La Heredera Exconvicta.

(Mía)

Llegamos al centro de registro.

Finalmente me convertiría en una ciudadana con derechos y obligaciones.

Presenté mi acta de nacimiento, y seguí las indicaciones, todo me pareció fácil, pues en cuestión de 1 hora, Yo ya tenía mí documento que me identificaba y me daba facultad de decidir por mí misma.

Después de terminado ese trámite, nos fuimos a otra instancia, yo no sabía a qué íbamos, pero Valente me pidió hacerlo y Yo a Él, siempre le decía que sí.

Llegamos a la delegación del registro civil, allí había 2 hombres jóvenes que se levantaron a saludar a Valente, luego él se dirigió a una persona que parecía un juez, y fue allí donde caí en cuenta.

Me había propuesto, que yo fuera su dueña con todos los derechos de la ley, y Yo le dije que sí...

Uno de los jóvenes se acercó y le dio una cajita de terciopelo, Valente la abrió, y de inmediato, se dibujo en su rostro la sonrisa mas perfecta y encantadora que jamás vi, volteó a mi y me dijo.

—Mía, ellos son mis dos mejores amigos, Fernando y Jefri, estudiamos juntos y vinieron un par de días, para apoyarme, porque pueden ser nuestros testigos y el hombre que está detrás del escritorio es un juez de familia, ahora quiero preguntarte, quieres casarte conmigo.

Si dices que si, esta boda será en secreto, pero te juro que cuando sea el momento, te haré la fiesta de boda más espectacular y que tú mereces, pero por ahora quiero hacerlo así.

Sé, que si mi Madre se entera, le dará un infarto, pero es por ella que hago esto, para demostrarle de una vez, que no va a gobernarme para siempre.

 ¿Aceptas ser mi esposa?.—Me dijo y Yo encandilada, idiotizada y feliz, le dije que si.

Ese día me convertí en la esposa de Valente Montiel...

Recuerdo muy bien ese día, uno de los amigos de Velente nos entregó los argollas, cuando el juez nos lo indicó, las colocamos en nuestros dedos, yo las ví hermosas.

Pero despues de la ceremonia, Velente me pidió que las usaramos en el cuello, hasta que pudieramos decirles a todos que estabamos casados; saco de su bolsillo unas cadenitas y lo hicimos como el me sugirió, todo era tan raro, pero yo ingenua, no veia nada anormal.

Él, estaba feliz, tenía en su rostro una sonrisa permanente, sus ojos radiantes me miraban con tanta admiración y Yo podía jurar en ese momento, que también me miraban con amor.

En mi mente pasaban un sin fin de pensamientos, me preguntaba, sí mis Padres estaban de acuerdo con lo que estaba haciendo, pensaba en qué si era lo correcto, y en que si el hombre con quien uniría mi vida me amaba, por qué tenía que mantener nuestra boda en secreto, igual como había sido nuestra relación.

De todo eso tenía duda, pero había algo de lo que estaba segura, y era que yo de verdad lo amaba, y me sentía realmente feliz por ser su esposa, estaba feliz de entregarme a Él, de esa manera.

Yo lo amaba tanto, que hubiera dado todo cuanto poseía, sin necesidad que me tendieran la trampa, Yo le hubiera entregado por mi propia voluntad, mi fortuna entera y si el se hubiese dado la oportunidad de conocerme como persona, se habría dado cuenta, de que para mi el dinero no es más que un medio de subsistencia, pero simplemente decidieron acabar conmigo y dejarme hecha pedazos.

La ceremonia fue corta, pero totalmente legal, valente ya lo tenía todo arreglado, el juez era conocido de uno de sus amigos, quien le ayudó a organizar todo.

Después de eso, nos fuimos a un restaurante muy fino, reservado solo para nosotros, allí nos recibieron varias personas del servicio del restaurante, nos llevaron unos bocadillos y una botella de champaña.

Era la primera vez que bebería algo alcoholizado, pero la ocasión lo ameritaba, era mi cumpleaños, era mi boda y era el dia que me entregaria a mi esposo.

La íntima celebración de la boda, fue muy corta, pero fue divertido, los amigos de Valente hicieron amena la mini celebración, brindamos con las copas de champaña, nos reímos, comimos los delisiosos bocadillos, luego de eso, nos fuimos a casa.

Mantuve el secreto de ese matrimonio has ahora, porque ya era bastante frustrante para mi, saber que me habían engañado, que la gente supiera que yo me había casado con un Montiel sería el colmo de la estupidez.

Supongo que se casó conmigo para manejar mi dinero, pero ese día estaba tan ciega, que no le puse atención si nuestra unión fue por bienes separados o en común; lo que sí entiendo es que ese fue su plan de desde el principio, todos se unieron para eso, son unos Malditos pero Yo los haré pagar.

Jugaron con mi inocencia, ahora puedo verlo con claridad, pero en ese momento yo era una ciega sorda y muda.

En un principio, pensé que Valente anularia el matrimonio, pero despues entendí que lo más lógico, pensando en el plan de los Montiel es que yo siga casada con ese Maldito, pues lo que querían era tener derecho legal sobre mi dinero.

Pero si aun sigo siendo su esposa, eso no me impedira hacerlo pagar por todo...

Nunca quice pedir informacion de mi estado civil, porque me averguenza que alguien se entere que soy la esposa estupida.

No quise remover estás cosas, las cuales me causan vergüenza.

Después celebración de la boda secreta, era hora de empezar a prepararme, Eugenia había contratado a un estilista profesional, pero yo al final no quise que me arreglara nadie más que Daniela y a mi Nana, ellas me ayudaron.

Me metí a la tina por media hora, quería que mi piel estuviera tersa, para mi ahora esposo, aunque nadie sabía la tontería que había hecho.

Me puse la ropa interior más sexi y fui a la habitación de mi Madre, busque entre los hermosos vestidos que ella tenía y me puse uno Rojo, realmente era precioso y me quedaba perfecto, mi cuerpo había crecido, ya no era la niña, ahora era una mujer y hasta estaba casada, en secreto pero lo estaba.

También le presté, uno a Dani aunque sabía que le quedaría apretado del busto porque mi amiga aparte de bella, era bien dotada.

Pasaron 3 horas, ya estábamos lista, realmente me veía hermosa, mi cabello recogido, dejaba al descubierto mi cuello y mis hombros, así podía lucir el escote del precioso vestido de mi Madre, perfecto y elegante.

Me asomé por la ventana, y vi demasiada gente, me asombré porque nunca pensé que el evento se sería tan grande.

Había periodistas y reporteros de revistas, y mucha gente de la alta sociedad, a muchos ya los habia visto, en más de una ocasión, en las reuniones sociales de mis Padres, en fin era demasiada gente para mi gusto.

Antes de salir, le pedí a mi Nana que bajara conmigo y con Daniela.

Pero me dijo, que Eugenia le había pedido que se encargará de vigilar a la gente encargada del banquete y que no estarían en la cocina habitual, sino que montarían su propia cocina en una de las casas de la gente de servicio, aledañas a la mansión.

Pero que Daniela si bajaría conmigo.

Lamentablemente, no sabíamos el terror que nos esperaba...