhausta, solo faltaba pintar las habitaciones y colocar los muebles de estas, equipar los baños y la cocina. Ellos habían almorzado comida que pidió la pelirroja y ahora se encontraban en el salón que era la única parte de la casa que estaba equipado.

—Para mantener todo esto necesitarás empleados.

Dijo la muchacha viendo todo el salón ya amueblado, era bastante bonito y amplio, el Rey estaba sentado en un sillón con forma de L color negro bebiendo un poco de vino.

—Has hecho un gran trabajo —la felicitó y ella hizo una reverencia en broma, los dos rieron y ella tomó asiento— ¿Quieres trabajar para mí? —le sirvió vino en una copa bastante elegante ante sus ojos, se la entregó—. Te pagaré bien.

—Podría pensármelo señor Jeon.

—Señor Jeon, me gusta —sonrió. Bebió de su copa—. Hicimos un buen equipo hoy. —dijo él mirando el fuego artificial.

—He notado que has mejorado tu relación con la princesa, me alegro muchísimo. —lo felicitó. Era algo que quería decirle desde el otro mundo.

—Desde que El Rey falleció me concentré tanto en mis deberes como Rey que descuidé a mi hermana... y a mi madre. Sentí tanto dolor cuando dos meses después mamá murió que me metí en mis deberes completamente para intentar aliviar el dolor, pero no me di cuenta de que la princesa sufría también. Todos querían a mi padre y él fue tan bueno siendo Rey tenía miedo de no ser igual que él, tenía miedo de defraudar al pueblo, pero-

—Pero has sido un gran Rey.

—No —la miró—, aún debo aprender a mantener en equilibrio mis labores como Rey y mi familia. Tendré que hacer un nuevo horario. —bebió de su copa.

—Me alegro de que te hayas dado cuenta de eso. —se miraron y ella miró al frente para darle un sorbo a su vino—. En cuanto vi a tu hermana me pareció tan frágil.

—Siempre la mantuve a salvo, pero no por mis propias manos, no quería estar en contacto directo con ella, por eso me mantuve encerrado. Cada vez que la veía me recordaba tanto a mamá que yo-

El sonido del teléfono de la pelirroja lo interrumpió, ella se disculpó y contestó, era la princesa.

—¿Sí? —contestó—. ¡¿Un incendio?! —el Rey se puso de pie—. Oh Dios mío, ya voy para allá. Hubo un incendio en mi casa, Dios ¿cómo es esto posible?

Salieron de la casa y ella miró a todos lados.

—Joder, estamos en medio de la nada ¡Aahh! —gritó.

—Llama a un takchi.

—Se dice taxi y tardará en llegar.

—Te llevaría a caballo pero llegarán mañana. —ella puso los ojos en blanco y se volvió para verlo.

—Aquí no puedes andar a caballo, es la ciudad, debes mantener un bajo perfil porque no tienes documentos ¿entiendes? —entonces unas luces alumbraron—. ¿Mmhh? ¡Oh! ¡Un autobús!

—¿Un qué? —no le dió tiempo a nada cuando la pelirroja lo agarró por el antebrazo y lo arrastró hacia el autobús que había parado un poco más allá de donde estaban, ella le hizo reverencia al conductor y tras pagarle con la tarjeta de autobuses pasaron al interior de este que tenía todos los asientos llenos y habían algunas personas en el pasillo.

La chica le indicó al Rey que las barandas eran para sostenerse y él levantó su brazo, la pelirroja casi grita al ver una mancha de sangre es su mano, rápidamente miró el brazo del Rey cubierto por la tela de su polo el cuál estaba manchado de sangre, ambos se miraron y él le sonrió.

Unos minutos más tarde el autobús se comenzó a llenar de personas y la pelirroja era empujada por los pasajeros por lo que el Rey al notarlo esperó a que el autobús se detuviese y la colocó frente a él en un espacio y la hizo rodearlo con sus brazos, él volvió a agarrarse de la barandilla con su brazo sano y con el otro la abrazó para que ella no se cayese.

HeeRa le correspondió el abrazo cuando el autobús se puso en marcha y colocó su perfil en el pecho del Rey donde escuchó como su corazón latía tan alocado como el suyo. El autobús los dejo un poco lejos de la casa de la pelirroja pero prefirieron caminar un rato ya que el Rey le insistió.

