En esta versión, mí primera historia, "La herencia de la abuela", se explica desde los ojos de Max, explicando algunos interrogantes inconclusos
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capitulo 17: "La cena”
Max estaba allí sentado en el desayunador delante de comida que su esposa había organizado para esperarlo, sin saber con qué accionar proceder.
-¿Cómo te ha ido?- pregunto ella.
-Bien.- respondió él mientras la observaba comer, pero sin probar bocado de la suya.
Al parecer, su esposa se percató de esto, porque lo miro, luego a su plato, con su tenedor pincho un pedacito de carne del plato de Max y se lo llevó a la boca.
-Mm.- esbozo -Asesina aún no soy, Max.- dijo y él no pudo evitar una sonrisa, claro que no pensaba eso, solo que no sabía que hacer -Como te decía, el trabajo está un poco más tranquilo...- intento continuar.
-¿Qué haces?- la interrumpió su esposo.
-Nada, estoy comiendo lo que, preparo mí hermana m, a decir verdad.- respondió.
-No, no... ¿Qué haces?- la interrumpió otra vez.
-Te extraño, Max.- confesó -Creí que todo estaba bien, pero cuando te fuiste... Y la verdad es que no se que hacer porque te extraño...- dejo de hablar porque Max la tomo de la mano y la llevo hacia él.
-¿De verdad me has extrañado?- pregunto en un susurro y la beso. Ella rodeó el cuello con sus brazos, muy a gusto, Max recorría con su mano la espalda de esposa a quien se le comenzó a acelerar la respiración, se estaba poniendo intenso, hasta que él se separó -Sí, es verdad.- continuo con una sonrisa y tono pícaro.
Camila lo miro y volvió a besarlo, estaban muy apasionados, hasta que el celular de Max sonó, luego de un buen rato y al ver qué él del otro lado no desistiria, decidió atender. Ella le beso la mejilla y se fue a su cuarto.
Era Esteban, quien quería hablarle de algunas cosas.
-Te di tiempo para la sorpresa de tu esposa, pero tenemos que hablar de ciertos números del contrato...- dijo el hombre.
-No, es que he ido a casa de mí madre... ¿Sorpresa? ¿Que sorpresa?- pregunto él.
-Hace como una semana pregunto cuando regresaras porque quería sorprenderte...-
-¿De veras?- pregunto él -Cualquier asunto puede esperar. Adiós Esteban.- se apresuró en decir y corto.
Se dirigió hasta el cuarto, en donde vio a su esposa distraída, acomodando un montón de ropa y llevarlo desde la cama hasta un sillón. La observo con intensidad, ¡Cómo le gustaba esa mujer!.
Camino hacia ella, quien estaba de espaldas, le corrió su largo cabello hacia un lado con delicadeza y le beso el cuello. Noto como Camí se sorprendió y cada músculo de su cuerpo se tensó.
Lentamente, se dio vuelta hacia él y se puso en pinturas de pie para besarlo.
Max la tomo entre sus brazos y la levanto, Camí rodeo su cuerpo con las piernas, así la llevo hasta la cama, en donde se sentó con ella, sin dejar de besarla.
Se pararon nuevamente, para, con suavidad, poder quitarle el vestido y ella la remera a él.
La recostó en la cama sin dejar de besarla. Entre caricias le quitó la ropa interior, acariciaba su espalda, mientras ella tomó poder sobre él, le gustaba lo que hacía, aparentemente se sentía más confiada y eso lo excitaba. Recordó la vez que le acaricio la cicatriz y quiso repetir el accionar, recorrió la línea que venía desde la cintura hasta la parte superior detrás de la rodilla, pero parece que está vez, su esposa, se llenó de vergüenza, dejo de moverse sobre él... ¿Qué ocurría?. Para nada quería hacer que sienta mal, no veía desperfecto en ella.
-Eres tan perfecta para mí, no cambiaría nada de ti... Yo te amo.- confesó.
Ella lo miro por un momento conmovida, luego sonrió y lo volvió a besar, para continuar con su entrega, con mucha más seguridad y mucha más pasión.
Al cabo de un rato, ya una vez extinto en fuego, estaba los dos, agitados, tirados en la cama desnudos y abrazados. Ella apoyaba su cabeza en su pecho, mientras él acariciaba su cabello.
-Max...- lo llamo Camí y su esposo la miro -¿Cómo lo hice?... Es decir... Trate de mejorar y estar a la altura...-
Max sonrió, le causó gracia que su esposa quería estar a su altura, cómo si él fuese el mejor de los amantes, cómo se notaba que nunca estuvo con otro, río él.
-No te preocupes, amor mío, estuviste perfecta.- respondió y ella sonrió.
Se quedaron un momento más viendo a la nada, hasta...
-Max...- repitió Camí.
-¿Que, mí amor?- pregunto de nuevo él.
Camí se enderezó un poco para verlo a la cara.
-¿Por qué te fuiste la otra vez?- pregunto su esposa y él se sentó bien en la cama viéndola, algo que ella también copia.
-Porque... Me sentí inseguro…-respondió.
-¿inseguro? ¿Inseguro de qué?- pregunto ella confundida.
-Pensé en... En qué te estaba convirtiendo en algo que no eres... Eres tan pura, tan dulce...-
-Ay Max, no es tan asi...- quiso decir ella, pero él apoyó su mano en la mejilla.
-Si, mí amor. Eres todo eso... también pensé en qué... Y si yo te estaba obligando a hacer esto, en que tal vez pensabas... En mí hermano cuando estaba conmigo.-
-¿Qué?- pregunto ella sin comprender.
-Te he dicho que estaba lleno de inseguridad...-
-Max, quiero está ahora...- dijo ella -Lo de tu hermano fue... No sé que fue. Tal vez en su momento me deje encandilar con él, pero... yo te amo a ti, ni puedo decir desde cuándo, pero soy solo tuya.-
-Yo te amo desde el momento en que te vi...- confesó él.
-¿De veras?- se sorprendió ella.
-Cuando entraste por primera vez en la casa de mí abuela con tu overol de jeans y tu camisa a cuadros rojos desprendida y no olvido tus gafas y cola de Caballo...-
Camí Sonrió muy conmovida. Por lo visto no podía creer el amor que su esposo le procesaba.
-Nunca me dijiste nada...- le dijo.
-Tenía miedo a que me rechaces...-
-Jamas podría rechazarte, amor mío...- dijo Camila y lo beso. Max la recostó para volver a amarla.