Sombras Del Poder

**Capítulo 8: El Primer Golpe**

La mañana amaneció con una calma engañosa sobre la ciudad. Pero, tras esa fachada de tranquilidad, las fuerzas se movían en silencio, preparándose para el inminente choque. Mario Santoro había esperado pacientemente en las sombras, y ahora, el momento de actuar había llegado.

Desde su guarida, Mario observaba la ciudad a través de una ventana, su mente enfocada en el plan meticulosamente elaborado. A su lado, Elena acariciaba suavemente su vientre abultado, una mezcla de preocupación y confianza en sus ojos.

—Hoy comenzamos, Elena —dijo Mario en voz baja—. Hoy damos el primer golpe.

Elena asintió, sabiendo que el futuro de su familia dependía del éxito de Mario.

Mario se giró hacia uno de sus hombres de confianza, Luca, un veterano en las guerras de la mafia, y le dio la orden.

—Luca, asegúrate de que todo esté listo. No podemos permitirnos fallos.

Luca asintió con determinación y salió de la habitación, dejando a Mario y Elena solos por un momento.

—Cuídate, Mario —dijo Elena, con voz suave pero firme—. No olvides que te necesitamos.

Mario la abrazó con fuerza.

—Lo sé, Elena. Prometo que volveré a salvo.

Mientras tanto, en la mansión Santoro, Valeria y Antonio también sentían la tensión en el aire. Antonio había desplegado sus hombres estratégicamente, preparándose para el ataque que sabían que era inevitable. Valeria, aunque preocupada, se mantenía firme y resoluta.

—Estamos listos —dijo Antonio, mirando a Valeria—. No importa lo que ocurra, lucharemos juntos.

Valeria asintió, sus ojos llenos de determinación.

—Mario no sabe con quién se enfrenta. Estamos preparados para cualquier cosa.

La primera señal de la tormenta llegó con el estruendo de motores. Varios vehículos se acercaban a la mansión, sus faros cortando la penumbra del amanecer. Los hombres de Mario, liderados por Luca, tomaron posiciones alrededor de la propiedad, listos para iniciar el asalto.

El primer disparo rompió el silencio de la mañana, seguido rápidamente por una ráfaga de balas. Los hombres de Antonio respondieron al fuego, y la mansión se transformó en un campo de batalla. Las ventanas estallaron en pedazos y los muros se llenaron de impactos de bala.

Antonio se movía con agilidad, dirigiendo a sus hombres mientras intercambiaba disparos con los atacantes. Valeria, armada y lista, defendía una de las entradas, su mirada fija y decidida.

—¡No dejéis que entren! —gritó Antonio, su voz resonando por encima del caos.

Desde su posición segura, Mario observaba el desarrollo del ataque a través de un monitor. Luca estaba ejecutando el plan a la perfección, pero Mario sabía que esto era solo el comienzo. Su objetivo principal aún estaba dentro de la mansión, y no descansaría hasta enfrentarse a Valeria y Antonio cara a cara.

En medio del tiroteo, Valeria y Antonio se encontraron brevemente, intercambiando una mirada de confianza y apoyo.

—Vamos a sacarlos de aquí —dijo Valeria, con una determinación feroz.

Antonio asintió, apretando su arma.

—Juntos.

El ataque continuó con ferocidad, ambos lados luchando con todo lo que tenían. Los hombres de Mario eran numerosos y bien entrenados, pero los de Antonio, motivados por la necesidad de defender su hogar y sus vidas, luchaban con una tenacidad implacable.

El tiempo parecía estirarse mientras la batalla continuaba, cada minuto cargado de peligro y decisiones cruciales. Finalmente, un momento de tregua llegó cuando los atacantes de Mario se retiraron momentáneamente, reagrupándose fuera de la mansión.

Antonio y Valeria aprovecharon la pausa para reorganizar a sus hombres y reforzar sus defensas. Sabían que el próximo asalto sería aún más feroz.

En su escondite, Mario recibió el informe de Luca.

—Estamos avanzando, pero la resistencia es fuerte. Necesitamos más hombres para el próximo asalto.

Mario asintió, su mente calculando los próximos movimientos.

—Envíales refuerzos. Esto aún no ha terminado.

Mientras tanto, Elena, desde su refugio seguro, rezaba por la seguridad de Mario y el éxito de su misión. Sabía que cada paso que daba Mario era por ellos, por su familia, y confiaba en que su amor y determinación lo guiarían a través de la oscuridad.

La ciudad, ajena al conflicto que se desarrollaba en su interior, continuaba con su ritmo habitual. Pero para aquellos atrapados en el campo de batalla, cada momento era una lucha por la supervivencia y el destino de sus seres queridos.

El primer golpe había sido dado, pero la guerra estaba lejos de terminar. Mario, Valeria y Antonio estaban inmersos en una danza mortal, y el desenlace aún estaba por decidirse. La batalla por el poder, la venganza y el amor continuaría, y solo los más fuertes y determinados prevalecerían.