Novela finalizada. Escribo con amor, por lo que espero lo mismo de ustedes.
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Cap 18
Capitulo largo y potentoso... ¡Ahi les va la bomba!
Revelaciones. p1
Tipo de narrador Omnisciente.
Mientras Samantha, Klaus y sus hermanas se aventuran por las pintorescas calles de Santorini, la tarde promete ser tanto productiva como placentera. La villa de la familia Bulgari está en plena preparación para la celebración del cumpleaños de la señora Helena, y el bullicio del mercado local se convierte en un escenario ideal para encontrar lo necesario para la fiesta.
Las hermanas de Klaus, Ariadna y Briseida, deciden separarse del grupo durante un breve lapso. Tienen en mente un plan especial, comprar cosas para el bebé de Samantha, un gesto de afecto y bienvenida que refleja la calidez y la generosidad de la familia Bulgari. Se alejan con una mezcla de entusiasmo y determinación, prometiendo regresar con una selección de regalos que encantarán a Samantha.
Mientras tanto, Klaus y Samantha se dirigen a una elegante boutique local que, con su variedad de opciones, parece ser el lugar perfecto para una renovación de vestuario. Klaus, con un ojo atento para la moda y un deseo de ver a Samantha cómoda y deslumbrante, elige cuidadosamente prendas que ella puede usar en la celebración y en su vida cotidiana en Santorini.
—Déjame ayudarte a elegir algo especial —dice Klaus, con una sonrisa que mezcla el interés y el cariño.
Samantha se siente un poco nerviosa al principio, pero la atención de Klaus y la atmósfera relajada del lugar hacen que se sienta cada vez más a gusto. Mientras exploran la tienda, elige una variedad de ropa, desde elegantes vestidos para las cenas en la villa hasta cómodas prendas para el día a día. También se asegura de encontrar todo lo necesario, desde ropa interior hasta zapatos a juego para el vestido que llevará a la celebración.
La experiencia de comprar es una nueva forma de terapia para Samantha, un escape de la tristeza que había marcado su vida anterior. La alegría de elegir prendas y ver cómo Klaus se involucra en el proceso le da una sensación de normalidad y felicidad. Las compras se convierten en una actividad que le permite reconectar con la parte de sí misma que había dejado de lado durante tanto tiempo.
A medida que Klaus la observa con atención, elige con cuidado y asegura que todo sea perfecto, Samantha no puede evitar sentirse extraña por este momento de normalidad y alegría. Cada cosa que eligen juntos representa un pequeño paso para conocer mejor sus gustos. Ambos tienen por delante lo sofisticado y elegante, pero Klaus secretamente quiere verla sexi y ser el hombre más envidiado del mundo por tener a una mujer como Sam a su lado.
Mientras las horas pasan, Ariadna y Briseida regresan con una variedad de regalos para el bebé, incluyendo encantadoras ropitas y accesorios que muestran el cariño y la emoción de la familia por el próximo miembro que llegará, si es que Klaus y Sam se dan la oportunidad y si no, de todas formas lo hacen de corazón y quieren que Samantha se lleve un bonito recuerdo.
Al final del día, Samantha se siente renovada y lista para el almuerzo de mañana. La combinación de la calidez de la familia Bulgari y la simpleza de las compras ha traído un respiro de frescura a su vida. Aunque el viaje ha sido inesperado y lleno de sorpresas, ha encontrado consuelo y alegría en los pequeños momentos, agradecida por la oportunidad de comenzar de nuevo y convenciéndose cada vez mas de que esos hermosos ojos negros que la miran con devoción son los que quiere tener cerca para sentirse así de bien de ahora en adelante.
Mientras Samantha, Klaus y las hermanas Bulgari disfrutan de su día en Santorini, en Texas, Eliot y Emilie están inmersos en la última etapa de su mudanza. La casa de los Tennyson, que alguna vez estuvo llena de vida y planes futuros, está ahora en proceso de ser desmantelada y empacada, mientras los últimos detalles se ultiman para el nuevo capítulo en Londres.
Eliot y Emilie se han encargado de informar a sus familias sobre su decisión de mudarse a Londres y establecerse allí. La noticia, aunque inesperada, ha sido recibida con una mezcla de sorpresa y emoción. La familia Tennyson, acostumbrada a tener a Eliot y Emilie cerca, está un poco desconcertada por el cambio repentino, pero comprende la importancia de esta nueva etapa para ellos.
—Sabemos que esto es un gran cambio, pero creemos que es lo mejor para nosotros en este momento —dice Emilie con una sonrisa, tratando de transmitir su entusiasmo mientras se despide de su madre. — Londres tiene tantas oportunidades y queremos aprovecharlas al máximo.
Su madre, con un semblante de mezcla entre tristeza y orgullo, abraza a Emilie con fuerza. Aunque siente la falta que les hará tener a su hija tan lejos, entiende el deseo de Emilie de buscar nuevas experiencias y desafíos. Su padre, por otro lado, se muestra más práctico y ofrece palabras de aliento, asegurándoles que siempre serán bienvenidos en casa cuando decidan regresar.
