La última bocanada de aire se le escapó a Elena en una exhalación tan vacía como los últimos dos años de su matrimonio. No fue una muerte dramática; fue un apagón silencioso en medio de una carretera nevada, una pausa abrupta en su huida sin rumbo. A sus veinte años, acababa de descubrir la traición de su esposo, el hombre que juró amarla en una iglesia llena de lirios, y la única escapatoria que encontró fue meterse en su viejo auto con una maleta y el corazón roto. Había conducido hasta que el mundo se convirtió en una neblina gris, buscando un lugar donde el eco de la mentira no pudiera alcanzarla. Encontrándose con la nada absoluta viendo su cuerpo inerte en medio de la oscuridad.
¿Qué pasará con Elena? ¿Cuál será su destino? Es momento de empezar a leer y descubrir los designios que le tiene preparado la vida.
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Capitulo XX La consolidación del poder
Cuatro días después de sellar su alianza, la Hacienda Alistair estaba preparada para un evento de caridad de una magnitud inusual. El Doctor Finch ya había cumplido su parte, emitiendo una declaración pública sobre la condición "puramente traumática y temporal" de Elena, desmintiendo cualquier debilidad hereditaria, con esto la salud mental de Elena ya no sería un problema.
El Gran Salón estaba decorado con flores y luces, creando un ambiente de serena grandeza. Elena, vestida con un traje de seda color crema que irradiaba salud y decoro, se movía con la confianza calmada que la Señora Hudson se había esforzado en inculcar.
Ella y Alistair se movían como un frente unificado. Alistair, siempre distante, mantenía su mano cerca de la espalda de Elena, un gesto sutil de posesión protectora que no era habitual en él, y que la corte notó de inmediato.
La Baronesa Valeska llegó tarde, vestida con un traje dramático que buscaba eclipsar a la anfitriona. Estaba furiosa. Su plan de los rumores había sido contrarrestado por un comunicado médico y una demostración de afecto público. Ahora solo le quedaba el ataque directo.
El momento clave del evento llegó cuando Elena, con Alistair a su lado, subió a un estrado para hablar de su proyecto de caridad.
—Mi esposo y yo estamos honrados por su presencia —comenzó Elena, su voz clara y suave, perfecta para el salón—. El Conde Alistair siempre ha sido un pilar de este reino. Y ahora, como su esposa, mi único deseo es proteger su honor y el futuro de nuestra Casa.
Valeska, parada cerca, vio su oportunidad. Levantó su voz, interrumpiendo con un tono azucarado pero firme.
—Querida Condesa, es admirable tu deseo de "proteger" al Conde, pero me temo que el pueblo necesita garantías más sólidas. Se dice que tu linaje es de un origen incierto. ¿Cómo podemos estar seguros de que el futuro heredero del Conde Alistair heredará la fuerza, la salud y la cordura que esta Casa requiere?
El silencio fue inmediato. Las damas se llevaron los abanicos a la boca. Valeska había puesto en duda no solo a Elena, sino la legitimidad y la salud del futuro hijo del Conde.
Alistair no esperó a que Elena respondiera. Dio un paso adelante, posicionándose físicamente entre Elena y Valeska, una barrera de autoridad y furia contenida.
—Baronesa —dijo Alistair, su voz baja y gélida. La gente se estremeció ante la frialdad con que la llamó—, su pregunta es una ofensa directa a mi esposa, a mi Casa y al médico real que certificó su salud. Pero se la responderé.
Alistair se giró y tomó la mano de Elena, alzándola para que toda la corte viera el gesto.
—El linaje de Lady Elena es mi linaje, a partir del día en que se convirtió en mi esposa. Y sobre su "salud y cordura"... no hay mujer más sana y mentalmente estable que mi Condesa. Ella me ha demostrado una fortaleza estratégica que ha salvado a esta Casa de conspiraciones.
Luego, Alistair se dirigió a la multitud, su voz amplificándose con el peso de su autoridad.
—Y para aquellos que dudan de la salud o la fertilidad de mi esposa, les aseguro que la Condesa está en perfecto estado para concebir. Tanto es así que estamos trabajando con diligencia para asegurar la llegada de un heredero sano lo antes posible.
La declaración no fue una simple defensa, fue una reafirmación pública de su intimidad y de su total confianza. El gesto de su mano sosteniendo la de ella, su mirada protectora, todo gritaba que cualquier ataque a Elena era un ataque a él.
Elena, conmovida por la defensa, usó su momento. Se dirigió directamente a Valeska con una sonrisa de victoria.
—Gracias por tu preocupación, Baronesa. Pero como el Conde dice, estamos enfocados en la producción del heredero. Y mientras nos ocupamos de ello, te sugiero que canalices tu interés por la genealogía defectuosa uniéndote a mi nuevo programa de caridad. Es una causa digna de tu... tiempo libre. Elena sonrió victoriosa, mientras que Valeska moría por dentro.
Valeska se quedó petrificada. Había perdido. Alistair la había desmantelado con su autoridad, y Elena la había humillado con su caridad.
Al final del evento, mientras la gente se dispersaba, Alistair llevó a Elena a un rincón apartado.
—Una actuación admirable, Condesa —dijo Alistair, sus ojos grises brillando con una mezcla de respeto y algo más profundo—. Ha defendido la pureza de nuestro linaje con la misma astucia con que defendió nuestra reputación.
Elena sonrió. —Simplemente seguí su regla, Conde. La defensa de la Casa Alistair es mi prioridad.
Él tomó su mano y la besó suavemente, no con la pasión secreta de la noche, sino con la solemnidad pública de un esposo.
—Valeska está derrotada. Pero la corte no la olvidará. A partir de ahora, Elena, somos un solo frente. Si alguien pregunta por su "amnesia", la respuesta es simple: es una bendición que borró el odio y nos dio esta oportunidad.
Elena asintió. Había ganado el respeto, la posición y la pasión de Alistair. Pero el juego apenas comenzaba. Tenía un esposo honorable, un secreto peligroso y una Baronesa furiosa que no se rendiría fácilmente.