—Estas sangrando ¿te duele? —él la miró sonriendo y negó.

—Le he dicho que tengo una herida que duele más. —sacó su mano de su bolsillo y la llevó a su pecho, la chica bufó.

—Te curare esta herida —señaló la del brazo y el Rey se puso frente a ella deteniendo su paso.

—Pero ésta me duele más. —presionó su pecho—. ¿Por qué no me aceptas? ¿No te parezco guapo? ¿Es eso?

—Ash, no digas tonterías. —intentó apartarlo pero era como una muralla.

—Eres como el fuego. —la miró y ella a él—. No entiendo cómo una sola pequeña llama causa tanto daño. —ella le pegó en el hombro y lo miró mal.

—¡Oye! Yo no soy pequeña, simplemente tu... tú eres muy alto.

—Oh Dios mío. —dramatizó sosteniendo su corazón—. Cada vez que te enojas siento que me vuelvo a enamorar.

—No digas eso. —le pegó esta vez apartando la mirada pues se había sonrojado. El Rey se acercó y tomó el mentón de ella haciéndola mirarlo.

—Eres tan hermosa. —su dedo pulgar acarició la barbilla de la muchacha.

Se miraron fijamente, ella comenzó a sentir como algo dentro de su panza comenzó a cosquillear y al mirar sus labios sintió un pinchazo en su corazón, como un impulso por querer sentir aquella parte de su cuerpo y cuando lo miró a los ojos recordó la primera vez que lo vió, tan elegante con aquel atuendo y con el ceño fruncido mirándola analizándola.

—Creo que... —su corazón latió fuertemente dentro de su pecho como si la estuviese mandando a callar. El Rey parpadeo y se alejó.

—Lo siento —se disculpó—, no quise incomodarte, solo estaba aprendiéndome cuidadosamente tus razgos. Nunca había visto esas pequeñas manchitas —se excusó. Ella se tocó las mejillas.

—Se llaman pecas y no creo que todos los coreanos las tengan. —comenzaron a caminar—. Tú tienes lunares muy bonitos, me gustan mucho. —se miraron.

—Al menos algo de mí te gusta. —murmuró y ella lo tomó del brazo deteniéndolo.

—No murmures ¿qué dijiste?

—Nada. —dijo simple y continuó caminando.

—¡Oye! ¡Detente ahí mismo!

Él no le hizo caso, en vez de eso comenzó a correr.

—¡No es por ahí! —rió al verlo tomar un camino que no era.

──────────────────🏰

Al llegar a la casa vieron todo normal hasta que llegaron a la cocina. A la pelirroja casi le da algo cuando vió su cocina un poco quemada, miró a los “culpables”

—Unni yo fui la c- —intentó decir la princesa.

—No es cierto, fue mi culpa. —intervino el escolta.

—Santo cielo. —la chica se sentó en una silla y se llevó las manos a la cabeza.

—Unni, el señor Han nos ayudó, uso un institor y apagó el fuego con una cosa blanca ssshhhh... —hizo el sonido—, me dijo que todo estaba bien cuando le expliqué que sin querer yo-

—Fui yo.

—...el escolta Kim estaba cocinando y de repente echó algo y el fuego subió muy alto. Todo fue porque yo tenía mucha hambre.

—Debieron pedir algo, yo les mostré cómo. —dijo ella con paciencia.

—Lo hicimos, pero..

—No teníamos dinero. Dijiste que no debíamos darle a nadie las joyas-

—Y no pueden —se puso de pie—, aquí hay personas malas, si se enteran de que ustedes no son de este mundo nada bueno sucederá, por eso deben volver. Aquí deben tener documentos que los identifiquen porque sino pueden ir a la cárcel.

—¿Cárcel?

—Sí, prisión, mazmorras. Cómo le digan ustedes. —la princesa tembló. Ella se volvió al Rey—. Por eso el dinero está en mi tarjeta, por eso todo lo que compraste es bajo mi nombre, no pueden tener propiedades aquí si no tienen una identificación.

—Entiendo. —le restó importancia a todo aquello—. Tengo hambre vayamos a comer, la comida de aquí es muy deliciosa. —sonrió.

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