"Fantaseo Con Esas Curvas" es una novela que narra la historia de un hombre que, a pesar de los estereotipos y las normas sociales, se enamora perdidamente de una mujer con sobrepeso. Alejandro, un joven exitoso y atractivo, ha pasado toda su vida rodeado de mujeres delgadas y "perfectas" según los cánones de belleza establecidos. Sin embargo, un día conoce a Sofía, una mujer con curvas generosas que cautiva su corazón desde el primer momento. A medida que su relación avanza, Alejandro debe enfrentarse a sus propios prejuicios y a la presión de su entorno, que no entiende cómo puede estar enamorado de alguien que no encaja con los ideales de belleza tradicionales. Sofía, por su parte, lucha por aceptarse a sí misma y superar sus inseguridades, mientras descubre que el amor verdadero puede encontrarse en los lugares más inesperados.
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Capitulo 20
Alejandro
Al ver la pantalla del teléfono, me sorprendo al ver que se trata de una llamada de mi jefe, Ernesto. Con un nudo en la garganta, respondo la llamada, temiendo lo peor.
-¿Hola, Ernesto? -digo, tratando de mantener la calma.
-¡Alejandro, mi muchacho! -exclama Ernesto, con su característico tono amistoso-. ¿Cómo estás?
Suelto un suspiro de alivio, pero la inquietud aún no se ha disipado por completo.
-Bien, Ernesto, bien -respondo, preguntándome el motivo de su llamada-. ¿Ocurre algo?
-Bueno, la verdad es que te llamaba para saber cómo has estado -dice Ernesto, su voz adquiriendo un tono más serio-. Hace días que no te veo por la oficina y quería asegurarme de que todo esté bien.
Trago saliva, sintiendo cómo la preocupación comienza a apoderarse de mí.
-Ah, sí, bueno, es que he estado... ocupado con algunos asuntos personales -explico, sin entrar en detalles.
Ernesto guarda silencio por un momento, y puedo imaginar la expresión pensativa en su rostro.
-Alejandro, hijo, ¿hay algo que quieras compartir conmigo? -pregunta, su voz impregnada de una preocupación genuina-. Sabes que puedes confiar en mí.
Siento cómo mi corazón comienza a latir con más fuerza. ¿Acaso Ernesto también ha escuchado los rumores sobre mi relación con Sofía?
-Bueno, la verdad es que... -vacilo, sin saber muy bien cómo abordar el tema-. Estoy saliendo con alguien.
Escucho cómo Ernesto suelta una carcajada al otro lado de la línea, y me siento ligeramente aliviado.
-¡Eso es maravilloso, Alejandro! -exclama, con genuina emoción-. Hacía tiempo que no te veía tan feliz. ¿Quién es la afortunada?
Respiro hondo, preparándome mentalmente para la reacción de Ernesto.
-Se llama Sofía -respondo, con un tono de voz que refleja mi determinación-. Y es la mujer más increíble que he conocido.
Ernesto guarda silencio por unos instantes, y temo que su reacción vaya a ser similar a la de Marcos.
-Sofía, ¿eh? -dice, finalmente, su voz adquiriendo un tono más reflexivo-. Bueno, me alegro mucho por ti, Alejandro. Si esa mujer te hace feliz, entonces no veo ningún problema.
Siento cómo una oleada de alivio me recorre el cuerpo, y una sonrisa se dibuja en mi rostro.
-Gracias, Ernesto -respondo, sintiendo cómo la emoción embarga mis palabras-. Sofía es... es todo para mí, y no sabes cuánto significa para mí tu apoyo.
-¡Claro, hijo! -exclama Ernesto, con su habitual tono jovial-. ¿Sabes? Siempre he creído que el amor es algo hermoso, sin importar las apariencias. Lo que cuenta es la conexión y la felicidad que ustedes puedan compartir.
Siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas de gratitud, y me maldigo a mí mismo por haber dudado de la reacción de Ernesto.
-Eres un hombre muy sabio, Ernesto -digo, con la voz entrecortada-. Y te agradezco profundamente tus palabras.
-No tienes nada que agradecer, Alejandro -responde Ernesto, con una calidez que me llega al alma-. Ahora, dime, ¿cuándo tendremos la oportunidad de conocer a esa maravillosa mujer?
Suelto una carcajada, sintiéndome más ligero y feliz de lo que he estado en mucho tiempo.
-Tan pronto como puedan, Ernesto -respondo, con una sonrisa radiante-. Estoy seguro de que Sofía estará encantada de conocerte.
Nos despedimos con la promesa de organizar una cena pronto, y cuelgo el teléfono con una sensación de alivio y gratitud que me llena el pecho.
Cuando regreso al salón, Sofía me mira con una expresión de inquietud y expectación.
-¿Todo bien, mi amor? -pregunta, tomando mi mano con suavidad.
Me acerco a ella y la envuelvo en un cálido abrazo, sintiendo cómo mi corazón se llena de una dicha que parece irradiar hacia ella.
-Todo está perfecto, Sofía -respondo, depositando un suave beso en su frente-. Era Ernesto, mi jefe, y se ha mostrado encantado con nuestra relación.
Veo cómo el alivio y la alegría se reflejan en el rostro de Sofía, y no puedo evitar que una sonrisa se dibuje en mis labios.
-¡Eso es maravilloso, Alejandro! -exclama, apretando mi mano con emoción-. Me alegro tanto de que tu jefe sea una persona abierta y comprensiva.
-Sí, mi amor -respondo, acariciando suavemente su mejilla-. Ernesto es un hombre excepcional, y me ha dejado claro que lo que importa es nuestra felicidad, sin importar las apariencias.
Sofía me mira con una expresión llena de adoración, y me acerco para depositar un beso cálido y profundo en sus labios.
-Te amo, Alejandro -susurra, acariciando suavemente mi rostro-. Y no sabes cuánto me alegra saber que contamos con el apoyo de personas como Ernesto.
-Yo también te amo, Sofía -respondo, sintiendo cómo mi corazón late desbocado-. Y te prometo que juntos enfrentaremos cualquier obstáculo que se nos presente.
Nos fundimos en un abrazo cálido y reconfortante, dejándonos envolver por la serenidad y la tranquilidad que nos rodea. Siento cómo mi alma se llena de una paz y una satisfacción que parecen trascender lo físico, y sé que, mientras tenga a Sofía a mi lado, nada podrá detenerme.
Los días siguientes, nuestra rutina se ve enriquecida por la visita de Ernesto y su esposa, quienes llegan a nuestro hogar con una actitud cálida y acogedora que me llena de gratitud.
Desde el primer momento, Sofía y Ernesto parecen conectar de una manera que me deja sorprendido. Charlan animadamente sobre sus vidas, sus sueños y sus experiencias, y puedo ver cómo la confianza y la complicidad van creciendo entre ellos.
En un momento dado, Ernesto se acerca a mí y coloca una mano en mi hombro, mirándome con una expresión llena de orgullo y aprobación.
-Alejandro, hijo, déjame decirte que has encontrado a una mujer verdaderamente especial -dice, con una sonrisa radiante.
Mientras ellos sean felices, los demás les resbale.