La vida nunca es lo que parece, vivimos en un mundo de apariencias, donde lo único que importa es el que dirán, viví por mucho tiempo de las apariencias, hasta que tuve que enfrentarme a la cruda realidad, en ese momento entendí que una debe vivir para ser feliz y no para ser feliz a los demás y mucho menos a un hombre, esta es mi historia y espero que no me juzgues por lo que hice.
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Capitulo XXI Buscan destruirla
— Me gustaría que vinieras a mi casa. — pidió Enzo con temor al rechazo.
— Pero es muy tarde y quiero descansar. — respondió Catalina sinceramente.
— Solo será por unos minutos, quiero que conozcas más de mí. — explico Enzo con calma.
— Está bien te acompaño, pero no por mucho tiempo. — acepto Catalina nerviosa, ella no era tonta y sabía lo que Enzo buscaba, ella simplemente quería saber que tanto podía confiar en él.
Enzo puso en marcha su auto y llevo a Catalina hasta su casa, al llegar Catalina quedó asombrada con aquella casa, era enorme para que viviera una sola persona.
— Bienvenida a mi humilde hogar. — dijo Enzo con poca modestia.
— Esto no tiene nada de humilde, es demasiado para una sola persona. — contesto Catalina sin mala intención.
— Te gustaría algo de beber o comer?. — pregunto Enzo caminando a la cocina.
— Si me gustaría comer algo ligero, y es que en la gala no probé nada. — contesto Catalina honestamente.
— Entonces te preparo algo rápido. — dijo Enzo buscando en la cocina.
— No creo que seas del tipo que cocina. — se burló Catalina.
— Realmente solo sé preparar sándwich, te gustaría uno?. — pregunto Enzo alardeando de su habilidad de preparar un sándwich.
— Ja, ja, ja eres muy divertido, mejor yo te ayudo, vas a terminar cortándote con ese cuchillo. — siguió burlándose Catalina.
Catalina se acercó a Enzo y con mucha delicadeza preparo dos sándwiches uno para ella y el otro para él, tomaron algo de jugo y con eso al menos calmaron un poco el hambre, después Enzo llevo a Catalina a conocer la casa.
— Es muy bonita tu casa. — comento Catalina.
— Gracias, cuando quieras puedes venir. — respondió Enzo sinceramente.
Continuaron su recorrido hasta que llegaron a la habitación de Enzo.
— Está es mi habitación. — indico Enzo abriendo la puerta.
Catalina entró por curiosidad, ella se sentía tranquila, ya que hasta el momento Enzo no había tratado de intentar nada.
— Espero te guste. — comento Enzo.
— Se parece mucho a ti, sombría y fría ja, ja, ja. — dijo Catalina en broma.
— Un día te enseñaré lo frío que soy. — comento Enzo seductoramente.
Catalina se tensó ante la actitud de Enzo, ella había tocado una fibra muy delgada y había encendido una llama en el hombre, Enzo se acercó a Catalina y le dio un suave beso en los labios, beso que fue correspondido por ella.
— No sé qué me hiciste mujer, me tienes como idiota. — comento Enzo.
— Yo no te hice nada, tú solo te metiste en esto. — respondió Catalina sonriendo.
— No sabes lo que deseo hacerte mía, pero no quiero que pienses que solo busco eso de ti. — explico Enzo con voz ronca.
— Aún no estoy preparada para dar ese paso, dame un poco más de tiempo. — respondió Catalina temblando en los brazos de Enzo.
— Por qué estás temblando, acaso tienes frío?. — pregunto Enzo preocupado.
— No, esto que siento es parte de esa historia que te contaré algún día. — respondió Catalina abrazando fuertemente a Enzo.
— Vamos te llevo a tu casa. — dijo Enzo conteniendo sus deseos.
— Está bien, vamos.
Enzo llevo a Catalina a su casa, la acompañó a la puerta donde la volvió a besar y acarició su suave piel.
— Desde hoy eres solo mía. — comento Enzo seguro de sus sentimientos por Catalina.
— Y tú solo mío, así que ve diciéndole a tus amiguitas. — exigió Catalina haciendo pucheros.
Enzo la volvió a besar, pero esta vez fue un beso más apasionado e intenso.
Después de unos minutos Enzo volvió a su casa donde estaba pensando en Catalina y en sus sentimientos por ella.
Los días siguieron pasando y la relación entre Enzo y Catalina se hacía cada vez más sólida, esos dos eran inseparables y aunque aún no habían compartido intimidad ellos se complementaban en todos los sentidos, Catalina aún no le había dicho a Isabel sobre su relación con su jefe, ella quería esperar a tener algo formal, no quería que la niña se ilusionara y luego nada pasaba, tres meses había pasado y Catalina no sabía nada de Isadora y Daniel esos dos seguramente estaban preparando algo contra ella, así que Catalina decidió investigar en que andaban, contacto con algunos de sus excompañeros de trabajo y solo uno le dijo que se cuidara que esos dos estaban trabajando con personas muy poderosas para destruirla, obviamente Catalina era muy buena en lo que hacía y siempre cubría sus huellas, los trabajos que había hecho anteriormente ninguno llevaban más que la firma de Astra.
— Cenamos está noche?. — pregunto Enzo seductoramente al oído de Catalina.
— Me encantaría cenar con usted señor. — respondió Catalina igual de seductora que Enzo.
— Entonces al salir de aquí nos vamos a mi casa. — dijo Enzo seriamente.
— Umm será una cena privada. — comento Catalina sabiendo que ya no podía seguir dándole largas al asunto, su cuerpo le pedía a gritos las caricias de Enzo.
— Ansió que llegue la noche. — respondió Enzo excitado.
— Espere señor, acaso me está acosando?. — pregunto Catalina jugando con Enzo.
— Y si digo que si, me acusará de acoso?. — respondió Enzo con otra pregunta.
— Depende!. — respondió Catalina.
— Depende de qué?. — respondió Enzo arqueando una ceja.
— Ya lo sabra. — respondió Catalina dejando a Enzo solo para que siguiera trabajando.
Enzo solo negó con la cabeza y se echó a reír, Catalina era una mujer de muchas sorpresas, él estaba seguro de que debajo de esa mujer fría y sombría había toda una fiera y esa era la mujer que quería conocer.
La hora de la salida llegó, Catalina llamo a casa a decir que no la esperarán, que llegaría tarde por cuestiones de trabajo, después le cobraría a Enzo el tiempo que ella no estaba pasando con su hija.
— Estás lista?. — pregunto Enzo saliendo de su oficina.
— Si, solo agarró mis cosas y nos vamos. — respondió Catalina poniéndose en pie.
— Hasta mañana Margarita. — se despidió Enzo de su secretaria.
— Hasta mañana Margarita, descansa. — se despidió Catalina dándole un abrazo a su amiga.
— Entonces que quiere comer señorita Hamburgo?. — pregunto Enzo por molestar.
— Quiero comida china, será que la pedimos a domicilio?. — respondió Catalina sería.
Enzo se estaba riendo de la seriedad de su acompañante, quien los viera pensaría que estaban hablando de trabajo.