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Una Madre Para La Hija Del Mafioso

Una Madre Para La Hija Del Mafioso

Status: Terminada
Genre:Acción / Matrimonio contratado / Mafia / Padre soltero / Matrimonio arreglado / Completas
Popularitas:4
Nilai: 5
nombre de autor: Josy Santos

Alex Borisov es un Don de la mafia rusa. Tenía un acuerdo de matrimonio cerrado con la italiana Caterina Colombo, cuando él alcanzaba la mayoría de edad y ella era apenas una adolescente. Una de las cláusulas de ese acuerdo era esperar a que Caterina cumpliera dieciocho años, y que ella solo supiera que tenía un prometido el día de la boda.
Los años pasaron, y Alex fue víctima de una trampa, obligándolo a casarse con la joven, con quien tuvo una hija. Fueron meses viviendo amargados, recordando que no deseaba ese matrimonio. Él, que siempre había sido serio, se cerró a todo, como una piedra inaccesible. Hasta que, misteriosamente, su esposa es asesinada.
Cuando queda viudo, decide ir en busca de su verdadera prometida en Italia. Caterina llega a la vida de Alex con toda su intensidad y persuasión, dispuesta a sacudir su mundo y, con su insistencia, promete romper la piedra que él puso en lugar de su corazón.

NovelToon tiene autorización de Josy Santos para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 14

Alex

Caterina sigue contrariando mis órdenes, y ya no sé qué hacer para que esa testaruda respondona me obedezca.

Todavía estoy cabreado por lo de ayer, me dejó excitado, estaba entregada a mí y huyó. Parece que lo hizo a propósito para sacarme de quicio. No puedo tener sexo con mi propia esposa, porque no está lista. Parecía quererlo, su cuerpo estaba reaccionando, estaba empezando a soltarse y de repente... No lo entiendo, de verdad.

Cuando la vi venir con Alice a la mesa, me enfadé aún más. Pero ver a mi hija dando carcajadas, pareciendo feliz y a gusto en el regazo de Caterina, me conmovió. No sabría explicar cómo, pero me calmó un poco, no recuerdo haber visto sonreír a mi hija antes.

Caterina me miraba, sé que esperaba que me pusiera como loco delante de todos. Incluso mis hermanos y mi padre estaban sorprendidos por mi calma. No dije nada ni iba a hacerlo, y el desayuno siguió tranquilo.

—Adiós, mi "pequeñaja", voy a estudiar —Anastasia apretó la mejilla de Alice al levantarse—. Nos vemos más tarde, cuñadita.

Se despidió de Caterina, que le sonrió, y se fue a su clase. Mi hermano también se levantó, me ayudaba en la mafia y tenía cosas que resolver. Pronto mi padre terminó su café y también fue a hacer algo. En la mesa solo quedamos Caterina, Odete y yo, que parecía tener miedo de lo que iba a decir. Terminé mi café tranquilamente y me levanté.

—Te espero en el despacho, quiero hablar contigo —le dije a Caterina, ella me miró, abrió la boca como si fuera a decir algo, pero luego asintió.

—Espérame en el jardín con Alice, Odete. Ya vuelvo —Caterina se levantó para seguirme, y yo me detuve en medio del camino. Me giré listo para decir que Alice no iría al jardín.

Caterina se cruzó de brazos y me miró fijamente, ya sabía lo que iba a decir y estaba lista para enfrentarme.

—Alex, la niña necesita aire, no puede crecer encerrada en la habitación —antes de que hablara, ya había abierto la boca, esta malcriada respondona.

Miré a Odete, que parecía tensa y asustada sosteniendo a Alice, mientras que mi hija era tan inocente, tan ajena a todo lo que sucedía.

—No iba a decir nada —Odete no disimuló su cara de sorpresa y Caterina entrecerró los ojos, desconfiada—. Puedes irte, Odete —dije, Odete vaciló pero se fue.

—Sí, señor. Permiso.

