Fiorella estaba feliz por casarse con el hombre de su vida, su amado Camilo. Pero no todo era como ella pensaba. La noche misma de su boda ella comprendió el gran error que había cometido. Aún así piensa que su amor puede hacer que todo cambie y se dispone a ser todo para complacerlo.
Decidida a ganarse el amor y la confianza de ese cruel hombre ha soportado todos sus desplantes y desprecios. Pero todo resulta inútil, ya que otra mujer ocupa el mayor lugar en el corazón del hombre, y es la merecedora de todo su amor, comprensión y cuidados. Ella solo será por siempre el ser despreciable que se metió en medio para separarlos y que constantemente lastima e intimida a su dulce primer amor. Él nunca la verá de otra manera y ya es tiempo de que lo entienda y se de por vencida, antes de que sea demasiado tarde para ella.
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Sí o sí
Emmett volvía al hospital feliz. Había estado mucho tiempo fuera solucionando los problemas en la empresa y terminando de ultimar detalles sobre el divorcio de Fiore. Había pasado por el centro comercial propiedad de su familia, necesitaba comprarle ropa y un celular nuevo. Podría haber enviado a Cristian pero necesitaba hacerlo él mismo.
Caminaba tranquilo por el lugar cuando pasó por al lado de tres mujeres, parecían madre e hijas. Estas lo miraron con cara de necesitadas. Parecían animales hambrientos a punto de devorarlo. Su impulso fue el de siempre, fruncir su ceño y mirar a sus hombres para que lo rodearan y no permitieran que nadie se atreviera siquiera a volverlo a ver.
El carácter de Emmett era sumamente difícil, a pesar de que se sentía feliz porque su amada le correspondía, no por eso iba a andar dejando que las mujeres lo desnudaran con la mirada. La única que podía hacer eso era su pequeña. Él había sido un hombre sumamente mujeriego, pero solo estaba con otras mujeres para poder mantenerse lejos de ella. Cuando Fiorella se fue dejó de frecuentar mujeres, apartó a todas las que pululaban a su alrededor. Su carácter se volvió más sombrío y demoníaco de lo que ya era.
Emmett había tenido en su juventud su período de rebeldía. Le gustaban las peleas y las carreras clandestinas, en ese ambiente él se hacía llamar Hades, la razón simple, era un verdadero Dios encarnado, en este caso el dios del inframundo. Su moto tenía cadenas pintadas y en ella se leía en hermosas letras grises “Cerbero” ese era el nombre del perro de tres cabezas que custodiaba el ínferos, mascota de Hades.
Como el dios del infierno era aterrador, nadie se atrevía a enfrentarse a él. Todo el bajo mundo de la ciudad y las ciudades alrededor le temían. Su sola presencia infundía miedo y respeto en partes iguales. Los seres que se movían en la clandestinidad le debían mucho y estaban siempre dispuestos a ayudarlo si este los llamaba. Era un hecho que Camilo Lanster nunca sabría bien de donde había venido el golpe.
Caminaba por el lugar como el dios que era. Su semblante frio, distante y seguro lo convertía en un hombre deseado y temido en partes iguales.
Las tres mujeres lo seguían con la mirada.
Madre, ese es Emmett Meyer, tengo que lograr acercarme a él decía Andrea con la ilusión en los ojos. Casarse con un hombre como él la pondría en el estatus más elevado sería, de seguro, la envidia de todos.
Ellas vivían un poco más alejadas, ya que provenían de Ciudad A, pero preferían conducir y comprar en el lugar más exclusivo, que hacerlo en uno de la ciudad. Además que podían encontrar hombres tan hermosos y distinguidos como lo es Emmett Meyer.
Hija, tranquila, yo te ayudaré ese hombre debe ser tuyo dijo con aires de suficiencia.
Crista las miraba con molestia, “Andrea se cree demasiado” se decía a sí misma, ya que ella consideraba que un hombre así en realidad era lo que ella necesitaba. Por ahora debía enfocarse en Camilo, luego vería que hacer si este seguía sin concretar nada. Ella no se quería rendir, quería ser la Dama Lanster, sí o sí.
En la oficina de Meyer Corp. Basil recibe una visita inesperada.
Señor Meyer, una señora Lanster necesita verlo dijo Sergio, que seguía siendo su asistente personal.
Haz que pase contestó el hombre intrigado.
¿Qué querrá esta señora? ¿Sabrá a procedencia de mi princesa? Se preguntaba mientras esperaba que ella entrara por esa puerta.
Buenas tardes señor Meyer dijo la anciana con gran dignidad en sus palabras.
Usted dirá que desea contestó el hombre entre sorprendido e intrigado, pero no mostraba en su semblante ninguna de estas emociones.
