Emergiendo de la reencarnación, se encuentra Vivianne, una mujer morena cuya atracción y elegancia esconde la cicatriz de una traición profunda. Sus ojos, cautivadores y expresivos, reflejan la resolución ardiente de desentrañar la maraña de engaños que marcó su pasado.
Ataviada con la elegancia de una dama envenenada por el desengaño, trama su venganza con la gracia de una danza macabra. Cada movimiento suyo es un paso hacia la redención, mientras su atractiva presencia esconde el huracán de emociones en su interior.
En su búsqueda de justicia, el destino le tiende una paradoja: el surgimiento de una pasión desenfrenada entre ella y el mayor enemigo de su ex prometido. La intensidad del amor florece en el terreno fértil de una lucha desenfrenada, donde la línea entre adversarios se desvanece ante la atracción irrefrenable.
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Capítulo 18
Disfrutamos de una tarde dulce en la tienda de postres, deleitándonos con las delicias que cada una prefería. Mientras saboreábamos los postres, nuestras conversaciones se volvían ligeras y llenas de risas, creando recuerdos que contrastaban con la intriga de mi vida secreta.
Después de los postres, decidimos dar un paseo por el bullicioso mercado cercano. El aroma de las especias y el colorido de los puestos nos envolvieron en una atmósfera animada. Isabelle expresó su deseo de visitar la tienda de antigüedades que había visto la última vez.
Al entrar en la tienda, la mirada curiosa de Isabelle se posó en varios objetos. Serene exploraba con interés, pero mi mente estaba en otro lugar. Recordé el momento en que Allen y yo nos encontramos en la tienda días atrás.
Leclair, el dueño de la tienda de antigüedades, estaba presente en el bullicioso mercado. Mientras mis hermanas exploraban cada rincón, decidí acercarme a él. Leclair, con su elegancia característica, me saludó con una reverencia y una sonrisa cálida.
Con una sonrisa respetuosa, me acerqué a Leclair, el dueño de la tienda de antigüedades. Leclair: "Bienvenida de nuevo, señorita. ¿Encontró algo interesante hoy?"
"Por supuesto, Leclair. Sus antigüedades siempre tienen ese toque único." Dije con una sonrisa
Entablé una conversación con Leclair y le comenté sobre hacer unos accesorios como regalo.
"Un regalo, señorita, eso suena encantador. ¿Tiene alguna idea específica en mente?" Dijo con voz tranquila
"Es para alguien , y me gustaría que los accesorios reflejaran la elegancia y la singularidad de esa persona. ¿Podríamos trabajar juntos en un diseño que capture su esencia?" Comenté suavemente
"¡Por supuesto! Será un honor colaborar en este proyecto tan significativo. ¿Tiene alguna idea específica sobre el tipo de piedras o metales que le gustaría incluir?" Expresó curiosamente
"Quisiera algo que simbolice la fortaleza y la eternidad. Tal vez piedras preciosas que representen esos conceptos, y un diseño que destaque la singularidad de la persona. Quiero que los accesorios lleven como símbolos un dragón negro con destellos azules" Comenté
"Un dragón negro con destellos azules, eso suena fascinante, señorita. Será un desafío interesante y estoy emocionado de llevarlo a cabo. ¿Hay algún significado especial detrás del dragón?" Dijo con cierta pizca de alegría
"Sí, el dragón es un símbolo que tiene un significado especial para esa persona. Representa la fuerza, la sabiduría y la conexión con la esencia misma de la vida. Quisiera que cada detalle del diseño refleje esos atributos." Expresé mirando hacia las otras joyas
"Entendido, señorita. Haré mi mejor esfuerzo para capturar la esencia de este dragón en los accesorios. ¿Algún material específico que tenga en mente para los destellos azules?" Argumento
"Quizás zafiros azules podrían ser apropiados. Quisiera que los destellos tengan un brillo intenso pero sutil, algo que capture la magia y la misteriosa elegancia del dragón." Explique pacientemente
"Lo anotaré, y me pondré manos a la obra de inmediato. ¿Desea algún grabado especial o inscripción en los accesorios?" Dijo anotando cada palabra
"Sí, me gustaría que en la parte posterior del collar este su nombre 'Allen De Thorneford '." Dije cautelosamente
Leclair me miró ante la mención de Allen, pero no hizo preguntas. Su expresión permaneció neutral, y continuó trabajando en los detalles de los accesorios sin indagar más en el asunto. Era evidente que guardaba discreción y respeto por los asuntos personales de sus clientes. Mientras discutíamos los ajustes finales, me sentí agradecida por encontrar a alguien tan hábil y discreto para llevar a cabo este encargo especial.
