EL PESO DEL AMOR #EllaMayorQueÉl

#ELLA

Homero huyó como cobarde, me preocupe en ocuparme de mí padre que yacía en la vereda, de repente apareció Esteban que no entendía lo que pasaba.

-¿Qué sucedió? Indagó angustiado.

-Llevemoslo al doctor. Le digo con la voz rota.

-Tengo mí auto. Me señaló. Corrió a traerlo ante la casa.

Esteban con una habilidad lo levanto, le abrí la puerta del auto y lo recostó en la parte de atrás, me senté sosteniendo la cabeza de mí padre.

Me ayudó a trasladarlo a emergencias, ahí le hicieron diferentes pruebas, el desmayo que sufrió no fue solo por el golpe que recibió, nuestra reacción de llevarlo sin esperar a llamar alguna ambulancia, lo salvó, había tenido un pico de presión, recién ahí me enteré de su estado de salud, mí padre jamás hablo de ello, nos lo ocultaba, siempre parecía tan enérgico, saludable, pero la edad no viene sola, tenía sobrepeso, eso le provocaba muchos problemas de salud, debía cambiar su estilo de vida, descansar más, comer de manera saludable, pero debido a su oficio eso era imposible.

Esperábamos que despierte, Esteban me acompaño todo el tiempo, me ayudó con los trámites, con las órdenes de la obra social y cubrir los gatos de internación. Nunca imaginé tener que hacer tanto papeleo para presentar en su trabajo, debe ser que por eso mí padre no se limitaba a ocuparse de hacer las respectivas licencias por salud.

Dormite próxima a él, mitad sentada, mitad recostada en el borde de la cama sujetando su mano. Mí hermana al regresar de su curso me trajo ropa para nuestro padre y para mí.

Había estado tres días y dos noches esperando que se despierte.

-Ese maldito se respaldo nuevamente con su abogado, no le pueden hacer nada. Me cuenta Beth, referente a Homero, a quien denuncie por lo sucedido.

-Solo lo hice para que sepa que no me quedaría tranquila, aunque sabía que usarían cualquier artilugio para no pagar por lo que hizo. Le respondí a Beth somnolienta.

-No te preocupes, tengo otros métodos. Escuché a mí padre decir.

Las dos nos abalanzamos sobre él, nos alegraba que despierte.

-Papito despertaste. Le dice Beth entre lágrimas, ella como siempre no puede evitar llorar por él, le quedó ese miedo de perderlo, después de lo que pasamos con mamá.

-Cuidado no me aplastes. Le dijo mí padre a Beth.

-Voy a llamar al doctor. Le anuncio ocultando mí emoción de que despertó, quiero aparentar fuerte ante él.

Al salir al pasillo veo a Esteban que permanecía sentado en uno de los bancos de espera.

-¿Cómo está? Me pregunta preocupado.

-Acaba de despertar. Voy a buscar al doctor. Le respondí.

Él me acompaña para localizar al doctor que lo encontramos hablando con alguien.

-DOCTOR. Lo llame, al salir delante de la persona a quien hablaba, era Celso.

-ELLA. Me saludo.

-CELSO. Le dije.

-SI, DIME ELLA. Me dice el doctor.

-Mi padre. Le digo señalando.

-SIGA CON ESE MEDICAMENTO, LO VERE EN LA PROXIMA. Le dijo a Celso despidiendolo.

-ELLA, SUPE LO DE TU PADRE, SI NECESITAS ALGO...

Me decía Celso.

-NO GRACIAS, MENOS SI AUN SE QUE ERES AMIGO DE HOMERO. Le digo sería.

-No, ya no me veo con él, desde que descubrí que siguen viéndose con Norali. Se ve que al final, decidieron estar juntos. Me dice con pena.

-ENTONCES SE QUEDO CON LA NADA QUE VER. Le digo al recordar esa frase que me decía Homero cada vez que indagaba al tener mis sospechas.

Veo que Celso sonríe sarcástico y asiente apenas.

Suspiré al verlo marchar y sigo al doctor. No entendía la actitud de Homero, no dejaba de molestarme y a la vez estaba con esa.

Llego a la puerta del cuarto y espero afuera junto a mí hermana y a Esteban que el doctor termine de examinar a mí padre.

-Debo irme. Me dice Esteban.

-Si, no te preocupes, nos ayudaste mucho estos días, gracias. Le digo agradeciendo por todo lo que hizo para facilitarnos los trámites.

-No dejes de avisarme, si necesitas algo, solo dime. Me dice al despedirme.

-Ya bésense. Escuchó que dice Beth, por lo bajo, al presenciar cómo nos despedimos, se ve que se nos notaba las ganas que teníamos de estar en contacto.

