"UNA MADRE DESESPERADA, UN SALVADOR AMENAZANTE
¿Qué límites cruzarías por salvar a tu hijo?
Adelaida, una madre desesperada, hará cualquier cosa para proteger a su hijo, incluso si significa sacrificar su orgullo.
Pero cuando Kento, un misterioso y poderoso hombre, se convierte en su única esperanza, Adelaida se encuentra atrapada en una red de rencor y pasión.
Kento, su redentor y verdugo, no sabe que Adelaida es la clave para desentrañar su propio pasado.
¿Podrá Adelaida salvar a su hijo y descubrir la verdad detrás del enigmático Kento?
Descubre esta historia de amor, venganza y redención."
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ℂapítulo Siete
Kento siente que tocan la puerta.
—Adelante —Abre bien sus rasgados ojos al ver quién es la persona que estaba tocando.
Una tímida y nerviosa Adelaida abre con temor la pesada puerta de madera fina del despacho.
—Disculpe, señor Kimura, ¿puedo pasar? —Adelaida entra ante la seña que Kento le hace con la cabeza.
Se para frente a él, pero no se atreve a hablar antes de que él se lo indique. Kento la mira fijamente, y repara cada facción de su delicado rostro, cada cabello prolijamente peinado. Repara que, a pesar de su sencilla ropa, su porte y elegancia no se pierden.
No entiende cómo es que haya dos personas tan parecidas y a la vez tan diferentes. Es obvio que la mujer que tiene al frente es unos cuatro o cinco años mayor que su ex prometida, además es más delgada y se ve que su vida no ha sido fácil. Después del escaneo que le hace, y el notar la incomodidad de Adelaida, le exige hablar.
—¿Te vas a quedar ahí parada sin siquiera ser capaz de mirarme? ¿O vas por fin a decir a qué has entrado a mi despacho? —Kento la mira con rabia, no puede dejar que esa mujer se apodere de sus pensamientos.
—Señor Kimura, sé que hace poco trabajo para usted —Adelaida, tomó valor —. Pero es que mi hijo enfermó de gravedad y necesito un préstamo, yo se lo pago como usted quiera.
Adelaida nunca se imaginó que esas palabras serían su perdición.
—¿Cómo yo quiera? —Adelaida asintió y agachó la cabeza —. ¿Qué tanto sería capaz de hacer por tu hijo enfermo?
—Lo que sea, señor. Mi hijo es mi vida entera. Por él daría hasta la vida si es necesario. —Kento la mira con ojos de depredador. Esta es la oportunidad que necesitaba para callar los rumores de la prensa y apaciguar las aguas con su familia, que lo veía como un fracasado, al rechazar un omiai para casarse con una zorra que supuestamente lo dejó abandonado.
Su familia en Japón aún no sabía que su prometida lo había abandonado por otro magnate, solo les había dicho que la boda se había suspendido hasta nuevo aviso. Por eso espera que Adelaida acepte su propuesta.
—Antes de decirte si te presto esa suma de dinero, debes de contarme bien qué tiene tu hijo y qué suma es la que requiere su tratamiento —le indicó a Adelaida que se sentara a su lado y la animó para que le contara todo lo que debía saber de la supuesta enfermedad de su hijo.
Adelaida pensó que era lógico que su jefe quisiera saber de su hijo y así saber si debía o no prestarle esa suma de dinero. Le contó desde que nació Francis y le dieron el devastador diagnóstico hasta este día en que le dieron tan mal pronóstico a su niño, y que necesitaban para salvarlo. Obvió la parte de su padre, pues no venía al caso, igual ese ser ya no existía. Pero Kento no se quedó sin esa parte y preguntó.
—¿Y el niño tiene papá? —Adelaida tragó saliva para responder.
—Tenía, ese hombre ya murió, pero igual no era que ayudara mucho al niño —Kento le dio una sonrisa, que Adelaida no fue capaz de descifrar.
—Te voy a dar el dinero, a cambio de que seas mi falsa prometida y todo lo que eso implica. Hablo de que me acompañes a viajes, eventos, conozcas a mi familia y sexo, por supuesto. Todo, ¿entiendes? —Mientras decía lo último, Kento tocó su cara y Adelaida se levantó de su silla sobresaltada.
—¿Está hablando en serio? —Adelaida no lo podía creer.
—Sí, querida, muy en serio. Como veo que te has sorprendido ante mi propuesta. Te doy hasta mañana para que lo pienses y aceptes. Ahora te puedes retirar —Kento le señala la puerta para que salga y una muy pensativa Adelaida abandona el despacho.
Kento se ríe de lo que acaba de pasar. Algo le dice que la mujer va a regresar a aceptar su propuesta, y ya está en su cabeza imaginando el plan que va a hacer.
Encontró una perfecta suplente para que sea su prometida y, como lo dijo, debe ser en todo el sentido de la palabra. Adelaida está bien bonita y él tiene sus necesidades, pues desde que Madeleine lo abandonó no ha tenido intimidad con ninguna mujer.
Matará a dos pájaros de un solo tiro. Acallará a la prensa al ver que aún tiene su prometida, él había hecho el anuncio de que se iba a casar, pero no había dicho el nombre de la prometida, pues lo haría el mismo día de la boda. Así era él de misterioso y reservado en su vida privada.
Las fotografías que circulaban de ellos hechas por los paparazzi en algunos eventos sociales, las iba a refutar al decir que Adelaida era la verdadera prometida y no Madeleine, como especulaba la prensa sensacionalista.
Con su familia sería igual, pues desde que rompió relaciones nunca se dejó ver de ellos con Madeleine, y con lo que se pudieran haber enterado con las redes sociales, también les diría que aún sigue con su misma prometida.
Adelaida salió de la mansión desconcertada. Se reprochaba haber roto el cheque que su difunto exesposo le había dejado, pero le pudo más su orgullo. Orgullo que ahora debía de guardar en lo más profundo de su alma, si quería salvar a Francis y no conseguía ese dinero en otro lugar. Ya le dolía la cabeza de tanto pensar en por qué ese hombre le había hecho esa propuesta. Era increíble lo que quería. Sí, el hombre está de buen ver y eso que nunca le habían llamado la atención los asiáticos. Pero lo que él le pide es inaudito, para ella que solo ha estado con un hombre sería prostituirse.
Se dirigió a varios bancos de la ciudad y en todos le pedían un aval con varias propiedades e historial crediticio, pues el dinero requerido era un monto muy alto. Y ella, pues, ni lo uno, ni lo otro.
Devastada ante esa realidad, regresa al hospital a ver a su hijito, le pregunta a Fina si hay novedades, y gracias a Dios, el niño está estable y ya han controlado la infección, pero el tiempo corre a contra reloj. Es necesario hacerle el procedimiento a su niño, si lo quiere salvar de una muerte segura.
—Mi niña, ¿tu jefe sí te prestó el dinero? —Fina pregunta curiosa y ansiosa.
—Sí, Fina. Mañana me lo entrega —Adelaida, ya tomó la decisión.
co Eloísa,,bueno si la llamada el personaje y su mamá