Quiero preguntar por mi niña, mi Fiorella dijo ella llena de vergüenza y temor por lo que pudiera contestar o hacer Basil Meyer.
En todos lados eran conocidos los Meyer por su poderío. Nadie los enfrentaba, ellos podían aplastarte con tan solo un movimiento y la abuela lo sabía.
Creo que tiene mucho que explicar Dama Lanster contestó Basil. Ahora sí se encontraba visiblemente molesto.
Entiendo por sus palabras que mi niña se encuentra bien y que está con ustedes respondió la mujer dejando salir un suspiro. Ahora que sabía que ella estaba bien podía respirar tranquila.
Yo quiero comenzar por disculparme. Siempre supe quién era Fiorella, aunque ella no estaba enterada de eso dijo la anciana con una evidente angustia en sus palabras.
Decidí dejar su identidad en el anonimato ya que esa era su voluntad emitió un suspiro antes de continuar. Su relato era algo difícil de decir.
Noté que mi Camilo estaba fascinado con ella, no lo demostraba, su carácter es un poco reservado trató de justificar.
En todo ese tiempo Basil guardaba silencio, no quería interrumpir el relato, deseaba conocer más de todo lo que había pasado, por lo menos lo que la anciana sabía.
Yo no le dije a nadie lo que sabía de ella, era ella quién debía hacerlo hizo una breve pausa.
Conforme el tiempo fue pasando y con un poco de ayuda mía ellos estaban cada vez más cerca. Pero yo quería más una lágrima comenzó a rodar por su mejilla, ella era tan culpable como los otros de todo lo que la niña tuvo que vivir.
Fragüé todo para conseguir que ellos se casaran y lo hice, solo que no sabía que esas viciosas llegarían antes la furia y el odio se mezclaban con la tristeza. Ella también necesitaba venganza.
Señor Meyer, no sé como pero envenenaron a mi nieto en contra de la niña. Él es un buen muchacho, pero se comportó como un patán anunció la señora con seguridad.
Sé que usted se cobrará cada lágrima de mi niña, y estoy de acuerdo se acomodó mejor en la silla antes de continuar hablando. Lo que tenía que decir era lo más difícil que había hecho en su vida.
Le pido solo que respete la vida de Camilo, sé que tomará todo lo demás concluyó por decir.
Basil estaba sorprendido. Pensó que pediría perdón y que imploraría clemencia, no que se ofrecería a ayudar con sus planes revanchistas.
Yo se parte de todo lo que ella sufrió en manos de esas basuras la ira se dejaba ver a través de sus palabras.
Voy a destruirlos, a él a su puta y a su madre y hermana sentenció seguro el hombre mayor.
Lo único que puedo perdonarle es la vida, y solo porque usted me lo está pidiendo de frente
Gracias señor Meyer. Cuente conmigo para todo lo que lo necesite repitió la mujer.
La reunió continuo durante una hora más. Adela debía decir todo lo que sabía, era la manera de defender a su niña y salvar un poco a su nieto quien había resultado ser un verdadero pusilánime.
Emmett había podido terminar con su compra y ya estaba entrando al hospital. Como todos los días lo único que quería era poder estar con su amada y ahora más que nunca.
Al entrar se encontró con un gran alboroto. En el lugar se encontraban Blanca y Lucía, cuchicheando sin parar. Parece que esas niñas se traían algo entre manos. Las tres lo miraron y guardaron silencio. Parece que el tema de conversación había sido justo el apuesto hombre que atravesaba la puerta.
Hola revoltosas saludo a las dos hermanas.
Te extrañé mi hermosa dijo dando un beso en los labios de su amor. Esa era la mejor recompensa de un día agotador.
Las tres se quedaron con la boca abierta y los ojos como platos. Era increíble lo que estaban presenciando, Parece que el jefe Meyer había decidido dar un paso al frente.
Fiorella, estaba toda roja como una rica y apetecible manzanita roja. No sabía adonde mirar y movía su cabeza de un lado al otro, mientras sus pestañas aleteaban sin parar. Tanto movimiento desacomodó su hermoso cabello que se había volcado hacia su cara.
Era una imagen celestial. Emmett pensó que quería dormir y despertar cada día mirando ese hermoso rostro.
Las muchachas comprendieron que ya estaban de más y decidieron marcharse, no sin antes hacer de las suyas.
Nosotras nos vamos dijo Lucía con una miraba pícara.
Emmett, recuerda que aún está convaleciente y no puede hacer movimientos bruscos dijo Bianca muy risueña.
Fiorella no sabía adonde meterse, por lo que se tapó con las sábanas hasta la cabeza mientras saludaba a sus amigas alocadas desde abajo.
Emmett solo sonreía risueño, sabía que ella estaba aún imposibilitada de cualquier movimiento, sino fuera así no sabe si aguantaría hacerle todo lo que quiere y desea.