Orien reencarnó en un mundo desconocido, luego de haber habitado por mucho tiempo en Goren y ahora siendo un mago de alto rango decide aventurarse por el inmenso continente Venus.
¿Qué nuevas aventuras descubrirá Orien Nadali?
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Dimanar, reino de los enanos
El reino Dimanar había sido destruido por los demonios, y según Zura ya no quedaban más enanos; pero se sorprendió al ver a una enana corriendo por el bosque. Ella la siguió alejándose del grupo.
—Con razón es tan poco amigable, su familia fue asesinada por los demonios. —Atan dijo mirando una muñeca de trapo sucia y quemada. —Pensaba que los enanos median menos de un metro. —Orien se ríe por lo que dice el muchacho.
—Zura es mitad elfo. La mayoría de los enanos si miden un metro o menos. —Orien miró a Atan de arriba hacia abajo. —Los demonios si que miden bastante.
—Mitad demonio, —Aclaró, Orien subió los hombros como diciendo «es lo mismo». Dimanar era parecida a Ziri, tenía una hermosa fauna. Orien se agachó frente a unas flores amarillas, sintió algo de nostalgia al verlas. Estaba extrañando a sus padres y eso que no llevaba mucho viajando.
«Creo que no voy a poder durar dos años lejos de casa», Happy llegó a su lado y se agachó de igual manera. —Papá, ¿cuándo regresaremos a Goren? Extraño a papá.
Orien arrugó las cejas luego miró al dragón con sorpresa, después se echó a reír.
—También llamas a Darién papá, —Orien carcajeó casi quedándose sin aire. —Sería divertido ver la reacción de la princesa.
Orien dejó de reírse y sintió como si Darién le reprochaba por ese apodo, él sonrió al imaginar la reacción tierna del emperador de Goren.
—¿Por qué lo llamas así?
—Ah, suena divertido. ¿Dónde está Zura? —Él buscó con la mirada a la elfo pero no la encontró. —Atan, ¿viste a Zura? —Este negó con la cabeza para luego decir que tal vez la elfo se adentró al bosque. Orien se puso de pie y tomando la mano de Happy se adentró entre los matorrales a buscarla, seguido de Atan.
—Sería emocionante ver a un duende, es como una versión maligna de los enanos —el muchacho comentó con las manos en ambas cinturas. Orien no prestó atención y siguió buscando a la elfo mientras que Happy volaba para poder hallarla con más rapidez.
Los árboles de Dimanar eran altos, dando la impresión de un bosque bastante frondoso. Orien y los demás siguieron el pequeño caminito trazado en medio de la pradera. Buscaron a la elfo por varios minutos, hasta llegar a lo que parecía ser un pueblo. Unas casillas camufladas con plantas encima de ellas, las puertecitas redondas y con pequeñas ventanas. En ese momento dos pequeños enanos cruzaron corriendo entre risas mientras otra (la madre tal vez) les pedía que no se alejaran de la aldea. La enana los vio con sorpresa dejando caer el plato que estaba sosteniendo.
—Regresen, —ella llamó a sus hijos. —Rápido. —Agregó.
—Hum, hola —Orien intentó parecer amigable, a su lado los enanitos cruzaron con la cabeza media agachada. —No haremos nada, solamente quiero preguntar si han visto a una chica con unas trenzas rojas. Es mitad elfo.
—¿Para qué la quieren? Son esclavista, ¿verdad? —Orien negó rápidamente, luego enseñó su placa de mago y una pulsera que le había obsequiado Elios.
—Somos amigos, ella estaba con nosotros y se alejó un momento, por eso la estamos buscando.
—No creo en las palabras de un humano. —Ella escupió molesta al suelo.
—Simplemente llamé a Zura y sabrá la verdad.
—Mamá, conoce su nombre —La enano miró mal a su hijo luego le ordenó que permaneciera en silencio.
—No se muevan de ahí, iré a buscar a la señorita Zura.
Orien se sentó en una roca a esperar mientras que Atan miraba curioso a todas partes. Él reflexionó pensando en lo doloroso que era ver a tu reino siendo destruido, ¿qué querían los demonios? se preguntaba. Iba a preguntarle a Atan sobre los demonios pero guardó silencio al notar donde se encontraba.
La enano regresó con Zura, quien se alegró al verlos corriendo a abrazar muy feliz a Orien. Ella observó la escena con confusión. —No sabía que había sobrevivientes, gracias Orien por permitirme venir contigo. —la elfo se aferró con fuerza al torso de Orien.
—No agradezcas, tu misma los encontraste. —Luego ella se apartó para luego mirar a Atan con incomodidad. Él no se quejó, comprendía la razón detrás del rechazo ( y aunque él no era el causante de ese daño) podía empatizar con los sentimientos de Zura. Igual que con los de todos los enanos. Tal vez su padre estaba loco, al enamorarse de un demonio.
El jefe de la aldea se interesó en Orien al ver la placa de la academia, por lo que lo retuvo un buen momento hablando sobre la magia y la hechicería que practicaban los enanos, (era casi lo mismo que la magia).
Orien estiró su cuerpo mientras se acercaba a la fogata, allí estaba Atan alejado de todos mientras miraba el fuego con una mirada perdida.
—¿Estás bien? —Él asintió lentamente. —No pareces. No pienses mucho, tu no elegiste a que raza pertenecer. Así que, no te deprimas por eso.
—Hum, lo sé. —Dijo con una voz suave. —Tú eres una buena persona —comentó lentamente.
Orien carcajeó, luego dijo: —me debes una sección por ayudarte psicológicamente.
—¿Qué? —Atan cuestionó confuso.