En un ducado renacido de las cenizas, Finnian Seraphina se alza como el salvador, ajeno a la sombra que se cierne sobre él. La enigmática Lady Nayana irrumpe en su vida, una exitosa comerciante cuyo ingenio y belleza ocultan un fuego inextinguible: el de Alaia Elowen. Impulsada por la pérdida de su familia a manos de Finnian, Alaia se infiltra en su mundo, usando sus negocios y su intelecto para tejer una red de engaño, mientras Cataleya la celosa amante de Finnian, ve su posición amenazada y se consume en la ira, Finnian se siente extrañamente atraído por Nayana, ajeno a que cada palabra halagadora, cada gesto calculado es un paso más en la implacable "Venganza de Alaia". ¿Logrará su sed de justicia consumirlo todo, o el precio de la venganza será demasiado alto?
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Capítulo 17
Lo sé, si necesita que lo siga ayudando no dude en decírmelo.
- Quisiera su ayuda, pero temo que esto la pondría en peligro.
Nayana se sorprende por la respuesta de Finnian, esperaba otra respuesta quizás que siga solicitando su ayuda, o que la retire por completo del asunto, menos que a el le preocupe que estuviera en peligro era algo que no había previsto.
- Duque, no debe preocuparse por mí, he construido mis negocios en medio de un mundo machista y mi vida sobre la base de sortear peligros. He viajado sola por tierras desconocidas y he enfrentado adversidades. No soy una dama de la corte que se asuste fácilmente. Si mi ayuda puede servir al Ducado y a su justicia, estoy dispuesta a correr el riesgo.
Finnian la observó, y por un instante, Nayana creyó ver un atisbo de algo más allá del cálculo en sus ojos. Un respeto, quizás. O una curiosidad más profunda, se acercó un paso más, la distancia entre ellos se redujo peligrosamente.
- Muy bien, Lady Nayana, su coraje es tan notable como su intelecto. Necesito su ayuda, en sus manos ya se encuentran los libros contables, deberá terminar lo que empezó, y necesito que lo haga con la máxima discreción. Nadie debe sospechar, ni siquiera Cataleya. ¿Puede manejar tal tarea sin ponerse en un peligro aún mayor del que ya percibo?
- Con toda discreción, Duque, le aseguro que no diré nada al respecto, todo lo que encuentre se lo diré de inmediato, considero que no debo volver a este lugar, lady Cataleya ya se siente amenazada con mi presencia, si me ve por aquí de nuevo sus celos serán peligros.
- Lo entiendo, entonces la buscare de forma discreta.
- Es lo mejor Duque, usted no debe cambiar su actitud con lady Cataleya, ella debe sentirse segura aquí, la idea es que no vea venir el golpe, de contrario no sabemos cómo puede reaccionar, incluso debemos descubrir a sus aliados, no creo que un movimiento tan grande lo haya hecho sola.
- Muy bien, entonces, esperaré su informe. Y tenga por seguro que, cuando llegue el momento, la recompensa será tan considerable como el peligro que asume - Nayana hizo una reverencia profunda, su misión ahora más clara y peligrosa que nunca.
- Confío en ello, Duque. Que tenga una excelente noche.
Se retiró del gran salón con Anastasia a su lado, dejando a Finnian solo con sus pensamientos y el peso del informe de Nayana. El Duque se volvió hacia la chimenea, el fuego crepitando. La imagen de Cataleya, su rostro enrojecido por la ira, se superpuso con las cifras erróneas y los desvíos de fondos que Nayana había descubierto. La situación era mucho más grave de lo que había imaginado, y la solución, paradójicamente, había venido de la mujer que Cataleya tanto despreciaba.
Mientras Nayana salía del Ducado, fue agarrada del brazo por sorpresa por Cataleya, la sorpresa fue tal que Nayana apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de ser girada. Era Cataleya, su rostro descompuesto por una mezcla de rabia y desesperación, sus ojos brillando con una locura apenas contenida.
Anastasia, que caminaba un paso detrás, vio el gesto y se lanzó hacia adelante, lista para intervenir y proteger a su ama, pero Nayana la detuvo con un gesto sutil, una mirada rápida y severa que le indicó a Anastasia que se mantuviera al margen. La doncella frenó en seco, su preocupación evidente, pero obedeciendo la orden implícita. Los guardias de Nayana también tensaron sus músculos, pero se quedaron en su lugar, esperando la señal de su Lady.
- ¡Tú! ¡Bruja! ¡¿Qué le dijiste a Finnian?! - siseó Cataleya, su voz baja y rasposa, pero cargada de veneno. Su agarre en el brazo de Nayana era dolorosamente apretado, sus uñas casi clavándose en la tela del vestido, su aliento olía a vino.
- Lady Cataleya, su agarre es rudo. Le sugiero que me suelte, y si Finnian y yo hemos hablado de algo, le aseguro que es un asunto que no le concierne.
