En un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazan, Valeria es una joven de 19 años que vive atrapada entre la inocencia de su corazón y las sombras de lo desconocido. Soñadora y curiosa, su vida da un giro inesperado cuando un misterioso desconocido se obsesiona con ella, llevándola a una encrucijada peligrosa. Atrapada en un matrimonio forzado, Valeria descubre que el amor que anhelaba no era más que una ilusión.
En medio de esta nueva vida, se encuentra con su esposo, un hombre de carácter difícil y secretos ocultos. A medida que Valeria navega por las tormentas de su nueva realidad, comienza a desentrañar capas de su propio ser y, poco a poco, descubre que el amor puede surgir en los lugares más inesperados.
Con giros inesperados y emociones intensas, esta historia es un viaje sobre el descubrimiento personal, la lucha por la libertad y la búsqueda del verdadero amor. ¿Podrá Valeria encontrar su voz en un mundo que intenta silenciarla?
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Capitulo XVII La Duquesa
Punto de vista de Valeria
Cuando Leonardo me informó sobre la dichosa cena, me puse muy nerviosa, sabía que era como meterse a la boca del lobo, pero como su esposa debía asistir. Realmente no le veía sentido, nosotros nos íbamos a separar y ya era casi un hecho. Desde hace una semana Leonardo no me ha vuelto a tocar y trata de estar lo más alejado que puede de mí, lo que no ha cambiado es que me trata bien y está para lo que necesite.
Leonardo ya me estaba esperando, Mercedes quien había ido a ayudarme a maquillar y peinar estaba dándome los últimos retoques, al terminar me mire al espejo y era indudable que mi cuerpo había cambiado, ya no me veía tan delgada y mis curvas se habían acentuado aún más, me gustaba mucho como me veía ahora.
Salí de la casa, ya que Leonardo me esperaría en el auto, ya íbamos retardados y a él le gustaba ser puntual. Vi el auto estacionado de Leonardo frente a la casa, él me vio y bajo del vehículo. Se veía muy guapo en ese traje sastre hecho a su medida. Su cuerpo bien trabajado se podía notar a través de la camisa. Caminé torpemente, mis piernas parecían no responder y sentía que en cualquier momento iba a caer, Leonardo se apresuró hasta donde estaba yo y me tomo de la mano, me dijo lo hermosa que me veía, luego subimos a su auto y él condujo hasta la mansión Rizzo. Al llegar fuimos a saludar a sus padres, la señora Alexandra se portó muy amable conmigo, mientras que el señor Sergio me miró con desprecio y dijo cosas ofensivas de mí. Leonardo me tomo de la mano y me presento a su tío y primo, este último no me dio una buena impresión.
Estaba aburrida en ese lugar, no conocía a nadie y de paso Leonardo me dejo sola, ya que fue a buscar algo de tomar para los dos.
Estaba tratando de no quedarme dormida, cuando mis pensamientos fueron interrumpidos por una mujer muy elegante.
“Hola”. Saludo ella llamando mi atención. “¿Puedo hacerte compañía?”. Dijo señalando el lugar junto a mí.
Esa señora me pareció muy hermosa y su rostro se me hacía familiar, era como si la hubiera visto antes.
“Si claro, por favor tome asiento”. Conteste algo torpe.
“Gracias”, respondió la dama con una sonrisa. “¿A ti también te aburren estas cenas?”, pregunto de pronto.
“La verdad es que no conozco a nadie y mi esposo fue por algo, pero tiene rato que se fue y aún no regresa”. Respondí con la verdad.
“Tan joven y ya estás casada. Si hasta pareces una niña”. Comento, la señora sorprendida.
No supe que responder, ni modo que le dijera «lo que pasa es que mi papá me vendió a un desconocido que resultó ser un buen hombre».
“Perdón, creo que fui inoportuna”. Comento ella tras mi silencio.
“No, como cree, es solo que me quedé pensando, usted tiene razón. Soy muy joven para estar casada, pero así es el amor”. Mentí.
“A todas estas no, nos hemos presentado. Soy Adela Del Castillo”. La señora se presentó con elegancia, extendió su mano hacia mí y me sonrió.
