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Sin Reglas

Sin Reglas

Status: En proceso
Genre:Amor-odio / Diferencia de edad
Popularitas:6.7k
Nilai: 5
nombre de autor: F10r

"Sin Reglas"
París Miller, hija de padres ausentes, ha pasado su vida rompiendo reglas para llamar su atención. Después de ser expulsada de todas las escuelas, sus padres la envían a una escuela militar dirigida por su abuelo. París se niega, pero no tiene opción.

Allí conocerá a Maximiliano, un joven oficial obsesionado con las reglas. El choque entre ellos será inevitable, pero mientras París desafía todo, Maximiliano deberá decidir si seguir el orden... o aprender a romper las reglas por ella.

Una comedia romántica sobre rebeldes, reglas rotas y segundas oportunidades.

NovelToon tiene autorización de F10r para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 10

Narrado por Maximiliano

No sé en qué momento me metí en este lío. Yo estaba tranquilo en mi papel, haciendo cumplir las reglas y manteniendo todo en orden en el internado. Luego llegó ella: París Miller, un desastre ambulante con una actitud que podría hacer enojar hasta a un santo. No entendía cómo alguien podía combinar tan bien la rebeldía con la torpeza. Pero aquí estoy, parado en la habitación de su abuela, viendo cómo su vida se desmorona mientras ella grita a todo pulmón que nadie la entiende.

Desde el momento en que París desapareció, todo se volvió un caos. El internado estaba patas arriba, y su abuelo, el hombre más estricto que conozco, parecía al borde de un colapso nervioso. Yo fui el primero en ofrecerme para buscarla. No porque me preocupara, claro, sino porque no podía soportar la idea de que una mocosa como ella se saliera con la suya.

Y aquí estamos ahora, en la casa de su abuela, que resulta ser una versión más adulta y dramática de París. La mujer es un espectáculo por sí sola, discutiendo a gritos con el abuelo de París mientras los padres de ella intentan imponer algo de orden. Todo esto mientras París se encierra en su habitación, probablemente llorando o planeando su próxima rebelión.

Decidí ir tras ella. No porque me importara, claro, sino porque alguien tenía que hacerla entrar en razón.

Toqué la puerta, y como era de esperar, me gritó que me fuera. Ignoré su orden y entré de todos modos. Lo que encontré me sorprendió más de lo que esperaba.

Ella estaba sentada en su cama, con la cara roja de tanto llorar. Parecía pequeña, vulnerable, muy diferente a la chica desafiante que había conocido. Por un momento, me sentí culpable. Luego recordé que estaba aquí porque había tomado una mala decisión, como siempre.

— Vaya, princesa, qué espectáculo — dije, intentando mantener mi tono neutral.

Esperaba una respuesta sarcástica, pero en lugar de eso, explotó. Me gritó que no sabía nada de ella, que no entendía cómo era vivir así. Su voz estaba llena de rabia y frustración, pero también de algo más: dolor.

Por un momento, no supe qué decir. Tenía razón, no sabía cómo era su vida. No sabía lo que era crecer sintiendo que no importabas, que nadie te escuchaba.

— Tienes razón — le dije finalmente. — No sé todo sobre ti. Pero eso no significa que no pueda intentar entenderte.

La miré, esperando otra explosión, pero en lugar de eso, bajó la mirada.

— No quiero volver al internado — murmuró.

Había algo en su voz que me hizo sentir incómodo. Esa no era la misma París desafiante que conocía. Era alguien que estaba al límite, alguien que solo necesitaba que la escucharan.

— Lo sé — le dije, cruzándome de brazos. — Pero a veces, lo que queremos y lo que necesitamos no son lo mismo.

No sé si me creyó. Pero por un momento, dejó de llorar. Y aunque no lo admitiera, creo que algo de lo que dije le llegó.

No sé qué va a pasar ahora. Sus padres están decididos a obligarla a volver al internado, y su abuela no parece dispuesta a ceder. Yo solo sé que no puedo dejar que París siga haciendo lo que quiera. No porque me importe, claro, sino porque alguien tiene que asegurarse de que no se destruya a sí misma en el proceso.

O al menos, eso es lo que sigo diciéndome.

[...]

