Teodoro es hijo de un magnate, el es un joven malcriado que vive sin preocupaciónes pero todo se acaba cuando su padre para darle una lección le da el puesto de ejecutivo a su Rival de la escuela Melanie el debera trabajar para ella y no será nada fácil porque es perfeccionista y poco flexible a diferencia de Teodoro,
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capitulo 15
La noche había sido más larga de lo que Teo había anticipado. A pesar de que todo parecía ser solo un evento social de alto nivel, la tensión en el aire era palpable. Melanie había mantenido la compostura, pero Teo había visto cómo la ansiedad la consumía por dentro. Cada vez que su padre le dirigía una mirada despectiva, o cuando sus hermanos murmuraban comentarios cargados de desprecio, la fachada de Melanie comenzaba a resquebrajarse. Era como si la mujer fuerte y segura de sí misma que él conocía estuviera desapareciendo lentamente. Y no sabía cómo reaccionar ante eso.
Mientras la velada avanzaba, Teo no podía dejar de observar a Melanie. Ella no era la persona que había imaginado. La forma en que se mantenía erguida, sonriendo aunque no quería, era algo que nunca había visto. Por fuera, todo parecía en orden, pero por dentro, era evidente que luchaba con algo mucho más profundo de lo que él había supuesto. Y esa realidad lo incomodaba de una manera que no entendía.
Cuando finalmente la noche comenzó a decaer y la mayoría de los invitados se retiraban, Teo decidió que era el momento de hablar con ella. Necesitaba saber si todo estaba bien, aunque solo fuera para sentirse menos incómodo con la situación.
Melanie estaba al borde de la pista de baile, conversando con un cliente importante de la empresa, pero su expresión era más distante que de costumbre. Teo la observó desde lejos y decidió acercarse, sintiendo una extraña mezcla de preocupación y frustración. No podía permitir que siguiera fingiendo que todo estaba bajo control. Si algo había aprendido en los últimos días, era que Melanie no siempre tenía todo resuelto, como a menudo pretendía.
Se acercó con paso firme, interrumpiendo la conversación con el cliente con un tono amigable, pero firme.
—Oye, Melanie, ¿te importa si te robamos un minuto? —dijo, dirigiéndose al cliente con una sonrisa forzada que no alcanzó a disimular lo que realmente quería: asegurarse de que Melanie estuviera bien.
El cliente, que claramente había notado la tensión en el aire, asintió y se retiró sin más palabras.
Melanie se volvió hacia Teo con una expresión un tanto desconcertada.
—¿Qué pasa? —preguntó, tratando de sonreír, pero su tono no convencía. Era evidente que estaba agotada, tanto física como emocionalmente.
Teo no se anduvo con rodeos.
—Te estás rompiendo, Melanie. Lo he visto. ¿Por qué no me cuentas qué está pasando de verdad? No soy un idiota. Sé que no todo está bien.
Melanie frunció el ceño y levantó una mano, como si quisiera detenerlo antes de que continuara.
—No, Teo. No quiero hablar de esto ahora. Es solo... mi familia. Ya sabes cómo es todo. No es nada que no pueda manejar —respondió, pero su voz vaciló en las últimas palabras, como si no se estuviera convenciendo ni a sí misma.
Teo no pudo evitar soltar un suspiro de frustración. No era la primera vez que veía a Melanie hacer todo lo posible por evitar hablar de su familia, de sus problemas personales. Siempre parecía tan fuerte, tan capaz, tan... invulnerable. Y, sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, él comenzaba a ver las grietas en esa armadura que tanto se esforzaba por mantener.
—Mira, sé que lo has manejado sola durante mucho tiempo, pero ya basta, Melanie. No puedes seguir con esta fachada. No siempre tienes que ser la que soluciona todo por sí sola, ¿entiendes? —dijo Teo, tratando de hacerle ver que no siempre tenía que cargar con el peso del mundo.