Esteban me da un tierno beso en la mejilla y me abraza, se despide de Beth que solo le pasa la mano.

-Desde cuando andan los dos. Me consulta Beth.

-¿De qué hablas? Le pregunto.

-No me quieras engañar, la manera en que lo miras y él a vos. Observa Beth.

-Ideas tuyas. Le digo.

-Ella, soy yo, a mí no me puedes engañar. Entiendo que te dé pena por la edad, pero cuando hay amor, eso es lo de menos. Me dice Beth.

-Ya no digas, y menos ante nuestro padre, ni se te ocurra. Le digo sería.

-Bien, bien, entiendo. No se te puede decir nada. Pero deja que te diga esto último, si yo me di cuenta, imagina nuestro padre, debe estar mejor informado. Me dice Beth.

Si antes estaba nerviosa, ahora peor, preferí no pensar en ello, tenía otras cosas en que preocuparme, como recuperar a mis bebés de Homero, no me gustaba la idea que esa tal Norali les hiciera algo.

-Ya pueden pasar. Nos dice el doctor.

-¿Cómo lo encontró? Le pregunto preocupada.

-Esta lucido, respondió bien a mis preguntas, podrá salir ni bien le haga unas pruebas y tendrá que seguir mis indicaciones si no quiere más sobresaltos. Me dijo el doctor.

Ingresamos al cuarto de mí padre y las dos nos acostamos a cada lado a abrazarlo.

-No nos des más estos sustos. Le dice Beth.

-Me tendrán que aguantar por mucho. Le responde.

-Pa, no eres una carga para decir eso. Le digo aferrada a él.

-¿Dónde está Esteban? Me pregunto.

Eso me sorprendió ni me lo esperaba.

-¿Qué? Le pregunto.

-El doctor me contó de Esteban que ayudó con los trámites, que fue por él que me salvaron o si no no lo contaba. Me comenta mi padre.

-Se tenía que ir. Le dije sin ahondar en detalles.

-Es increíble, siempre está cuando se necesita, es como si estuviera atento, lo que no me explico cómo, si se suponía que estaba en otra ciudad. Reflexiona mí padre.

-Voy a buscar café. No hemos tomado nada aun con Beth. Anuncio para salir de ahí o mí padre me sacaría la ficha en cualquier momento.

Fui a la máquina de cafe, me apoye por ella suspirando pesado, agradecida que mí padre despertó.

Al tener los vasos de café regrese al cuarto.

-Ya invite a Esteban a una cena para agradecerle. Así que ni bien estemos en casa se lo llama. Me comentó que había regresado debido a su madre que cumple años. Había sido que alquila cerca de tu casa y al cruzar vio lo sucedido por lo que ayudo. Me cuenta mí padre.

Me sentí avergonzada, su madre cumplía años y yo sacándole tiempo de estar con ella, al tenerlo ayudándome con mis cosas.

Solo sonreí en respuesta, entregué el café a mí hermana.

Pasaron las horas, le hicieron diferentes pruebas a mí padre y salió bien en todas ellas por lo que le dieron el alta.

Al regresar a casa, él se bañó, me señaló que llame a Esteban y me ocupe de encargar la comida, así no cocinaba, considerando que no había descansado mucho.

📱Hola.

Dije en un jadeo cuando el respondió.

📱Hola.

Respondió en un suspiro.

📱Estás invitado a cenar en casa de mi padre.

Le digo.

📱Si, me lo dijo. No te incómoda.

Me preguntó.

📱No, no me incómoda, me ayudaste mucho y sería una manera de agradecerte.

Le digo.

📱Bien, puedo llevar a mi amigo Gastón, está conmigo.

Me consulta.

📱Si.

Le dije suspirando.

📱La cena se que es un agradecimiento por parte de tu padre, pero espero la tuya.

Al escucharlo los colores se me suben al rostro.

📱Claro, de eso no tengas dudas.

Le respondí sintiéndome atrevida.

En eso recibo otra llamada.

📱Te espero después de las 20. Le dije y corte la llamada, para atender a la otra.

Vi que era un número de línea.

📱Diga, respondí sería.

📱Ella, soy Fer. Escuché la voz de mi exsuegro.

Era una sorpresa, él jamás me llamaba.

📱Diga, ¿Qué se le ofrece?

Le pregunto.

📱Lamento molestarte, pero no logro hacerlos dormir, me dejaron a los dos, la niñera no apareció y mi hijo no se dónde fue.

Me comenta.

📱Ya veo.

Le digo.

📱Se que no te toca la visita, pero puedes venir, esto queda entre los dos. Quiero que sepas que estoy de tu lado, no apruebo lo que hace mi mujer y mi hijo, siempre te aprecie mucho.

