Luana Martínez es una joven de 23 años que ha dedicado su vida a la repostería, siguiendo los pasos de su madre en la pastelería familiar. A pesar de ser sociable y tener un fuerte vínculo con su hermano Mike, Luana es reservada y prefiere la tranquilidad de su hogar a las fiestas. Su vida da un giro inesperado cuando recibe una invitación a la fiesta de Logan Harris, un atractivo empresario de 27 años conocido por su vida social agitada y su carisma.
A medida que Luana se adentra en el mundo glamuroso de Logan, comienza a cuestionar sus propias limitaciones. Él, con su espíritu aventurero y despreocupado, es todo lo contrario a ella. A través de encuentros inesperados y conversaciones profundas, Luana se encuentra cada vez más atraída por su manera de ver la vida. Luana debe enfrentar sus miedos y abrirse a nuevas experiencias, mientras descubre que el amor puede florecer en los lugares más inesperados.
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Capítulo 4: Un encuentro inesperado
Logan
La música retumbaba en el amplio salón, una mezcla de ritmos latinos y electrónicos que invitaba a moverse sin parar. La pista de baile estaba llena de gente, todos disfrutando de la fiesta, pero mi mirada se movía entre la multitud buscando algo más que la euforia general. La noche era mía, la celebración de mi nuevo hotel, pero la verdad es que no me sentía tan emocionado como debería.
Había trabajado incansablemente durante años para llegar a este punto, para construir un imperio hotelero que me permitiera dejar mi huella en el mundo. Pero la satisfacción que esperaba sentir no llegaba. La fiesta era un éxito, la gente se divertía, la música era perfecta, pero algo me faltaba.
Tal vez era la presión de ser el anfitrión, la responsabilidad de mantener todo bajo control. O tal vez era la soledad que sentía, a pesar de estar rodeado de gente.
Mi mirada se posó en un grupo de mujeres que bailaban cerca de la barra. Una de ellas, con un vestido gris claro que se ajustaba a su figura y un cabello castaño que le caía sobre los hombros en suaves ondas, captó mi atención. Había algo en ella que me llamó la atención, una mezcla de timidez y seguridad que me intrigaba.
Me acerqué a ellas, sintiendo una extraña sensación de anticipación.
— Buenas noches,como están pasado la noche? — pregunté, tratando de parecer relajado.
Las tres mujeres se giraron hacia mí, y una de ellas, la que me había llamado la atención a la distancia,era Luana.
— Hola, Luana. — dije, con una sonrisa. — Me alegro de verte de nuevo.
— Hola, Logan. — respondió, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas. — Gracias por tu ayuda con el vestido.
— No fue nada. — dije, con un tono de voz amable. — Me alegro de que ya no tengas la mancha.
— Sí, ya no se nota. — respondió, con una sonrisa.
— ¿Están divirtiéndose? — pregunté, tratando de parecer relajado.
— Sí, la fiesta es increíble — contestó la chica a su lado,era bonita llevaba un par de anteojos y una sonrisa en sus labios.
— Me alegra escucharlo. — dije amable,con una sonrisa. — ¿Puedo ofrecerles algo de beber?
— Gracias, pero ya tenemos champagne. — dijo otra de las mujeres, con un tono de voz más alegre.
— Perfecto. — respondí, sin dejar de mirar a Luana, la mujer que me había cautivado. — Disfruten de la noche.
Me dirigí hacia la barra, pero no pude evitar volver a mirarla. Había algo en ella que me llamaba, una sensación de misterio que me intrigaba.
— ¿Era Logan Harris? — preguntó una de las amigas de la mujer, con algo de sorpresa.
No estaban muy lejos por lo que lograba escuchar su conversación.
— El mismo Logan Harris. — respondió Luana,asintiendo.
— ¡No me digas! — exclamó la amiga, con la boca abierta. — ¡Es el dueño del hotel!
— ¡Es increíble! — dijo la otra amiga, con un tono de voz asombrado.
— Sí, es increíble. — respondió la mujer, con una sonrisa.
Me sentí atraído por su sonrisa, por la forma en que sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y admiración. Decidí volver a acercarme a ellas.
— ¿Te importa si me uno a ustedes? — pregunté, con un tono de voz casual.
— Claro, adelante. — respondió ella, con una sonrisa que me hizo sentir una oleada de satisfacción.
— Gracias señoritas,por cierto un gusto, Logan Harris — Me presente con una sonrisa.
— Vanessa. — dijo una de sus amigas, con una sonrisa.
— Daniela. — dijo la otra, con un guiño.
— Encantado de conocerlas. — dije, sintiendo una oleada de confianza.
La conversación fluyó con naturalidad. Vanessa y Daniela eran divertidas y extrovertidas, mientras que Luana era más callada, pero su mirada y su sonrisa me cautivaban.
— ¿Te gusta la música? — pregunté a Luana, sintiendo una necesidad de conectar con ella.
— Sí, me gusta mucho. — respondió, con una sonrisa. — Aunque no soy muy buena bailando.
— No te preocupes, yo te enseño. — dije, con una sonrisa. — Solo tienes que seguir mis pasos.
— ¿Te gustaría bailar? —
— No sé. — respondió, sintiendo un poco de nerviosismo. — No soy muy buena bailando.
— No te preocupes, yo te enseño. — dije, con una sonrisa. — Solo tienes que seguir mis pasos.
Luana aceptó, y la llevé a la pista de baile. La tomé de la mano, y la guie con suavidad, mostrándole los pasos básicos. Comenzamos a bailar,al principio un poco torpe, pero luego fue soltándose poco a poco, sintiendo la energía de la música y la compañía mía.
— ¿Te gusta bailar? — pregunté, con un tono de voz divertido.
— Sí, me gusta. — respondió, con una sonrisa. — Aunque no soy muy buena.
— No te preocupes, todos empezamos en algún momento. — dije, con una sonrisa. — Lo importante es disfrutar.
Luana se rió, y continuó bailando conmigo. Me sentía cómodo a su lado, y disfrutaba de la conversación y de su compañía. Era una mujer encantadora, con un sentido del humor que me hacía reír y una inteligencia que me fascinaba.
— ¿Trabajas en algo? — pregunté, con un tono de voz interesado.
— Sí, trabajo en la pastelería de mi madre. — respondió, con una sonrisa. — Me encanta hacer pasteles.
— Eso suena genial. — dije, con una sonrisa. — ¿Y qué tipo de pasteles te gusta hacer?
— Me gusta hacer todo tipo de pasteles. — respondió, con una sonrisa. — Pero mis favoritos son los de chocolate.
— Me encanta el chocolate. — dije, con una sonrisa. — ¿Te gustaría que te invitara a tomar un café algún día?
— Me encantaría. — respondió, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas.
— Perfecto. — dije, con una sonrisa. — Te dejo mi tarjeta.
Le di mi tarjeta, y ella la guardó en su bolso.
— Gracias, Logan. — dijo, con una sonrisa.
— De nada, Luana. — dije, con una sonrisa. — Espero verte pronto.
Me despedí de ella, y me fui a hablar con un grupo de amigos. La imagen de Luana se quedó grabada en mi mente. Había algo especial en ella, una chispa que me había cautivado.
La noche continuó, llena de conversaciones, risas y música. Pero mi mente seguía pensando en Luana. La vi bailando con sus amigas, y una sonrisa se dibujó en mi rostro.
La fiesta había sido un éxito, pero lo que realmente me había cautivado era la posibilidad de conocer a Luana mejor.