Melanie lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de confusión y frustración. Parecía estar a punto de decir algo, pero se detuvo, como si no tuviera las palabras adecuadas. Al final, solo asintió lentamente, sin saber si quería o no aceptar lo que Teo acababa de decir.
—Tal vez... tal vez tienes razón. Pero eso no cambia nada, Teo. Mi familia... no lo entiendes. No hay forma de que alguien lo entienda. No puedes simplemente... quitármelos de encima —respondió, su tono cargado de un dolor que, por un momento, Teo no sabía cómo manejar.
Él la miró con una intensidad que nunca había mostrado antes. En ese momento, no era el compañero de trabajo sarcástico y molesto que siempre la desafiaba. No era el Teo que solo pensaba en sí mismo. Era alguien dispuesto a escuchar, dispuesto a estar allí para ella, aunque no tuviera todas las respuestas.
—No quiero quitarte a tu familia, Melanie. Pero sí quiero que sepas que no tienes que soportarlo todo sola. Y si me necesitas, aunque sea para gritarle a tu padre, lo haré. No sé, algo… —Teo se rió con incredulidad ante la seriedad del momento—. Lo que sea que necesites, estaré aquí.
Melanie se quedó en silencio, mirando a Teo como si lo estuviera viendo por primera vez. Algo en su mirada cambió, y por un momento, Teo pensó que ella iba a decir algo más. Pero, en lugar de eso, simplemente soltó un suspiro, tan profundo que parecía vaciarla de toda la energía que le quedaba.
—Gracias, Teo. No sé qué decirte. La verdad es que... nadie ha sido tan directo conmigo antes. No sé si me gusta o me asusta —dijo, con una sonrisa triste que no alcanzó a iluminar su rostro por completo.
Teo sonrió de vuelta, pero era una sonrisa cansada, un reflejo de todo lo que había ocurrido esa noche.
—Es lo que hago. Después de todo, siempre estás tan ocupada controlando todo, que parece que alguien tiene que recordarte que también eres humana, ¿no? —dijo, bromeando, pero su tono era más suave de lo habitual.
Melanie asintió, dejando escapar una pequeña risa nerviosa. Por un momento, la tensión que había mantenido en su cuerpo se disipó un poco, y Teo pudo ver una versión de ella que no había visto antes. Una mujer que no necesitaba ser la heroína todo el tiempo. Una mujer que, aunque intentaba ocultarlo, también tenía sus propias vulnerabilidades.
El resto de la noche pasó sin más incidentes, pero Teo no dejó de pensar en lo que había dicho Melanie, en lo que él mismo había dicho. Había algo en ella que lo atraía, algo que lo hacía querer estar cerca, querer ayudarla, incluso si no entendía completamente el motivo. Algo en esa mezcla de fortaleza y fragilidad le hacía sentir que, quizás, había más entre ellos de lo que parecía a simple vista.
Cuando finalmente dejaron el evento, Melanie se detuvo frente al coche, mirando hacia la entrada del edificio. Teo la observó en silencio, sin saber si debía decir algo o simplemente dejarla en paz. Pero antes de que pudiera decidir, ella lo miró, una vez más con esa mirada que lo descolocaba, y le sonrió levemente.
—Gracias por estar aquí, Teo. En serio. No sé qué habría hecho sin ti esta noche.
Teo la miró por un segundo, un poco atónito por lo directo de sus palabras, pero, al final, simplemente respondió:
—No tienes que agradecérmelo. Es lo menos que podía hacer. Pero, si necesitas más ayuda, ya sabes dónde encontrarme.
Y, con eso, se subieron al coche, dejando atrás una noche llena de revelaciones y cambios silenciosos. Aunque ninguno de los dos lo dijera en voz alta, sabían que algo había comenzado a cambiar entre ellos, algo que iba más allá de las bromas y las disputas. Algo que los acercaba, incluso cuando ninguno de ellos quería admitirlo.