Escucho que me dice, me sentí sorprendida, siempre él fue callado, jamás dió ni una conjetura, también viendo como es mi suegra, puedo entender que sea así, y prefiera callar a tener que discutir con ella.

📱De acuerdo.

Le respondí, la verdad quería verlos, los extrañaba a mares y no podía esperar al fin de semana.

Le avisé a mi hermana lo que pasaba y me fui en Uber, hasta llegar a la casa de mi suegros, lo veo paseando con los bebés por la vereda en el cochecito.

-QUE ALIVIO. Expreso al verme.

Tome en brazos a mis bebés, que se me prendieron con sus manitos aferrándose por mi con inmensa ternura.

Mi varón se me baja de los brazos y me arrastra, aferrado a mí dedo, al interior de la casa mostrándome todos los juguetes nuevos que tenía, al igual que mi niña, me cargaron con todos ellos.

-Vamo a casa. Me dijo mi niño.

Me daba sus cosas para ir conmigo.

-Debes quedarte un poco más. Le digo con ternura.

-No, vamos. Me insiste.

Lo alzó y les empiezo a cantar su canción a ambos, mi suegro me señala un sillón donde me siento acurrucandolos en mis brazos. Se ve que les hacía falta ese calor, esa sensación de ternura, porque tenían los juguetes que nunca podría comprarles, pero solo eran cosas, que no reemplazan al calor de un abrazo.

En pocos minutos se durmieron.

-No les falta nada, pero una madre nunca será reemplazada, se que mi hijo no te supo valorar y ahora paga por lo que hizo, se lo ve demacrado, ya no tiene ese brillo que tenía cuando estaba contigo. Me comenta mi suegro.

-No volvere por él. Solo me interesan mis hijos. Le dije.

-Mi esposa siempre se sintió celosa por ti.

-No debería, jamás opacaria su papel de madre. Le aseguro.

-¡¿Qué haces aquí perra?! Escucho a mi suegra que llegó.

-Tranquilizate Ofelia, la llamé, no lograba hacer dormir a los bebés. La niñera jamás llegó y tú te fuiste horas a la peluquería. Le dice mi suegro a su mujer.

-Podias ponerle la música de ese velador en forma de calecita y darle sus peluches. Pero no llamarla, solo le corresponde los fines de semana y con supervisión de un representante de la justicia. Le dice molesta.

-Eso es ridiculo, ella es la madre, jamás atentaría contra sus hijos.

-¿Tu que sabes?

-Por qué se lo que digo. Él único aquí que no merece a los chicos es nuestro hijo. Pero tú con tal de tener a tu bebe de vuelta y que te compre todo lo que se te ocurra, no te importa nada. Y cómo el decía que le importaban sus bebés por eso no dejaba a Ella, lo trajiste aquí con ellos.

-No sabes lo que dices, encerrado leyendo tu periódico jamás te enteras.

-Disculpen, los bebés se durmieron, donde los acuesta. Le consulto a mi exsuegro llamado su atención, me incomodaba con su discusión.

-Permitame. Me dijo tomando a mi varón y me incorporo con mi niña.

Los acostamos en sus camas.

-Los veré el fin de semana. Le dije al despedirme.

Al salir veo que llegaba Homero, me mira sorprendido.

Apresure mi pasó pero me retuvo.

-ESPERA, NO TE VAYAS ASI. LAMENTO LO SUCEDIDO.

-SI FUERA ASI NO TE HABRIAS IDO, ME HABRIAS AYUDADO.

-SOY UN COBARDE, LO RECONOZCO, ME ASUSTE, BEBI, Y NO ESTABA EN MIS CABALES.

-TIENES EXCUSA PARA TODO, A CASO TE INSTRUYE TU ABOGADO.

-NO QUIERO DISCUTIR, ARREGLEMOS NUESTRAS DIFERENCIAS POR EL BIEN DE LOS BEBES.

-JA, DESPUES DE TODO LO QUE ME HAZ HECHO, Y NO SOLO A MI, LASTIMASTE A MI PADRE.

-LO SIENTO, ME EQUIVOQUE, PERO TU RECHAZO ME SACA DE QUICIO.

- OTRA VEZ CULPANDO A OTRO PARA LIBRARTE DE RESPONSABILIDADES.

-¡DEJALA, YO LA LLAME! Salió mi exsuegro.

-TU.

-NO PODIA HACER DORMIR A LOS BEBES, ME DEJARON SOLO, NO SABIA COMO CALMARLOS, POR ESO LA LLAME, NO LA ACUSES DE NADA.

-NO LO SABIA.

-VEN TE LLEVO, ASI NO TE MOLESTA MI HIJO. Me dijo su padre llevándome del brazo a su auto.