- ¡Claro que me concierne! ¡Él es MÍO! ¡Este ducado es MÍO! ¡Y no voy a permitir que una advenediza como tú venga a destruir lo que tanto me ha costado conseguir! - las lágrimas de rabia comenzaban a rodar por sus mejillas, mezclándose con los restos de maquillaje.
Nayana, con una fuerza sorprendente, soltó el agarre de Cataleya, empujándola ligeramente.
- No me compare con usted por favor, yo no necesito meterme en la cama de alguien para que me valoren, no entiendo porque me amenaza de esta manera, si tan segura esta de que el Ducado es suyo.
- ¡Mientes!
- No, de lo contrario ayer me hubiera quedado en esta casa, pero no lo hice, y ahora igual me estoy marchando de este lugar, vine hablar con el Duque sobre negocios, no a saber si le gustaría meterse en la cama conmigo. La diferencia entre ambas es muy grande, yo no me conformaría jamás con ser la amante de alguien, yo merezco mucho más, no me conformaría con tan poco.
Sin darle a Cataleya la oportunidad de replicar, Nayana se giró y continuó su camino, con Anastasia y sus guardias siguiéndola de cerca. Cataleya se quedó en el patio, temblando de rabia y frustración, observando cómo la figura de Nayana se desvanecía en la oscuridad, una sombra elegante que prometía el inicio de su caída.
Finnian que iba saliendo del gran salón ve ingresar a Cataleya tambaleándose, sus pasos vacilantes, el cabello ligeramente desordenado y una mirada de furia y desesperación grabada en el rostro. Antes de acercarse a ella, respira profundamente y se tranquiliza.
- ¿De dónde vienes? – cuestiona Finnian al acercarse a ella, y ayudarla a caminar.
- Tenía que hablar con esa mujer, enfrentarla, porque escúchame bien…, nadie nos puede separar, si eso sucede yo diré como destruiste a la familia del Ducado Elowen y te aseguro que nadie te salvara de la ira de los emperadores.
Finnian detuvo sus pasos. El aire se volvió pesado, y el silencio del gran salón pareció tragar el eco de sus palabras. Cataleya, en su estado de ebriedad y desesperación, había cruzado una línea peligrosa.
- Si eso sucede, tú irías a la horca conmigo – Cataleya se detiene y lo mira fijamente.
- Entonces es mejor que me des el lugar que merezco. Hazme tu Duquesa, Finnian. Asegura mi posición, si me conviertes en tu Duquesa, mi silencio estará garantizado. Será un pacto. ¿O acaso prefieres que el mundo conozca la verdad sobre los Elowen? Debes entender algo, si yo te pierdo, no tengo nada, no me importa morir a tu lado, prefiero eso a ver como pones a otra mujer en el lugar que yo merezco. Solo yo puedo ser la Duquesa de Seraphina, lo entiendes…
Finnian la observó, sus ojos analizando cada detalle de su rostro, cada matiz de su desesperación. La propuesta era un chantaje, pero uno con una lógica perversa. Cataleya, acorralada y humillada, había sacado su arma más peligrosa. En ese momento recordó su charla con Nayana, Cataleya debía sentirse segura.
- Está bien, quieres ser la Duquesa de Seraphina y creo que tienes el potencial para serlo, entonces debes prepararte de forma adecuada – Finnian se acerca a ella, y toma su mano en la cual deposita un beso -, sabes por qué Lady Nayana logro humillarte con tanta facilidad y por qué no tuvo ninguna consecuencia…, porque no estas preparada para asumir el puesto de Duquesa por ahora, no estás pulida, no tienes la astucia necesaria para manejar las intrigas de la corte o las complejidades del ducado. Una Duquesa debe ser impenetrable, una fortaleza, no un torbellino de emociones, pero eso puede cambiar. Si te esfuerzas lo suficiente, si demuestras la madurez y la discreción que requiere la posición, si aprendes a controlar tus pasiones y a ver más allá de tus impulsos... entonces, en un par de meses, serás oficialmente la Duquesa.
- No crees que todo lo que hecho estoy años por ti han sido suficientes para demostrar mi valor…, con tus palabras solo me humillas.
- No es cuestión de humillaciones, Cataleya - continuó Finnian, su voz volviéndose más profunda, más convincente -. Es cuestión de poder. Un Duque necesita una Duquesa que sea su igual, que pueda enfrentarse a las intrigas sin desmoronarse, que pueda proteger nuestros intereses sin exponerlos con arrebatos. Lady Nayana solo fue una prueba, un espejo que te mostró lo que necesitas mejorar, una lección.
- Pero… - es interrumpida.
-No lo entiendes Cataleya, tú eres la dueña de mi corazón, nadie puede reemplazarte, por eso necesito que te esfuerces, que demuestres que eres la Duquesa que Seraphina merece, y cuando ese momento llegue, te aseguro que nadie podrá cuestionar tu posición.