El internado estaba más silencioso de lo normal cuando París Miller regresó. No había fanfarrias ni bienvenidas, solo el eco de sus pasos resonando en los pasillos. A su lado, Maximiliano caminaba con la misma expresión seria de siempre, pero esta vez, había algo diferente en sus ojos. Quizás era cansancio, o tal vez algo de lástima, aunque sabía que París nunca aceptaría eso de nadie.

Su abuela había montado una escena épica antes de que la devolvieran al internado. Gritó, lloró, amenazó con demandar a medio país y acusó a los padres de París de negligencia. Pero al final, la ley estaba de su lado, y París, con el corazón roto, tuvo que despedirse de la única persona que parecía entenderla.

De vuelta en su cuarto, las cosas no mejoraron. Sus compañeras, quienes hasta ahora habían sido más rivales que amigas, la enfrentaron apenas puso un pie dentro.

— ¿Por qué lo hiciste? — preguntó una de ellas, cruzándose de brazos.

— ¿De qué hablas? — respondió París con cansancio, tirando su bolso sobre la cama.

— Nos dijiste por dónde escaparte. Ahora cerraron el hueco, y nosotras no dijimos nada porque no queríamos que te pasara algo. Pero vivimos con el miedo de que si te encontraban muerta, nosotras seríamos las culpables.

París las miró, sorprendida. No esperaba que les importara, y mucho menos que sintieran culpa.

— No pedí su ayuda — dijo finalmente, aunque su voz carecía del usual tono sarcástico.

— No, pero lo hicimos igual — respondió otra, sus ojos llenos de reproche. — Porque aunque no seamos amigas, no somos monstruos.

Ese comentario golpeó a París más fuerte de lo que le habría gustado admitir. Pero en lugar de responder, simplemente se dio la vuelta, cerró la puerta del baño y se encerró en su mundo.

Esa noche no durmió. Sabía que no tenía sentido intentar convencer a nadie de que estaba bien. Porque no lo estaba. Se sentía atrapada, sofocada, como si el mundo entero se hubiera puesto en su contra.

Cuando el reloj marcó las 4 de la mañana, París se levantó de la cama. Se puso su ropa deportiva y salió a correr. No era la primera vez que lo hacía, pero esta vez era diferente. Corrió por todo el internado, una y otra vez, sintiendo cómo sus músculos se tensaban, cómo el aire quemaba sus pulmones.

El dolor físico era un alivio comparado con lo que sentía por dentro.

Corrió hasta que el cielo comenzó a iluminarse y sus piernas ya no pudieron sostenerla más. Se detuvo en el patio trasero del internado, apoyándose en sus rodillas mientras intentaba recuperar el aliento.

Fue entonces cuando escuchó una voz detrás de ella.

— ¿Qué demonios haces aquí a esta hora? — Era Maximiliano, con su típica expresión de desaprobación.

París levantó la cabeza, con el rostro empapado de sudor y los ojos enrojecidos.

— Viviendo mi infierno personal, ¿y tú? — respondió, su voz cargada de sarcasmo.

Maximiliano no respondió de inmediato. Solo la miró, y por un breve momento, algo parecido a la compasión cruzó por su rostro.

— Si vas a destruirte, al menos hazlo de una forma menos patética — dijo finalmente, su tono más suave de lo que ella esperaba.

París no supo si reír o llorar ante su comentario. Pero mientras lo veía alejarse, no pudo evitar preguntarse si realmente alguien entendía lo que estaba pasando por su cabeza.

1
Ambar Morales
me encanta,cada dia se enamoran mas
Sandra Robles
otra enemiga para París.
Sandra Robles
y ahora que va a pasar.
Sandra Robles
con maximiliano, ya están cayendo los muros. cada día más cerca maxi y París.
jorge sisiruca
me encanta y lo q más me gusta es q actualizas rápido
rissel doriannys aguilar aguilar
Normal
Mel yang
Me encantó
Ambar Morales
me gusto
pero quisiera que terminase de otra forma
Graciela Martinez
Excelente
Lucero Lopez
Excelente x favor más capítulos
Favy Salto
la historia es realista, creible y muy romantica ... ATRAPANTE ... QUEREMOS MAS POR FAVOR
Ana Gonzalez
más capitulos 🙏
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