En un mundo lleno de magia, Aarón es un joven que vive en un pequeño pueblo con su familia, el solo desea tener una vida como la de sus padres, encontrar a una mujer a la cual amar y que lo ame y tener una hermosa familia, ya que si bien ellos no son ricos, ni viven en grandes mansiones, tienen lo suficiente para vivir una buena vida y ser felices, pero todos sus planes cambian cuando descubre que él es el portador de un poder antiguo y que sus destino esta entrelazado al de otras tres personas, quienes juntos deberán salvar su mundo del dios Daotan, un dios maligno que solo busca el dolor y la muerte de todos los seres vivos.
En el camino por dominar sus nuevos poderes y comprender su nuevo papel, Aarón descubrirá que el amor no está descartado de su vida y talvez sea ella a quien necesité para poder lograr su destino.
Esta es la primera historia de la tetralogía Los 4 Guerreros de los Elementos
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Capítulo 18
NARRADOR
Tal como lo dijo el rey, al día siguiente de la audiencia se dio a conocer la noticia en todo el reino sobre la fiesta de compromiso entre de la princesa heredera y el gran carnero, la noticia fue acogida con gran júbilo por el pueblo, tanto nobles como plebeyos se alegraron con la noticia, muchos de ellos ya se preguntaban cuando se haría oficial, ya que, hasta el momento el rey solo lo había estado retrasando, pero ahora al fin era oficial.
Pero quienes más se alegraron con la noticia fue Clayton y su familia, puesto que desde hacía unos años habían estado presionando para lograrlo, por el hecho de que ellos pensaban acabar con la familia real, una vez Clayton se casara y así volverse los reyes del reino de la Tierra, y estaban muy confiados en que todos los seguirían ciegamente gracias a la ventaja que les había dado el oráculo.
- Al fin aquel tonto hizo lo que era necesario, ya estaba harto de verle la cara a esos pobretones, solo para que fueran a presionar al rey – le menciona el duque Knox a su esposa e hijo.
- Sí, por el dios Kaayo, era tan repugnante tener que recibirlos en mi casa, como me alegro de que haya acabado – menciona la duquesa con una mueca de disgusto.
- Tienen razón, pero ya no tendremos que recibirlos de nuevo – dice Clayton, mientras hace una mueca idéntica a la de su madre
Para ellos, los plebeyos eran poco más que animales, que solo servían para complacerlos, por lo que odiaban tener que tratar con cordialidad a alguno, pero lamentablemente, para ellos, tenían que hacerlo, ya que mostrar abiertamente su desprecio ante alguno de los líderes plebeyos, podría levantar sospechas sobre los crímenes que ellos realizaban, puesto que la familia Kasar, junto con algunos otros nobles, participaban activamente en la venta de esclavos, hacia el reino del fuego, pues allí la esclavitud estaba permitida y pagaban muy buenos precios por los esclavos extranjeros, de igual manera ellos conservaban a algunas de las personas que secuestraban para su propia diversión, algo que también estaba penado en el reino de la tierra, por lo que eran muy cuidadosos a la hora de realizar sus negocios ilícitos, o al menos eso creían, ya que desde hace un tiempo el rey tiene en su poder varias pruebas de sus delitos, así como el nombre de sus aliados, pero es algo que la familia desconoce.
Así, la familia Kasar celebraba su victoria, si bien aún no estaban del todo contentos con la espera, el compromiso era inminente y después de eso solo era cuestión de adelantar la boda, y así al fin tendrían el lugar que, según ellos, se merecían en la sociedad.
AARON
Una semana, eso fue lo que tardo nuestra mudanza hacia el palacio, y no fue porque tuviéramos muchas cosas, ya que eso no era así, fue simplemente el tiempo que se tardó en preparar el palacio donde nos hospedaremos.
El palacio real es en realidad una pequeña ciudad, con varios palacios más pequeños alrededor del palacio principal, donde vivía el rey, y donde se realizaban los actos más importantes, el siguiente palacio más grande, era el de la reina, pero por el momento estaba vacío, ya que la reina vivía junto al rey, y solo era usado para los eventos relevantes que organizaba la monarca, después le seguía el del príncipe heredero, donde vivía actualmente Ila, y le seguía los de los príncipes y/o princesas, que eran tres en total, estos actualmente estaban vacíos, debidos que los reyes no tuvieron más hijos, y por último estaban los palacios de invitados, que eran un total de 6, algunos más grandes que otros, y estos se asignaban según el rango del visitante, cada uno de los palacios se conectaban entre sí con hermosos jardines y estaban rodeados de grandes murallas que impedían la entrada a cualquier intruso, y ¿Cómo sé todo esto?, fácil, toda la semana el duque y su familia se dedicaron a explicarnos la distribución del palacio, para que así no nos perdiéramos cuando residiéramos allí.