“Un gusto, soy Valeria Ruiz”. Tome su mano y le devolví su gentileza con una sonrisa genuina.
Estuve hablando con esa señora por un tiempo, hasta que llegó Leonardo. Estaba de mal humor y eso se notaba en su ceño fruncido.
“Duquesa Del Castillo, un gusto saludarla”. Cuando Leonardo se dio cuenta de quién estaba a mi lado, cambio su actitud.
“¿Duquesa?”. Pregunte asombrada.
“Así es Valeria, pero solo llámame Adela, no me gustan esos títulos, que solo sirven para dividir a las personas en clases sociales”. La actitud humilde de la duquesa me llamó la atención, pocas personas eran como ella, porque hasta la mamá de Leonardo que siempre era tan amable, algo me decía que no confiara en ella. “¿Ustedes ya se conocen?. Pregunto la Duquesa, mirando a Leonardo.
“Si, señora. Valeria es mi esposa”. Respondió Leonardo con orgullo.
La Duquesa volteó a verme, su mirada reflejaba complicidad. “Ya veo niña porque dices que amas a tu esposo. Leonardo es un buen partido”. Comento la Duquesa, haciendo que mis mejillas se sonrojaron.
Voltee a ver a Leonardo y le dedique una sonrisa, a la que él respondió, aunque se veía sorprendido. Adela se despidió de mí, no sin antes invitarme a su casa, según tenía ganas de seguir conociéndome.
Cuando Leonardo y yo estuvimos solos, aprovecho para preguntarme, si era verdad que lo amaba, la verdad no sabía lo que sentía por él, y no supe cómo responder.
Estábamos hablando tranquilamente, cuando una mujer muy hermosa nos interrumpió. Se notaba que ella era del mismo círculo social que Leonardo.
“Hola cariño, tenía tiempo sin saber de ti”. Dijo la mujer coqueteando.
“Mariana. ¿Cómo has estado?”. Pregunto, Leonardo indiferente.
“Bien, esperando a que me llamaras para salir a cenar”. Comento ella con una sonrisa.
“Lo siento, pero no creo que a mi esposa le guste que salga con otras mujeres”. Dijo agarrando mi mano.
“Entonces los rumores son ciertos”. Respondió ella mirándome con desdén.
“Asi es, estoy felizmente casado con el amor de mi vida”. Leonardo me agarró por la barbilla y beso mis labios con dulzura.
“Ya veo, bueno entonces no los molesto más, espero que sean felices”. Esa mujer sonó muy falsa, sus palabras estaban cargadas de hipocresía. Antes de irse me miró con odio.
Leonardo y yo nos quedamos solos nuevamente, seguimos conversando tranquilamente, hasta que se padre llamo la atención de los presentes.
“Señores tengo un anuncio que hacerles”. Dijo mi adorado suegro.
La sala quedó en silencio y todos le prestaron atención al señor Sergio.
“Antes que nada les doy gracias por estar aquí el día de hoy. Cómo saben esta cena se había realizado con la finalidad de anunciar el compromiso de mi hijo Leonardo con la señorita Marlene Campos, pero en vista que mi hijo se casó con una mujer que no es de nuestra clase social y que no sabemos a ciencia cierta de dónde proviene, quiero en nombre de la familia Rizzo pedir disculpas pública a la familia Campos. Además de darles una indemnización por la falta presentada. Pero quiero dejar en claro que para nosotros la única mujer digna de ser la nuera de la familia, eres tú Marlene. Nuevamente, gracias por prestarme atención y espero que sigan disfrutando de la velada.
Me sentí humillada al límite, pero no le iba a dar el gusto a estas personas de verme bajar la cabeza. Mire a Leonardo y le dije que ya me iba y que si él quería siguiera disfrutando de la velada con la mujer que sus padres habían escogido para él. Con mi cabeza en alto salí de aquella casa. Sin embargo, Leonardo no vino detrás de mi, lo que ratificaba lo que ya sabía y era que él se había aburrido de mí.
Perdón es mi punto de vista.