Besos amargos: Un matrimonio sin amor, un corazón sin libertad.
Emily hija del ceo más importante de Washington, es obligada por su padre, quién siempre la obliga a hacer lo que el quiere a casarse con Liam, heredero de la gran prestigiosa y adinerada familia Johnson.
Liam heredero de la gran familia Johnson. Desde niño ha crecido bajo las sombras de su frío padre quién solo se preocupa por el poder y la riqueza, inculcandole que lo más importante es el poder y las riquezas.
Sin embargo, todo eso cambiará cuando conozca a Emily.
¿Qué pasará cuando ambos contraigan matrimonio?
¿Se lograrán enamorar? ¿ o cada quién tomará caminos diferentes?
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Capítulo 16: Conexión inesperada
Amanda decidió que necesitaba un descanso de la tensión en casa. Después de la conversación con Arthur, se sintió agobiada y necesitaba un espacio para respirar.
Así que, sin decirle a nadie, Amanda salió de la casa y se dirigió hacia el parque que estaba cerca de su barrio. La noche era fresca y oscura, pero Amanda no se sintió asustada. De hecho, se sintió liberada.
Mientras caminaba por el parque, Amanda se dio cuenta de que había estado viviendo en una burbuja. Había estado tan enfocada en sus problemas con Arthur y su familia que había olvidado que había un mundo entero fuera de su casa.
Amanda se sentó en un banco y miró hacia arriba, hacia las estrellas. Se sintió pequeña y insignificante en comparación con el universo, pero de alguna manera, eso la hizo sentir más libre.
De repente, Amanda escuchó un ruido detrás de ella. Se dio la vuelta y vio a un chico sentado en un banco cercano, tocando una guitarra. La música era suave y melodiosa, y Amanda se sintió atraída hacia ella.
El chico levantó la vista y sonrió cuando vio a Amanda.
—Hola, dijo. Me llamo Max.
Amanda sonrió y se presentó.
—Me llamo Amanda.
Max siguió tocando la guitarra, y Amanda se sentó a escuchar. La música la hizo sentir relajada y tranquila, y por primera vez en mucho tiempo, Amanda se sintió en paz.
Amanda se sentó en el banco, escuchando la música de Max. La melodía era suave y emotiva, y Amanda se sintió conmovida por la profundidad de la música.
Mientras escuchaba, Amanda no podía evitar notar la forma en que Max tocaba la guitarra. Sus dedos se movían con una gracia y una precisión que Amanda no había visto antes.
Cuando Max terminó de tocar, Amanda aplaudió espontáneamente.
—Eso fue hermoso, dijo. ¿Cuánto tiempo has estado tocando la guitarra?
Max sonrió. —Desde que tenía 12 años, dijo. Mi abuelo me enseñó a tocar.
Amanda se sintió intrigada. ¿Y qué te inspira a tocar la guitarra?, preguntó.
Max se encogió de hombros.
— No lo sé, dijo. Simplemente me gusta la forma en que la música puede hacer que te sientas. Puedes expresar emociones y sentimientos de una manera que no puedes hacer con las palabras.
Amanda se sintió conmovida por la respuesta de Max. Era como si hubiera puesto en palabras exactamente lo que ella sentía.
Mientras hablaban, Amanda se dio cuenta de que se sentía cómoda con Max de una manera que no se sentía con Arthur. No había tensión ni estrés, solo una sensación de calma y conexión.
De repente, Max se levantó del banco.
—¿Quieres caminar un rato conmigo?, preguntó.
Amanda asintió.
—Me encantaría, dijo.
Y así, Amanda y Max se fueron caminando por el parque, disfrutando del fresco aire nocturno y de la compañía mutua.
Amanda y Max caminaron en silencio por el parque, disfrutando del fresco aire nocturno y de la tranquilidad del entorno. La luna estaba llena y brillaba con intensidad en el cielo, iluminando el camino que recorrían.
Mientras caminaban, Amanda se sintió cada vez más cómoda con Max. No había tensión ni estrés, solo una sensación de calma y conexión. Amanda se dio cuenta de que no había hablado con alguien de esa manera en mucho tiempo.
Después de un rato, Max rompió el silencio.
—¿Quieres saber un secreto?, preguntó, con una sonrisa misteriosa.
Amanda se sintió intrigada. —¿Qué es?, preguntó.
Max se detuvo y se volvió hacia Amanda.
—Estoy planeando dejar la ciudad, dijo, con una mirada seria. Quiero ver el mundo y experimentar nuevas cosas.
Amanda se sintió sorprendida. —¿Por qué?, preguntó.
Max se encogió de hombros.
—No sé. Simplemente siento que hay algo más allá de esta ciudad. Algo que quiero descubrir.
Amanda se sintió conmovida por la respuesta de Max. Era como si hubiera puesto en palabras exactamente lo que ella sentía.
—Yo también siento eso, dijo Amanda, con una sonrisa. A veces siento que estoy atrapada en esta ciudad y que no hay salida.
Max asintió. —Sé exactamente lo que quieres decir, dijo. Pero creo que hay una salida. Creo que podemos encontrarla si estamos dispuestos a buscarla.
Amanda se sintió inspirada por las palabras de Max. Era como si hubiera encontrado un aliado, alguien que entendía exactamente lo que ella sentía.
Y así, Amanda y Max continuaron caminando bajo las estrellas, hablando y riendo juntos, mientras exploraban la ciudad y sus secretos.
Amanda y Max continuaron caminando por la ciudad, disfrutando del fresco aire nocturno y de la compañía mutua. Hablaban sobre todo y nada, compartiendo historias y experiencias que los acercaban cada vez más.
Mientras caminaban, Amanda se dio cuenta de que se sentía cada vez más cómoda con Max. No había tensión ni estrés, solo una sensación de calma y conexión. Era como si hubieran conocido durante años, no solo durante unas horas.
De repente, Max se detuvo y se volvió hacia Amanda.
—¿Quieres saber algo?, preguntó, con una sonrisa misteriosa.
Amanda se sintió intrigada. —¿Qué es?, preguntó.
Max se acercó a ella y bajó la voz.
—Creo que estamos conectados de una manera más profunda de lo que creemos, dijo. Creo que podemos sentir cosas que otros no pueden sentir.
Amanda se sintió sorprendida por la afirmación de Max. No sabía qué decir, pero se sintió atraída por la idea de que había una conexión más profunda entre ellos.
—¿Qué quieres decir?, preguntó Amanda, con curiosidad.
Max se encogió de hombros. —No lo sé exactamente, dijo. Pero creo que podemos sentir la energía del otro. Creo que podemos conectar con el alma del otro.
Amanda se sintió conmovida por las palabras de Max. Era como si hubiera puesto en palabras exactamente lo que ella sentía.
—Creo que tienes razón, dijo Amanda, con una sonrisa. Creo que podemos sentir la conexión entre nosotros.
Max sonrió y se acercó a Amanda. —Me alegra que estés de acuerdo, dijo. Creo que podemos explorar esta conexión más a fondo.
Y con eso, Max y Amanda se dieron la mano, sintiendo la conexión entre ellos crecer más fuerte con cada segundo que pasaba.