Después de una larga y feliz amistad llega un penoso y accidentado matrimonio para terminar en un frío y amargo divorcio
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Atentado
Massimiliano entro a su auto, estuvo pensando en las palabras de Caroline.
No sabía que los padres de Isabella estuvieran tan buen enterados de su vida matrimonial.
Su teléfono sonó y se colocó el auricular.
— Diga
— Hola, estamos esperando Emiliano y yo ¿ estás por llegar? – sonó la voz melosa de Eloísa.
— Le dije a Lorenzo que te informará que tardaré en llegar.
— Oh, está bien, llevaré a Emiliano a dar un paseo mientras esperamos, ya sabes los niños pequeños no tienen mucha paciencia.
La voz de Eloísa sonaba dulce y comprensiva pero para los oídos de Massimiliano era irritante.
— Si, haz eso – Massimiliano terminó la llamada y llamo de nuevo a Lorenzo.
— Señor, dígame.
— Te dije que le avisarás a Eloísa que tardaría en llegar.
—Lo hice, pero ella estaba muy descontenta conmigo, dijo que le estaba mintiendo y me terminó la llamada sin que pudiera decir mucho.
— Lorenzo, eres mi amigo y asistente pero no quiero juegos, no estoy de humor, Eloísa es incapaz de ser grosera contigo.
El auto de Massimiliano salió del territorio de la villa, rápidamente se incorporo a la carretera principal de regreso a la Ciudad.
Isabella no salía de su cabeza, le era imposible pensar en que ella se alejará de él, ella lo amaba demasiado, no lo abandonaría así de fácil, sin duda ella volvería rogando regresar a su lado, suplicando por una segunda oportunidad.
Massimiliano se tranquilizó teniendo esa idea en mente, una sonrisa apareció en su rostro, sabía que él era el único amor de Isabella y que sin él ella se sentiría muerta por dentro.
Pronto llegó al registro civil, un abogado ya lo esperaba, Eloísa tenía mala cara pero en cuanto vio a Massimiliano acercarse su semblante cambio.
— Massimiliano, que bueno que ya llegaste – dijo con emoción desbordante.
— Papá, papá – dijo el niño mientras de acercaba a Massimiliano que solo esbozo una sonrisa a modo de saludo.
— Bien ¿qué hay que hacer? – pregunto al abogado.
— Todo está preparado, puede firmar el reconocimiento de paternidad de inmediato y se tramitarán los nuevos documentos de identidad de su hijo.
El abogado se acercó a Massimiliano y le dijo en voz baja, para que solamente él pudiera escucharlo.
— ¿Está seguro que no quiere hacer la prueba de paternidad antes? este proceso se puede hacer en cualquier momento, no hay que apresurarnos.
— No, no quiero, es como dudar del amor de Eloísa, ella siempre fue fiel a mí, así que no tengo dudas de mi paternidad.
La repuesta no fue bien recibida por el abogado pero el solo es otro más de los empleados de Massimiliano y no tiene porque cuestionar sus órdenes.
Aún en susurros el abogado le dijo de nuevo
— Señor, ¿la señora Isabella ya sabe de esto? puede afectar su relación con ella si toma decisiones sin consultarla.
— Ella estará bien, sea cual sea mi decisión ella es mi esposa y estará de acuerdo conmigo – respondió de manera confiada.
— Pero señor, todo el mundo sabe que ustedes tienen problemas maritales, esto será un duro golpe para ella.
— Te dije que no te tienes que preocupar por nada ella es mi esposa y estará bien – respondió con arrogancia.
Massimiliano sabía que su decisión lastimaría a Isabella, pero quería sacar un poco de su furia contenida contra ella firmando de inmediato los documentos de paternidad.
Estaba seguro que estás noticias rápidamente se propagarian y que Isabella saldría de su escondite para hacer algún tipo de reclamo.
Massimiliano sonrio con malicia al imaginar lo conmocionada que estaría al enfrentarlo, o tal vez se portaría aún más afectuosa y sumisa pensando en hacer cualquier cosa para permanecer a su lado como esposa devota.
Cuando todo estuvo listo Massimiliano firmó los documentos sin una pizca de duda, el niño ahora era su hijo legalmente.
Eloísa era la más feliz, ya sentía que Isabella pronto sería abandonada y todo lo que le pertenecía regresaría a sus manos.
El poder y prestigio de ser la mujer de Massimiliano Rinaldi, las propiedades, dinero y poder pronto estaría en sus manos, ya podía saborear el dulce sabor del triunfo.
— Tengo trabajo, me voy a la oficina.
— Massimiliano, debes de asignar una cantidad de dinero por manutención a tu hijo, además de que se deben de establecer las visitas – se apresuró a decir Eloísa.
— Ve todo eso con mi abogado, no tengo tiempo ahora mismo.
Massimiliano puso su mano en la cabeza del niño y alboroto su cabello suave.
— Nos vemos en algunos días, tengo trabajo que he dejado acumularse, Lorenzo se pondrá en contacto con tu mamá cuando podamos volver a vernos.
El niño le sonrió a Massimiliano y asintió a sus palabras.
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En las noticias de la tarde, se escuchaba la noticia impresionantemente trágica.
“ El vuelo 626 de Air France con destino Italia, cayó desplomado por un ataque terrorista, los cuerpos de salvamento ya están en el lugar, hasta el momento no se tiene información de la víctimas, al parecer no hay sobrevivientes”
Los medios de comunicación dejaron de lado noticias locales para dar lugar al trágico acontecimiento.
“ La aerolínea ha salido a dar el pésame a los familiares de las víctimas, la lista de pasajeros se hará pública en cuestión de horas”
“ Aún no se encuentran sobrevivientes”
“ La caja negra que contiene la información del atentado se sigue buscando entre los escombros"
“ El cuerpo Terrorista del Oriente de Europa a enviado comunicados a todos los medios electrónicos y escritos donde se adjudican el atentado”
“ Cientos de familias están exigiendo se publique rápidamente la lista de pasajeros"
“ Entrevista a un socorrista
—Es algo horrible, hay cuerpos desechos por todas partes– dijo llorando – lo peor que he visto en toda mi vida – agrego"
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Massimiliano escuchó la conmoción en la empresa, en la sala de espera de cada departamento había grandes pantallas con la finalidad de entreter a los visitantes. Los programas se interrumpieron para informar en cadena nacional sobre el acontecimiento.
Massimiliano vio y escucho las noticias, pero tenía muchas cosas en qué pensar, con respecto a la expansión de la empresa, así que no presto atención.
El regreso de Eloísa le había robado tiempo laboral, el "berrinche" de Isabella había perturbado su paz mental, pero saber que tenía un hijo lo hacía sentir mejor.
— Uff, que complicadas son las mujeres – dijo para si mismo mientras cerraba los ojos y se reclinaba en si sillón de piel – ¿Dónde te escondiste Isabella?
Mientras se exprimia la cabeza intentando descifrar lo que estaba pensando Isabella cuando abandonó la casa, sonó el teléfono, presionó el botón para responder.
— Dime
— Señor lo busca un abogado, dice que es el representante de la señora Isabella.
— Hazlo pasar.
Massimiliano se acomodo la corbata que había soltado un poco para estar más cómodo.
La puerta se abrió y un hombre entro, de inmediato se acercó al escritorio y extendió la mano para saludar a Massimiliano.