El Guerrero De La Tierra

NARRADOR

Arlo oyó los cascos de unos caballos acercándose, y supuso que su madre, había conseguido su cometido, y aquellos caballeros que vio llegar su hija, ya se encontraban aquí, por lo que se dio la vuelta para recibirlos, y al ver la cara de asombro muchos de estos caballeros al verlo, supuso que se parecía más a su padre de lo que pensaba, algo que le causo un poco de rabia, pero decidió dejarlo de lado, ya que se había prometido así mismo no darle mucha importancia.

Por su parte Jorge no podía creer lo que sus ojos veían, ante él estaba un hombre muy parecido al duque Knox, es más, cualquier persona podría confundirlos con facilidad si solo les diera un vistazo rápido, pero ya viéndolo con mayor detenimiento pudo notar grandes diferencia entre ambos, ya que a pesar de compartir rasgos característicos, como su cabello rubio, sus ojos color miel, y su piel clara, la persona frente a él tenía una piel más bronceada, debido, seguramente, al arduo trabajo en el campo, de igual manera algunos de sus rasgos eran mucho más suaves que los del duque Knox, seguramente herencia de su madre, pero el cambio más significativo entre ambos era su mirada, mientras que duque Knox siempre lucía una mirada llena de superioridad y malicia, la mirada del hombre frente a él era firme, pero a la vez amable y amorosa, sobre todo cuando miraba a la señora Ersa.

- Es un placer para nosotros recibirlos en casa – los saluda Arlo haciendo una reverencia.

- El placer es nuestro – le contestó Jorge.

- Señor … - comenzó a hablar Pedro, pero se detuvo al no saber el nombre del hombre frente a él.

- Arlo, mi nombre es Arlo.

- Disculpe, señor Arlo, si no le causa molestia, podría decirme, ¿Cuál es su edad? – le pregunta Pedro.

- Por supuesto, hace unos tres meses cumplí 40 – le contesta Arlo, y aunque la pregunta le pareció extraña al principio, no tuvo que pensar mucho para saber la razón de esta.

Por su parte, Jorge pudo darse cuenta de que la señora Ersa, les estaba diciendo la verdad, ya que dentro de 2 meses se festejarían los 40 años del dique Knox, en una gran celebración, lo que confirmaba que el señor Arlo era mayor, y por ende el primogénito y el padre del gran Carnero.

- Señor Arlo, estoy seguro de que sospechara la razón por la que estamos aquí, el jefe Igor nos comentó que el gran Carnero fue quien los salvó y la señora Ersa respalda esa historia, así que le pedimos verlo – le dice Jorge.

- Por supuesto, pasen.

Como en la casa del jefe de la aldea, solo Jorge y Pablo entraron a la casa, y al entrar sintieron un golpe de energía, pero lejos de ser incómodo, la energía era cálida y parecía estar llena de vida.

Arlo los guio por la pequeña casa hasta la habitación donde aún yacía inconsciente su hijo.

- Amor, ¿es verdad lo que dice Afra? – le pregunta Chantal, quien al ver a los hombres detrás de su esposo,  despejo sus dudas - Es un placer tenerlos en nuestro humilde hogar, mi nombre es Chantal y soy la esposa de Arlo – se presenta Chantal, al tiempo que se hace un lado para que los visitantes pudieran ver a su hijo

Jorge y Pablo quedaron mudos al ver al joven que se encontraba acostado en la cama, se notaba que era muy parecido a su padre, aunque sea en los rasgos de su rostro, pero su cabello, castaño oscuro y su piel, morena, eran herencia de su madre, quien era una belleza, solo no podían saber si sus ojos eran color miel como los de su padre o chocolate como los de su madre, pero lo que más llamo su atención fue la hermosa cornamenta que ahora adornaba su cabeza, que lo distinguía como el gran Carnero.

- ¿Por qué está inconsciente? – preguntó Pedro, quien estaba eufórico al tener ante él a esta leyenda.

- Por el uso excesivo de magia, al no haber usado magia antes, la gran cantidad de energía mágica que uso para salvarnos de aquellos bandidos le causo un leve agotamiento mágico, pero está bien, si mis cálculos son correctos deberá despertar entre hoy en la noche o mañana en la mañana – les explica Ersa quien había entrado en ese momento.

- ¿Cómo que no había usado magia antes?, alguien con semejante poder debió entrenar desde joven – dice Jorge, quien no entiende la decisión de la familia de dejar a su hijo en aquel lugar en vez de llevarlo a la ciudad para que entrenara su poder mágico, de haberlo hecho tal vez hubieran descubierto que él era el gran Carnero desde antes.

- Porque Aaron no tenía poder mágico – contestó Chantal.

- ¿De qué habla? – preguntó Pedro.

- Cuando el templo vino hace unos años e hizo la prueba a los jóvenes del pueblo, Aarón demostró no tener nada de magia, según nos explicaron, se debía a que su poder era muy débil y por ende se desarrollaría cuando fuera mayor, siendo este muy mínimo – explica Arlo.

- ¿Están seguros de eso? – pregunta Jorge, quien no puede dar crédito, parece que el dios Kaayo se esforzó mucho en esconder a sus elegidos, ya que desde siempre se creyó que los grandes magos nacerían con gran poder, pero al parecer no es así, y esto es algo que deberá de hacérseles saber a todo los reinos, porque seguramente, como ellos, han estado preparando a la persona equivocada.

- Sí, y si nuestra palabra no es suficiente, estamos dispuestos a ir al templo, según he oído, ellos guardan registro de todos los niños, por lo que el de Aaron debe de estar allí – les dice Chantal muy segura.

- No es necesario, creo en su palabra – les dice Jorge.

- Gracias – contesta la pareja al unísono.

- Bueno estoy segura de que ustedes tienen muchas preguntas, así que las contestaré, Chantal hija, ve a buscar a Afra, aún tiene encargos que hacer, una vez la encamines, vuelve aquí y cuida de mi nieto, Aaron tú ve por más leña, así como verduras, y si te es posible trae algo de carne, el número de personas a las que alimentar ha crecido -  les dice Ersa a los que la pareja asiente y se va a hacer lo que Ersa les ha ordenado.

- Pedro, junta un grupo de 6 hombres y que ayuden al señor Arlo, luego vuelve – le ordena Jorge, a lo que Pedro asiente y se va detrás de la pareja.

Pocos minutos después, Ersa se encuentra reunida con los dos jóvenes, y antes de que ambos chicos siquiera puedan decir algo, Ersa comienza a contarles la misma historia que le había contado a su yerno días atrás.

- Me gustaría decir que estoy sorprendido, pero no, esa familia está más que podrida y esto solo lo confirma aún más – dice Jorge.

Pero ahora comprende mejor la profecía del oráculo, cuando esta fue hecha, el señor Arlo ya había nacido, lo que significa que está siempre hablo de él y nunca de Knox.