"Entendido, señorita. Trabajaré en un diseño que capture la esencia que busca. ¿Hay algún plazo que deba tener en cuenta?" Comentó
"No hay prisa, Leclair. Prefiero que tome el tiempo necesario para crear algo verdaderamente excepcional. Confío en su talento." Dije buscando a mis hermanas entre la tienda
"Entendido, señorita. Trabajaré en el diseño y le mostraré algunos bocetos para que pueda elegir el que más le guste. ¿Estará disponible para una revisión en unos días?" Expresó mirándome con una sonrisa
"Por supuesto. Gracias, Leclair, por asumir este proyecto con tanto entusiasmo." Dije sincera
"Gracias por su confianza, señorita. Haré todo lo posible para que estos accesorios sean tan especiales como la ocasión que celebran." Dijo
Leclair se inclinó ligeramente y se comprometió a dar lo mejor de sí en la creación de estos accesorios únicos.
Justo después de terminar la conversación con Leclair, mis hermanas aparecieron con varios accesorios que habían comprado. Isabelle llevaba un collar elegante, Serene unos delicados pendientes y, aunque no me interesaban mucho los accesorios en ese momento, no pude evitar sonreír al ver lo felices que estaban.
Después de un intercambio amigable, me despedí de Leclair con una expresión de gratitud. Mis hermanas y yo decidimos dar un paseo más por la ciudad antes de regresar a la mansión.
Mis hermanas decidieron comprar comida o postres, mientras yo decidí ir al carruaje, ya que había caminado mucho. Mientras me dirigía al carruaje, choqué con alguien, un hombre que iba acompañado de dos pequeños niños. Deduje que el niño mayor tendría alrededor de 8 años, y el más pequeño unos 5 años. Miré al hombre y recordé quién era: era un Barón. Su rostro mostraba cierta sorpresa por el choque, pero rápidamente se disculpó, y yo hice lo mismo.
El Barón se llamaba Erick Ashton, un hombre de estatura bastante alta con cabellos oscuros y ojos avellana. Vestía con elegancia, indicando su posición noble. Los dos niños que lo acompañaban eran su hijo mayor, Thomas, de 8 años, con cabellos castaños y una expresión curiosa, y su hijo menor, Oliver, de 5 años, de cabellos rubios y ojos llenos de inocencia.
El barón, tras la trágica pérdida de su esposa hace cuatro años, se encontraba al cuidado de sus dos pequeños niños, quienes representaban los vínculos más preciados que le quedaba.
Sabía quién era perfectamente, porque muchas veces escuché rumores sobre él.
Antes de morir a manos de Luke, una tragedia se cernió sobre la familia Ashton era una tragedia inmensa. La muerte cruel de Oliver dejó una profunda herida en el corazón del barón Erick Ashton y su hijo primogénito Thomas. Consideré que podría ser una oportunidad para tenderles una mano, forjando una alianza que no solo beneficiara al barón sino que también pudiera aportar algo de consuelo en sus vidas devastadas. La idea de convertir al barón en un aliado estratégico empezó a cobrar más fuerza en mi mente.
Decidí que el barón Ashton podría ser un valioso aliado. Recordando mi vida pasada, conocía las tierras fértiles que poseía, las minas de metales preciosos y sus diversas propiedades. Sin embargo, también recordaba cómo todo aquello se había deteriorado. Era evidente que le faltaban aliados para apoyarlo en las dificultades que enfrentaba. Ayudarle podría ser beneficioso para ambos, así que decidí añadirlo a mi lista de posibles aliados.
El encuentro con el barón fue breve. Después de despedirnos, continué mi camino hacia el carruaje. Una vez que mis hermanas se unieron, el carruaje emprendió su marcha, llevándonos de regreso a casa.
Mientras el vehículo nos llevaba de vuelta a la mansión, mi mente divagaba entre la aparente ligereza del día.
El paisaje pintaba una escena de tranquilidad mientras Serene descansaba en el regazo de Isabelle, exhausta por la jornada. Decidí seguir su ejemplo y cerrar los ojos, permitiendo que mi cabeza reposara en el hombro de Isabelle. La sensación era reconfortante, rodeada por el suave vaivén del carruaje mientras avanzábamos hacia nuestro hogar.
Isabelle nos despertó suavemente después de llegar a la mansión. Cada una se encaminó hacia su habitación, visiblemente cansadas por la jornada. El bullicio de la ciudad y las emociones del día se disolvían lentamente en la calma de la mansión, preparándonos para un merecido descanso.
Las habilidosas manos de las sirvientas realizaron la rutina nocturna, despojándome de las prendas del día. Una vez finalizado, me acomodé entre las suaves cobijas, sumergiéndome en un profundo sueño que me transportó lejos de los planes.
