Mi nombre es Isabel del Castillo y, a la edad de dieciocho años, mi vida experimentó un cambio radical. Me vi obligada a contraer matrimonio con Alejandro Williams , un hombre enigmático y de gran poder, lo que me llevó a quedar atrapada en una relación desprovista de amor, llena de secretos y sombras. Alejandro, quien quedó paralítico debido a un accidente automovilístico, es reconocido por su frialdad y su aguda inteligencia. Sin embargo, tras esa fachada aparentemente impenetrable, descubrí a un hombre que lucha con sus propios demonios.
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Lo que sea
༺ Narra : Alejandro ༻
Giselle frunció el ceño, claramente molesta, y comenzó a hablar mal de Isabel.
—Mi hermana no te merece. No es la persona adecuada para ti.
La interrumpí, manteniendo un tono firme.
—¿Y tú? ¿Tú consideras que realmente me mereces? ¿Eres la persona adecuada para mí?
Giselle guardó silencio, sin saber qué contestar.
—Ja, lo imaginé. Si eso es todo, te solicito que te retires. Tengo mucho trabajo por delante.
Giselle permaneció inmóvil y continuó hablando negativamente sobre Isabel.
—Es tu hermana y así te expresas de ella. Con una hermana como tú, ¿Para qué necesitas enemigos?
—Solo... trato de cuidar de ti —respondió mientras se acercaba.
—Señorita Giselle, reitero que mis asuntos no son de su incumbencia. Agradezco la preocupación innecesaria, pero no es necesario que se preocupe; sé cómo manejar mis asuntos.
Oliver entró nuevamente en la oficina, atravesando la puerta con un aire decidido mientras su mirada escaneaba el ambiente.
—¿Está todo en orden, señor?
—Sí, todo en orden. Solo tengo un pequeño inconveniente.
— Bueno, si eso es todo, considero que deberías retirarte —sugerí, señalando hacia la puerta.
Finalmente, Giselle se dio la vuelta y abandonó la oficina, dejando un ambiente tenso a su paso.
—Entonces, cuénteme, ¿Qué era lo que quería la señorita Giselle? —preguntó con evidentemente curiosidad.
Solté un suspiro cargado de desagrado.
—Deseaba que dejara a Isabel y que regresara con ella. ¿Puedes creerlo?
Oliver alzó una ceja, mostrando una mezcla de frustración y sorpresa.
—Pero, ¿Sabes qué? —continué—. Hay un pequeño fondo de verdad en lo que dices.
—¿A qué se refiere, señor? —inquirió Oliver, ahora con un aire de intriga.
—Es posible que Isabel y yo compartamos más intereses y características de lo que originalmente pensé... Bien, continuemos trabajando.
༺Narra : Giselle ༻
Nos encontrábamos en nuestro restaurante favorito, sentadas en una acogedora mesa situada junto a la ventana, donde la luz del sol entraba suavemente. Beatriz, Sheila y Ashley me observaban con interés, sus miradas llenas de expectación mientras yo jugueteaba con mi bebida, moviendo la pajilla de un lado a otro en el vaso.
—¿Y qué pasó? —preguntó Sheila, rompiendo el silencio que se había instalado entre nosotras.
Respiré hondo, sintiendo un murmullo de frustración en mi pecho.
—Es simplemente imposible. Se niega a regresar conmigo.
Beatriz soltó una risa llena de desdén.
—Fuiste ingenua al involucrarte con un hijo ilegítimo. Tal vez Alejandro tenga alguna discapacidad, pero sigue siendo el hijo legítimo de los Williams. ¿Ahora es cuando te das cuenta de lo que hiciste?
—Aahh, Beatriz, de verdad no estás siendo de ayuda en absoluto —respondí, sintiendo la frustración acumularse en mi pecho.
Ashley, que siempre había sido la más comprensiva del grupo, me miró con una expresión de simpatía.
—Giselle, ¿te encuentras bien? —preguntó con suavidad, preocupándose por mi estado emocional.
—No, realmente no estoy bien —respondí, sintiendo cómo la rabia se agolpaba en mi interior, burbujeando y lista para estallar—. Hice todo lo que estaba en mis manos para que me perdonara, pero parece que no quiere escucharme ni a mí ni a mis disculpas.
Sheila se inclinó hacia adelante, su rostro reflejaba seriedad y determinación.
—Si no puedes casarte con él, al menos intenta arruinar su boda. No puedes permitir que Isabel te gane en esto.
—Exactamente —intervino Beatriz, añadiendo su apoyo a las palabras de Sheila—. Siempre existe la posibilidad de que aparezca otra persona que comparta tus mismos intereses. No puedes rendirte en este momento, eso sería un error.
—Él está absolutamente decidido a casarse con Isabel. No tengo idea de cómo puedo cambiar su forma de pensar. Y ese idiota de Frederick, ese miserable, solo se divirtió a mi costa; después de utilizarme, me desechó como si no valiera nada.
—Te advertí que no te convenía. Es cierto que es atractivo, pero en realidad no tiene nada; vive a la sombra de su hermano. —dijo Sheila, visiblemente decepcionada—. No puedo creerlo, has dejado el oro por un simple pedazo de cobre.
Sheila se inclinó hacia adelante, mostrando una sonrisa traviesa que delataba su intención.
—Giselle, lo único que necesitas hacer es comportarte con total naturalidad. Y cuando llegue el momento oportuno, entonces actúas. Tienes la capacidad de hacer que él descubra una faceta distinta de tu hermana... eso no debería ser tan complicado, ¿verdad?
Beatriz, al escuchar las palabras de Sheila, asintió enérgicamente, apoyando su planteamiento.
—Así es. Lo único que necesitas es esperar al momento adecuado. Isabel no es una persona perfecta; al igual que todos, tiene sus propias imperfecciones y debilidades. Solo debes encontrar la manera de poner esas características en evidencia.
Ashley, a pesar de no mostrar tanto entusiasmo como las demás, tampoco se quedó rezagada en la conversación.
—Podrías idear maneras en las que Isabel termine viéndose mal frente a Alejandro. Algo que la haga parecer menos apropiada para él —sugirió, con cierta malicia en su tono.
—¿Y cómo se supone que debería hacer eso? —le pregunté, sintiéndome intrigada por la propuesta.
Sheila esbozó una sonrisa, claramente disfrutando de la idea de planearlo todo.
—Podrías comenzar creando una atmósfera de inseguridad para Isabel. Quizás podrías insinuar que Alejandro todavía tiene sentimientos por ti. Esa sugerencia la pondrá nerviosa y la hará más propensa a cometer errores en su comportamiento.
—Podrías aprovechar cualquier error menor que cometa y amplificarlo, presentándolo como algo más grave de lo que realmente es. Esto podría generar dudas en Alejandro acerca de ella —comentó Beatriz.
—Además —prosiguió Sheila—, podrías destacarla como una persona controladora o celosa, lo cual siempre es un aspecto negativo en una relación.
Asentí, reflexionando sobre sus observaciones.
—Tienen razón. Debo ser estratégica. No puedo permitir que Isabel me supere tan fácilmente.
Ashley, aunque no estaba completamente convencida, decidió sumar su apoyo a la causa.
—Y ten presente, Giselle, que siempre existe alguien más que podría estar interesado en ofrecerte su ayuda. Solo necesitas saber en qué lugar buscar —comentó con firmeza.
—Sí —respondí, sintiendo que una nueva determinación brotaba en mí—. Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para recuperar a Alejandro.