Valien Daher, la heroína del imperio, rechaza firmemente el compromiso con el príncipe heredero. ¿Por qué? Porque ella es una reencarnada, ella sabe que su prometido la traicionará y eso la llevará a la muerte sin importar lo que ella hizo por su imperio.
Decidida a cambiar ese destino, Valien pide un compromiso, pero no con el príncipe heredero. Ella elige al archiduque Carl Pott, un hombre mayor y misterioso. ¿Podrá cambiar su destino siendo la esposa del archiduque?
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Dueña y señora
Carl no sabía que hacer, así que solo se fue a otra habitación y cuando se había cambiado de ropa, bajó a la cocina para que prepararan algo de cenar para su esposa, también reunió a todos los empleados y les dijo quién era realmente Valien, sobre el poder que tendría en la mansión y que debían respetarla. Después de eso, se encerró en su estudio y no pudo concentrarse.
Cuando la cena estuvo lista, la llevaron a la habitación de Carl.
—Excelencia, le traemos la cena, por favor abra— pedía una de las sirvientas.
Valien ya estaba algo adormilada después de llorar un poco, entonces cómo pudo se levantó y abrió la puerta.
—Pasen, pueden dejar la comida donde haya espacio. Además quisiera pedir que suban mis maletas aquí y también que cambien la sábanas de la cama, quiero dormir en un lugar limpio— realmente no le importaba que la vieran en el estado que estaba, la única opinión que podría aceptar era la de su esposo y ahora quizás nunca más le haría caso.
Las sirvientas hicieron lo que se les pidió y cuando todo estuvo listo, Valien regresó la charola de comida, claro que ya estaba vacía, pues nunca fue de dejarse caer por algo tan vano como lo que había sucedido con el archiduque, aunque esto no lo dejaría pasar fácilmente. Tomando en cuenta como eran las relaciones del lugar donde había crecido en su antigua vida, para ella esto no era nada, sin embargo no se lo pensaba dejar tan fácil a Carl.
Volvió a cerrar la puerta con seguro y se acostó para poder descansar, después de todo, había sido un día muy cansado. Cerró los ojos y en poco tiempo se quedó dormida.
Por otro lado, en su estudio se encontraba un Carl que solo daba vueltas en el sofá, no podía conciliar el sueño y de su mente no salía el rostro hermoso de Valien, aquella chica atrevida y valiente que había sido lastimada con sus palabras.
—Carajo, ¿por qué tuve que decirle eso?— se daba golpes de pecho, al recordar lo que había hecho.
Un nuevo día llegó y Valien se despertó sonriente, ya que tenía el pensamiento que cada cosa vivida en un día se quedaba ahí y debía seguir con su vida, al menos sobre las cosas que ella hacía.
—Buenos días, ¿está listo el desayuno?— preguntó, ya estando en la cocina, ya que Kiara le había informado sobre cada lugar en la mansión y así no tendría ningún problema y no le estaría pidiendo ayuda a nadie más.
—Aún no excelencia, estará listo en un momento más, si gusta cuando esté listo, le avisaremos— contestó la cocinera principal.
—Bien, iré a correr un rato y más tarde vendré, no es necesario que me busquen— así se despidió y salió rumbo a un gran jardín que había visto desde la noche anterior.
Estuvo corriendo tanto que terminó toda sudada y muy cansada. Cuando volvió solo esperaba poder darse un baño y comer algo, pues desde que había vuelto de la guerra, su pasatiempo favorito, era deleitarse con toda la comida deliciosa que preparaban, ya que en batalla se comía de lo poco que se tuviera al alcance.
Ya era un poco tarde cuando bajó al comedor, pidió que le sirvieran algo de comer y así se hizo.
—¿El archiduque, se fue a algún lugar?— tenía cierta curiosidad, pues no lo había visto en toda la mañana
—No ha salido de su estudio desde anoche, quizás siga trabajando, eso es normal con su excelencia— le informaba el mayordomo.
—Preparen un almuerzo muy bien balanceado, le llevaré algo de comer— les ordenó, pero nadie hizo caso.
—A su excelencia no le gusta que lo molesten cuando está ocupado, creo que no es buena idea— dijo la misma sirvienta que la recibió el día anterior.
—Te pagan para hacer tu trabajo, no para dar opiniones, solo enfócate en obedecer y todo estará bien, yo afrontaré las consecuencias de lo que pueda llegar a suceder— al ver cómo Valien se había molestado, las cocineras hicieron lo que les había dicho, dejando a un lado las palabras de aquella sirvienta metiche.
Cuando el almuerzo estuvo listo, lo llevó directo al estudio de Carl, donde entró sin siquiera tocar, pero su sorpresa fue darse cuenta que no estaba ahí.
—»Kiara, ¿dónde está mi esposo?«— su furia estaba llegando a un límite preocupante
—»Mi señora, su excelencia está en la cabaña donde se encuentra la chica que le había comentado, aquí llegó muy de madrugada.«— respondió.
—«Alguien pura y casta, seguramente te enamoraste de esa mujer, todo tiene un límite archiduque, yo llegaré al mío pronto»— solo dio un golpe en el escritorio del estudio y volvió para devolver la comida.
—Le dije que no le gustaba que lo molestaran— se burlaba de Valien, aquella sirvienta
La rubia solo la ignoró y fue en busca del mayordomo. Necesitaba saber cómo funcionaban las cosas ahí, su deber era ser la dueña y señora de la mansión Pott.
El mayordomo le había entregado todos los documentos de los que se haría cargo, cuentas para administrar la mansión, los pagos para los empleados y también sobre los insumos que se necesitarían para mantener a flote la mansión.
Valien lo entendió todo muy bien y comenzó a trabajar en ello, también buscó a alguien que podría ser su mano derecha para todo el tiempo que estuviera en esa mansión, pues como iban las cosas, sospechaba que tal vez no sería mucho tiempo.
—¿Cómo te llamas?— preguntó a una joven
—Soy Isabel, su excelencia— era tímida, pero según Kiara, era la mejor en su trabajo y sabía todo sobre el manejo de una casa, pues antes ya estuvo casada.
—Mucho gusto, me gustaría que fueras mi mano derecha en la mansión, algo así como mi doncella principal— aún le costaba aprenderse los títulos en una casa.
—Será un placer excelencia, cuente conmigo para lo que necesite—
Después de presentarse y dar un recorrido por toda la mansión, Valien se dedicó a hacer cuentas el resto del día y de su esposo no había noticias todavía, aunque no le preocupaba mucho ya que sabía dónde estaba. El cansancio le terminó pasando factura a la rubia y se quedó dormida sobre los papeles que estaban en el escritorio.
Te felicito por tan placentera obra 😉
me encanta la novela
muy buena trama y los personajes muy buenos