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Por Ella...

Por Ella...

Status: Terminada
Genre:Romance / Mujer poderosa / Madre soltera / Completas
Popularitas:366
Nilai: 5
nombre de autor: Tânia Vacario

Ella creyó en el amor, pero fue descartada como si no fuera más que un montón de basura. Laura Moura, a sus 23 años, lleva una vida cercana a la miseria, pero no deja que falte lo básico para su pequeña hija, Maria Eduarda, de 3 años.

Fue mientras regresaba de la discoteca donde trabajaba que encontró a un hombre herido: Rodrigo Medeiros López, un español conocido en Madrid por su crueldad.

Así fue como la vida de Laura cambió por completo…

NovelToon tiene autorización de Tânia Vacario para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 17

El frío pasillo del hospital municipal parecía no tener fin. Rodrigo caminaba con pasos decididos, aunque sentía dolor en la pierna. Sus ojos atentos escudriñaban el ambiente adelante mientras, en su mente, el peso de las últimas horas aún resonaba. Duda estaba internada tras un nuevo desmayo y la posibilidad de un problema cardíaco grave planeaba sobre ella. Laura, afligida, apenas conseguía mantenerse firme al lado de la camilla de la hija, que dormía bajo el efecto de medicamentos.

Doña Zuleide observaba, llena de curiosidad, el caminar incierto de Rodrigo por el pasillo. Desde el momento en que él tomó el control de todo, daba la impresión de que estaba envuelto en un aura poderosa. Ni la médica insolente osó cuestionarlo después de la llamada en el celular.

Ya Rodrigo, no estaba solo preocupado por la salud de la niña, sino también por la seguridad de todos. Probablemente su enemigo sabía dónde estaba ahora.

Carlos Sánchez no era solo su secretario, era su mano derecha, una pieza importante en la organización familia López. Él ya estaba en la ciudad hacía dos días, buscando a Rodrigo.

Con su desaparición, la abuela de Rodrigo, la matriarca de la familia López, aún comandaba con puño de acero a todos los familiares. Y ella jamás dejaría a su nieto menor sin apoyo.

Cerca de 40 minutos después de la llamada, Carlos llegó. Alto, imponente, de expresión seria, él no hacía ceremonias. Con él, dos hombres más de la fuerza de seguridad de la organización López.

Todos en el lugar miraban la escena boquiabiertos. Era algo bastante intimidante.

— Señor López...— llamó, con voz firme.

Rodrigo los recibió de brazos cruzados en medio del pasillo. Bajo las miradas curiosas, los dos intercambiaron una rápida mirada de complicidad y entendimiento.

— Fue rápido. — dijo Rodrigo.

— Ya estaba en Río. Doña María Del Pilar mandó a todos los hombres más experimentados a su búsqueda.— Carlos miró alrededor, atento. — ¿qué está sucediendo?

Carlos sabía que el motivo de su venida a Brasil, era con un único objetivo: cazar a un hombre, un enemigo antiguo marcado para morir. Pero las cosas salieron de su control por primera vez.

Y algo inesperado sucedió, Laura y la pequeña Duda.

Rodrigo hizo señal para que se alejara un poco. Hasta el final del pasillo, donde quedaba una sala de espera vacía. Allá, en pocas palabras, él explicó sobre Duda, sobre la salud frágil de la niña y sobre Laura, la mujer que lo salvó.

— ¿Ella sabe quién usted es?

— No. Es mejor así.— respondió Rodrigo. — Aún no es hora de involucrarla en esto. Pero tomé una decisión y ni mi abuela va a impedírmelo.

Carlos asintió, pero había tensión en su mirada.

— ¿Y el blanco?

— Aún está por ahí. Pero ahora, tengo otra prioridad. Voy a cuidar a esa niña. Ella no puede esperar por exámenes por tanto tiempo, ¿y si es grave? Yo tengo dinero, influencia.

— Carlos se enderezó.

— Entendido. ¿Qué quiere que yo haga ahora?

— Quiero que usted consiga algunos hombres para escoltar y proteger a Laura, a la hija y a la señora que la acompaña. Quiero que ellas lleguen al apartamento en seguridad y así permanezcan. Ellas no saben, pero van a estar protegidas todo el tiempo, quiero que los hombres hagan relevo en turnos, que sean discretos. ¿Entendido?

— Entendido.

Sin más cuestionamientos, Carlos solo oyó las órdenes del jefe que explicó rápidamente la situación.

Rodrigo tenía un plan en mente y ahora que salió de las sombras, nada lo impediría, ni siquiera María del Pilar López, su abuela y matriarca de la familia.

......................

Laura salió del hospital con la hija aún dormida en los brazos y doña Zuleide a su lado. La vecina ya le había contado sobre los "amigos" de Ricardo que vinieron al hospital, pero las palabras de la señora no fueron suficientes para prepararla para lo que vio a continuación...

Cuando llegaron a la acera, se llevó un susto, un carro negro estaba estacionado y, dos hombres de traje oscuro abrieron las puertas para que ellas entraran. Rodrigo apareció luego en aquel momento, caminando al frente y tres hombres de negro que lo seguían, su rostro era impasible.

— ¿Qué es esto?— ella preguntó desconfiada.

— Seguridad. — respondió apenas. — Van a llevarlas a casa. Es mejor así.

— Pero, Rodrigo...

— Confía en mí, Laura. Es solo lo que le pido.

Él no dio oportunidad para que ella hiciera cualquier pregunta. Entró en el otro carro oscuro, con los otros tres hombres que lo acompañaban de cerca y partió con velocidad, dejándolas para atrás.

......................

Aquella noche, Rodrigo volvió con sus hombres para el hotel donde se había hospedado discretamente desde que llegara a Brasil. Era en la cobertura, un cuarto amplio, lujoso, con vista al mar. Allí estaban sus ropas, su pasaporte, documentos y también el celular que había dejado para atrás. Tomó el aparato y desbloqueó la pantalla.

Varias llamadas perdidas, todos mensajes de la abuela. Él respiró hondo.

"No ahora."

Fue hasta el closet, tomó un largo baño, se afeitó, un traje claro y calzó zapatos impecables al mirarse en el espejo, volvió a ver al hombre que siempre fue antes, elegante, frío, determinado. El tiempo de esconderse había acabado.

Al día siguiente, a las ocho en punto, él estaba delante de la puerta del apartamento de Laura.

......................

Laura había pasado la noche en claro. Duda dormía más tranquila, después del susto, la presencia de los guardias de seguridad del lado de afuera aún la dejaba inquieta.

Ella aún estaba asimilando el cambio de Rodrigo. Él era tan simple antes... después se transformó a ojos vistos, colocando a la médica en su debido lugar. Dando órdenes en el teléfono…

Rodrigo López no era un turista cualquiera, eso era un hecho innegable.

Doña Zuleide preparaba el café en la cocina, cuando alguien tocó a la puerta.

Ella abrió, desconfiada. Y casi no reconoció al hombre delante de ella. Rodrigo estaba transformado. Cabellos peinados y alineados, barba bien hecha, perfumado y la camisa blanca perfectamente alineada a los hombros anchos. Él parecía otro. Emanaba poder.

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