Cuando la niñera se fue, me di la vuelta y seguí, sintiendo que Caterina me acompañaba. Cuando llegué al despacho, abrí la puerta y la dejé pasar primero. Me senté e indiqué que ella se sentara también, pero ella se negó. Respiré hondo, esta mujer parece que amaba contrariar la cosa más simple que le pedía.

—Alex... sé que vas a quejarte por haber incumplido tus órdenes. Pero Alice es tu hija, forma parte de la familia. ¿Te parece justo que se quede solo en la habitación, sin participar en la rutina de la casa?

Tragué saliva. Caterina habló de una forma calmada, diferente, ya se preocupaba mucho por mi hija, eso me rompió.

—No te llamé aquí para pelear. Yo mismo te di permiso para que cuidaras de Alice como si fueras su madre. Pero la próxima vez, infórmame de las cosas primero.

Ella entrecerró los ojos.

—¿Para qué me llamaste aquí, entonces?

Me levanté y me acerqué a ella. Caterina vaciló, pero no retrocedió. No sé explicar lo que estaba haciendo conmigo. Si fuera otra persona, ya me habría puesto como loco.

—Para invitarte a cenar conmigo, esta noche —acababa de tener esta idea en este mismo momento.

Ella abrió la boca sorprendida, me miró sin reacción, luego desvió la mirada por un instante y volvió a mirarme.

—¿Cenar... solo nosotros dos?

—Caterina, puede que tenga esta coraza dura, soy estresado y no me gusta que me contradigan, pero tú ahora eres mi esposa, la dama de la mafia, y para que nos llevemos bien, solo depende de nosotros mismos.

—¿Esto es alguna trampa, para castigarme por lo de ayer?

Me sentí ofendido.

—¿Crees que te haría algún daño?

—No sé qué esperar de ti, Alex —dijo fría, y me pasé la mano por el pelo y volví a mi silla.

¡Dios mío! Esta mujer es difícil de doblegar.

—La invitación está hecha. Si aceptas, te espero arreglada a las ocho.

Ella asintió y siguió parada mirándome.

—¿Quieres decirme algo? —pregunté y ella se acercó a la mesa.

—Quiero pedirte una cosa... —arqueé una ceja, hasta con miedo de lo que venía—. Quiero hacer un parque infantil en el jardín para Alice, con tobogán, columpio y balancín. También me he dado cuenta de que algunas de sus ropas ya le están pequeñas y quiero comprar más.

Respiré hondo, abrí el cajón y saqué una de mis tarjetas Black y se la extendí.

—Ve a comprar toda la ropa que necesite, quédate con esta tarjeta para comprar todo lo que necesites para ti y para ella. Y sobre el parque... Voy a buscar empleados para instalar los juegos.

Sus ojos brillaron y ella sonrió. La primera sonrisa de ella hoy. Mi corazón latió como loco, y puse la mano en el pecho, extrañando la reacción de mi propio cuerpo.

—¿En serio? ¿Vas a aceptar todo sin pelear? —preguntó emocionada, pero aún parecía desconfiada.

—Sí. Voy a dejar a los soldados avisados de que vas a salir.

Ella vino hacia mí, se sentó en mi regazo y me dio un piquito. No podía creerlo. Ella tenía su cierta inocencia por ser virgen, pero parece que sabía exactamente cómo seducirme y volverme loco.

Esta mujer...

—Gracias —dijo e iba a levantarse, pero la atraje de vuelta. Agarré su nuca y la besé. Nuestras lenguas se enredaron una en la otra, ella puso la mano en mi cuello y yo sujeté su cintura con fuerza. El beso era caliente y ella no se resistió en ningún momento.

Cuando el beso terminó, ella se levantó, cogió la tarjeta y caminó hacia la puerta, dejándome con una erección.

—Acepto la cena —dijo y salió.

Me pasé la mano por el pelo, tratando de entender lo que estaba pasando conmigo. Miré mi erección a través de los pantalones, con ganas de ir tras ella y consumar este matrimonio de una vez.

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