Rowellin sólo quería una familia, un hogar propio y un esposo amoroso, pero, en lugar de eso, se encontró con demonio, el mismísimo diablo llamado; Artemis Winchester.
Atención, esa historia es moralmente cuestionable, no apto para sensibles. Rowellin es la hija de Kendric Maynard (Historia de "Ya no te amo").
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Capítulo 6
...Artemis....
—Por ahí he escuchado que has estado mirando mucho a cierta niña a la que llamas sirvienta.
La burla detrás de la voz de mí hermano Asmodeus era notoria, pero no me importaba en absoluto. Nunca he sido el tipo de hombre al que le importe la opinión ajena, de hecho, a ningún hombre Winchester le importa una mierda lo que piensen los demás.
—Sí, ¿Y?
El imbécil soltó una carcajada, mientras se servía un vaso de whisky y encendía un habano. Tomó asiento en el sofá en frente mío, y me miró directamente a los ojos.
—¿Debo recordarte que tienes una esposa, Artemis? –Rodé los ojos, sabía que iba a intentar sermonearme, pero ciertamente, no me importaba. En realidad, a mí hermano no le importa si me meto con alguien, sólo que el muy idiota se siente atraído por Malenka, por eso quiere fingir que se preocupa por mí y por ella, pero es sólo un deseo carnal y egoísta el que posee–.
—No necesito que me recuerdes nada, Asmodeus –respondí con calma–. Tengo bien en claro quién es mí esposa, y también soy bastante consciente de que el apellido Winchester no debe usarse a la ligera. Me parece que también debo recordarte que tienes una esposa, sí, esa bonita mujer francesa a la que dejaste abandonada en su país luego de que aceptara casarse contigo –Le recordé y su sonrisa molesta se borró del rostro de mí hermano–.
—Cuidado hermanito, estás pisando zona peligrosa.
—No me interesa. No necesito que vengas a decirme que debo cuidarme, tampoco necesito que me recuerdes mis prioridades.
—Esa sirvienta es una niña, una huérfana.
—¿Y qué? No pretendo hacerla mí esposa, en lugar de meterte en mis asuntos, deberías ir a ver a tu mujer, porque según lo que tengo entendido, no la has visto desde tu noche de bodas, ¿Me equivoco?
El silencio reinó en el lugar, la tención era palpable. Los Winchester no tenemos miedo de pelear con nuestra propia sangre, por eso me importa un carajo decirle sus verdades a aquéllos que pretenden irrumpir en mí vida privada.
Una risa se escuchó en el lugar, volteamos y vimos a Hermes, quien sonreía como un imbécil al vernos discutir por cosas sin importancia.
—Eso fue un poco rudo, ¿No crees, Artemis? –Dijo el muy imbécil, mientras se acercaba a nosotros con una sonrisa en su estúpido rostro–.
—Sólo dije la verdad, resulta que Asmodeus está muy preocupado por mí esposa, pero evidentemente se ha olvidado de la suya. Eso es algo cruel, incluso para nosotros.
—Basta Artemis, me estás haciendo enojar –advirtió el muy imbécil, pero Hermes puso una mano sobre su hombro, calmándolo–.
—Debo estar del lado de Artemis ésta vez, ciertamente no eres el esposo del año, joder, ¡Ni siquiera de la semana! De todos nosotros, diría que eres el peor, pero como somos Winchester, no existe una competencia, porque todos somos cabrones que dan asco.
No podíamos estar más de acuerdo, no nos destacabamos por ser hombres emocionales que comprendían los sentimientos ajenos. Éramos conocidos por ser demonios, bestias asesinas que no tienen corazón. Animales que matan por diversión, los siete somos escoria; pero eso es lo que significa ser un Winchester.
—Sin embargo, soy muy buen hermano –comenté con calma–. Si quieres acostarte con Malenka, simplemente hazlo, sólo no la dejes embarazada, no quiero que esa idiota siga teniendo motivos para aferrarse a mí –Una sonrisa sádica apareció en mí rostro, y mis hermanos no dudaron en imitar mí acción. Asmodeus estaba feliz, quiero decir, ¿Por qué no lo estaría? Literalmente acabo de darle permiso de estar con mí esposa, ya sea consensuado o no, yo le he dado permiso–. En cuanto a mí sirvienta... No sé atrevan a acercarse.
Sin tener nada más que argumentar, salí de la habitación. No tenía ánimos de escuchar lo que mí hermano le haría a Malenka, ciertamente tampoco me importaba. Nos casamos únicamente por conveniencia, su padre hizo un trato con el mío, nuestros destinos estaban sellados mucho antes de nacer. Eso es lo que implica ser un Winchester, seguir las órdenes al pie de la letra. Podemos hacer lo que queramos, matar, usar sustancias, abusar, torturar, ¡TODO! Siempre y cuando aceptemos nuestro destino ya escrito.
Estaba bien con eso, realmente no me importaba ser una maldita máquina para la familia, porque sabía que todos mis hermanos pasaban por exactamente lo mismo. Había aceptado mí destino y estaba conforme con el, hasta que la ví.
Esa pequeña niña de cabello rojo oscuro, su piel tan blanca como la leche, labios carnosos y brillantes. Y sus preciosos ojos color zafiro... Tan pronto como la vi, algo dentro de mí comenzó a moverse muy rápido. De pronto, quería verla todo el tiempo, pero no soy una persona que conozca la empatía, aquí soy un rey, un demonio, y debo actuar como tal.
Ningún Winchester es bueno, eso no lo olviden nunca.
Sin embargo, cuando la vi comiendo los pasteles que yo le compré. Sus mejillas estaban llenas de comida y leve rubor apareció en ellas, todo lo que quería era protegerla. Ella es tan pequeña, no sólo físicamente, estoy hablando de su edad, literalmente soy veinte años mayor que ella. Cuando la ví ahí, como un conejito al que le dieron su zanahoria favorita, un instinto protector invadió mí ser.
No soy un buen hombre, eso es algo que nunca seré.
Pero Rewellin es mía, y eso nunca va a cambiar.
Gracias a q la despediste ,fue q se decidió handar con tu esposo!!
Ella no gusta de Rowellin