Por petición de mi familia, ocuparíamos uno de los palacios para invitados más pequeños, así que aquí estamos, llegando al que por los próximos 6 meses sería nuestro hogar.
- Sean bienvenidos – nos saluda Ila, quien nos está esperando en la entrada del palacio asignado.
- Gracias – le contesto mi madre, pero antes de que pudiera seguir hablado, Afra salió corriendo hacia la princesa.
- Eres la chica bonita – dice mi hermana mientras llega a su lado, y yo solo puedo sonreír ante las palabras de mi hermanita, el día que vine al palacio, durante nuestro paseo en el jardín, Ila me comento su encuentro con mi hermana, por lo que no se me hizo raro que se conocieran.
- Eres la niña bonita – le contesta ella con una sonrisa.
- Así que tú eres la princesa, me mentiste – le dice mi hermana mientras infla sus mejillas en una muy adorable puchero.
- No te mentí, solo oculté información – le dice Ila, mientras se arrodilla a su lado.
- Es lo mismo – le contesta mi hermana y le saca la lengua.
- Afra, eso fue muy grosero – la riñe mi madre
- No se preocupe, señora Chantal, ella tiene toda la razón – le dice Ila a mi madre y luego vuelve a poner su atención en Afra – lo siento, Afra, es por eso puedes pedirme lo que quieras y si está en mis manos te lo daré, en modo de disculpa por haberte mentido – le dice y mi hermanita empieza a murmurar, algo que hace cuando está pensando.
- Ya sé, quiero que hagas feliz a mi hermano, eso es lo que quiero – le dice y yo solo siento como mi corazón se llena de amor hacia Afra, es la mejor hermana que pudiera desear.
- Eso dalo por hecho – le contesta Ila, quien se incorpora y me sonríe y yo solo puedo sentir como mi corazón se acelera.
Después de eso ya no se dijo mucho más, con ayuda de algunos guardias, bajamos todo del carruaje y nos acomodamos en las habitaciones que habían sido preparadas, poco tiempo después de que nos instalamos, Ila se fue, no sin antes recordarnos que mañana nos reuniríamos con el resto de los duques, para explicarles la situación y así empezar con el plan.
No paso mucho desde que se Ila se fue, cuando llego la servidumbre de la casa, a diferencia de como suele hacerse, nosotros no tendríamos a la servidumbre con nosotros todo el tiempo, sino que ellos solo vendrían a realizar sus deberes y se irían, de esa manera se evitaría que se fugara información sobre nosotros, sobre todo porque mi apariencia y la de mi padre son muy distintivas, por lo que enfrente de otras personas yo usaría una especie de sombrero y mi padre una máscara, así que aquel arreglo nos ayudaba a estar más cómodos.
Al entrar podemos notar como cada una de las trabajadoras nos observan y su cara de desprecio es más que obvia, y sus palabras solo las refuerzan.
- Son solo campesinos, por el dios Kaayo, en serio se espera que les sirvamos, eso es un insulto para nosotras – habla la mujer de mayor edad y quien parece tener mayor rango, ante sus palabras, el resto de las mujeres asienten, todas menos una, quien la enfrenta.
- Pero, es una orden del emperador, y es nuestro deber, un placer, mi nombre es Violeta y estoy a su servicio – dijo aquella chica mientras hacía una reverencia.
- Eres una tonta Violeta, nosotras servimos en el palacio, a altos nobles del reino o extranjeros y no a campesinos – dijo la mujer con desprecio.
- En ese caso lárguense, no las necesitamos, pero siempre tengan en cuenta una cosa, mocosas malcriadas, las apariencias engañan, y aunque campesinos, valemos más que ustedes altaneras que se creen tanto o más que a quienes sirven, y esa actitud las pondrá en la calle tarde o temprano – les dice mi abuela mientras las despide con la mano, y todas ellas se van, menos Violeta – y tu jovencita, serás mi compañía, porque los ingratos de aquí me dejarán sola todo el día – le dice mi abuela a lo que todos nos reímos.
- Si mi señora – le contesta ella con una reverencia.
- Jovencita, llámame Ersa.