Cuando José Luis conoció a Violeta, no sabía a lo que se dedicaba.
Ella intentó cambiar de vida, pero las circunstancias no la dejaron.
Su vida siempre fue muy dura. El amor, la pasión, el sexo, hicieron presa de ella...
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La muerte de Violeta
Ernesto le devolvió la carta a Roberto.
Es muy triste que haya pasado todo esto, pero en fin, la vida es así y no hay más que aceptarla, dijo Ernesto que se sentía muy mal por el hombre que estaba ahí con él.
Casi maquinalmente Roberto se llevó la carta a los labios unas lágrimas brotaban por sus ojos.
Si cualquier otra persona hubiera leído esta carta nunca se imaginaría jamás que era una mujer galante, Roberto estaba convencido de que ella no se había dedicado a eso por gusto algo tuvo que haberla obligado.
Ella fue para mí algo más que una amiga. Fue mi compañera, consejera una gran amiga. Yo la amé tanto, pero ella nunca quiso andar conmigo ni salirse de esa vida tan miserable.
Se me parte el corazón cuando pienso que ya nunca más la volveré a ver. Ella estuvo esperando por mí y yo la dejé morir. Me siento tan culpable.
No se preocupe, después de todo era de esperarse algo así con la vida licenciosa que llevaba.
Sí, yo lo sé, pero nada me costaba haber estado con ella en su lecho de muerte pero ahora ya no puedo hacer nada más. Daría lo que fuera por volverla a ver aunque sea 5 minutos más, viva.
Bueno, déjela ir. Ella ya está muerta y no va a regresar jamás.
Allí se quedaron esos dos hombres platicando por mucho tiempo más. Roberto llorando por esa mujer y Ernesto solamente lo escuchaba.
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Bueno seguimos contando la historia de Violeta.
Un día en que Violeta estaba acostada en su cuarto tranquilamente, porque se sentía muy mal, Rosa tocó a la puerta...
Señora la busca un hombre.
¿Quién es, Rosa?
Dice llamarse José Luis...
José Luis... repitió ella en un susurro.
No quiero verlo.
Pero José Luis nos hizo caso y se pasó hasta su recámara.
Discúlpeme señora, no lo pude detener, dijo Rosa.
Está bien, Rosa déjanos a solas, por favor.
¿Por qué no me dijiste que te dedicabas a esto?, le dijo José Luis a modo de saludo.
¿Acaso me ibas a aceptar si lo sabías?, lo retó ella.
Bueno, tal vez sí te hubiera aceptado si me hubieras dicho la verdad desde un principio.
Lo siento, José Luis, de veras, pero no tengo mucho tiempo para ti en unos minutos llegará uno de mis clientes.
Violeta, déjame decirte que yo quiero ser uno de tus clientes y diciendo esto le aventó un fajo de billetes. ¿Con esto es suficiente?
Está bien, le diré a Rosa que haga esperar al otro cliente.
Violeta sabía que ya no tenía nada más que perder y se levantó de su cama se lavó bien la cara y la boca.
Poco a poco fue recogiendo todos los billetes que José Luis le aventó, y sin decir nada más se desnudó completamente.
José Luis se quedó observándola por un rato, y después sin ningún miramiento le dijo:
Veo que no me he equivocado al asegurar que tú eras así, de verdad que yo sí te amé, Violeta, pero, pues te quedarás sola por el resto de tu vida y jamás te volveré a buscar. Hubiera deseado con el alma estar equivocado.
Y salió sin ver atrás, su cara cubierta de llanto.
"Amor se escribe con llanto", dijo José Luis para sí mismo.
Violeta se quedó muy triste porque José Luis se fue sin siquiera perdonarla. Pero ella ya no pudo hacer más, a sus 28 años estaba totalmente acabada; la enfermedad minaba su salud.
Violeta no tenía ninguna amiga, la única persona en la que confiaba era Rosa porque ella se supo ganar su confianza al ser muy leal con ella.
Rosa, me gustaría que recibieras una parte de la herencia, pero, desgraciadamente, eso no va a ser posible los acreedores me están pisando la cola. Y ni siquiera sé si logre pagarles a mi muerte.
No diga eso, señora Violeta, yo le sirvo de cualquier manera.
Violeta sentía que ya no podía más, llevaba casi dos semanas en la cama y ella sentía que sería su última oportunidad de vida.
Rosa, ¿me podrías traer una hoja y una pluma, por favor?
Fue así cuando violeta escribió esa carta que llegó a manos de Roberto.
Sentía que ya estaba al borde de la muerte. Y en su último aliento de vida le dijo a Rosa que si llegara a ver algún día a José Luis le dijera que su amor siempre le perteneció.
Señora, estoy segura de que José Luis sí la ama de verdad.
¿De verdad lo crees así, Rosa?, ¿crees que me la puedas traer para demostrarle todo mi amor?
Sí, señora, mañana mismo lo voy a buscar, pero usted descanse tranquila no se agite mucho, por favor.
Gracias, Rosa. Pero, ¿por qué apagas la luz?
Rosa salió llorando de ahí, y fue inmediatamente a buscar a Ernesto.
Ernesto acudió, pero Violeta ya estaba en las últimas.
Llegó justo para ver a Violeta exhalar su último suspiro.
Descansa en paz, Violeta, dijo Ernesto.
Mandó llamar a un doctor quién le dio la hoja de defunción y empezó con todos los preparativos para su velorio y entierro.
La muerte de Violeta fue muy sonada, salió en todos los periódicos, en la televisión, en las redes sociales, en fin.
José Luis leyó la noticia en un periódico y se puso muy triste.
"Mi querida Violeta. Mira dónde fuiste a parar, yo te hubiera protegido de todo eso, pero tú preferiste vivir en la mala vida. Descansa en paz, y brille para ti la luz perpetua".
¿Qué, estás hablando solo, querido hermano?, le preguntó Carlos al escucharlo.
Déjame en paz. No estoy de humor para tu sarcasmo.
José Luis, has vivido engañado todo el tiempo, esa mujer siempre fue de la vida galante, no sé porque nunca te diste cuenta. Tuvo muchos amantes incluso yo fui su amante.
José Luis no lo pudo evitar y le aventó un golpe en plena cara a su hermano.
¿Qué te pasa, hermano? ¿Por qué me golpeas?
No vuelvas a decir que fuiste amante de Violeta, porque no te lo voy a perdonar, ¿oíste?
¿Por qué te enojas? Si es de todos sabido que esa mujer era una p...
José Luis no lo dejó terminar y otro golpe se asestó en su cara.
Y Carlos, en lugar de poner la otra mejilla también arremetió a golpes contra él armándose una gran lucha.
Otilia corrió a separarlos, ambos estaban muy golpeados.
Pero, ¿qué les pasa, por qué están peleando entre ustedes dos?, dijo la madre de ambos.
Solamente chocamos un poco, pero no pasa nada, madre.
No se podían ver entre ellos, los dos fueron amantes de la misma mujer y eso tenía muy enojado a José Luis.
A todas estas, ¿y la anticoncepción?