En la casa de Eliot, la situación es similar. Su familia, aunque un poco más reservada, respeta su decisión y les desea lo mejor en su nueva aventura. Su padre, un hombre de negocios con un enfoque pragmático, ofrece algunos consejos útiles para la mudanza y se asegura de que su hijo tome la decisión correcta. Ni Eliot ni Emilie les dicen a sus padres con quien estarán en Londres, son cuidados en no dar muchos detalles de eso para no mencionar a Samantha. Las dos familias son amigas de los Johnson y mientras menos sepan de ella, mejor.
Eliot y Emilie habían vuelto a su casa después de una larga y emotiva tarde con sus familias, disfrutando de una cena tranquila para terminar el día. El ambiente era cómodo, aunque cargado de la expectativa de los próximos cambios. Estaban a punto de sumergirse en la rutina, pero el sonido del timbre rompió la calma.
Eliot dejó su tenedor y se ofreció a abrir la puerta. Al abrir, se encontró con Derek, su mejor amigo, parado en el umbral. Derek apenas se parecía al hombre confiado y ordenado que Eliot solía conocer. Tenía ojeras profundas, barba crecida y un cabello largo y desprolijo, que claramente no había visto un peine en días.
—Pensé que no llegarías a tiempo para la boda —dijo Eliot, intentando sonar optimista, aunque sabía que su comentario no ayudaría.
Emilie, al ver el estado de Derek, frunció el ceño con desaprobación. Sin decir nada, se levantó de la mesa y se dirigió a su habitación, claramente disgustada por la interrupción.
Derek, como si no hubiera notado la frialdad en el ambiente, mantuvo su mirada en el suelo, sus manos aún en los bolsillos.
—¿Podemos ir a beber unos tragos? Es mi última noche como soltero —pidió Derek, su voz teñida de cansancio y desesperación.
Eliot, consciente de la gravedad de la situación, no pudo negarse. Sabía que, aunque la situación era compleja, no podía darle la espalda a su amigo en ese momento. Sin decir nada, tomó su chaqueta y las llaves del auto, y ambos salieron de la casa.
El trayecto hacia el bar fue silencioso, pero una vez que llegaron y se sentaron con sus primeras bebidas, Derek comenzó a desahogarse. Le contó a Eliot el infierno que había vivido en los últimos meses sin Samantha. Derek habló de las imposiciones absurdas de su madre, de cómo había perdido todo control sobre su vida, y cómo se sentía atrapado en una boda arreglada con la hija de un importante petrolero, una abogada de renombre, pero con la que no tenía ninguna conexión real.
Eliot escuchaba en silencio, sintiendo una creciente sensación de culpa en su pecho. Sabía que no podía decirle a Derek a dónde iba ni para quién trabajaría. Tampoco podía hablar del embarazo de Samantha. Estaba atrapado entre la lealtad a su amigo y la necesidad de proteger los planes que habían hecho junto a Samantha.
Conforme pasaban las horas y las botellas de licor se vaciaban, Eliot sintió que su control sobre la situación comenzaba a desvanecerse. La culpa y el alcohol hicieron que, en un momento de descuido, Eliot dejara escapar una frase que no debería haber dicho.
—Em está muy feliz por el embarazo de Sam… —dijo, antes de darse cuenta de lo que había dicho.
Derek, que había estado absorto en sus pensamientos, levantó la cabeza de golpe, sus ojos llenos de sorpresa y dolor.
—¿Qué has dicho? —preguntó, su voz tensa, como si estuviera al borde de perder el control. — ¿Está embarazada? ¿De quién?
Eliot, consciente de su error, intentó arreglarlo de inmediato.
—Quiero decir… ella conoció a un buen hombre, Derek. Pronto serán padres, y ella está bien, realmente bien. —Su voz era firme, pero dentro de él sabía que no era suficiente para ocultar la verdad.
Derek lo miró fijamente, como si tratara de procesar lo que acababa de escuchar. Las palabras de Eliot se quedaron suspendidas en el aire pero clavadas en su cabeza, se le fue a borrachera en un segundo después de decir semejante noticia, mientras Derek intentaba comprender todo lo que estaba ocurriendo. Finalmente, bajó la mirada, tomando un largo trago de su bebida.
—Así que… ella ya me ha olvidado, ¿eh? —murmuró, con una mezcla de resignación y amargura. Poco le duro el dolor del divorcio.
Eliot no supo qué responder. Sabía que cualquier cosa que dijera solo empeoraría la situación. Se limitó a asentir levemente, deseando poder borrar la conversación que acababan de tener.
El resto de la noche pasó en una especie de neblina, ambos hombres bebiendo en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Para Eliot, la culpa era casi insoportable, sabiendo que había traicionado a su mejor amigo de una manera que no podría reparar.
Para Derek, la noticia era un golpe devastador, el último clavo en el ataúd de la vida que alguna vez había soñado tener con Samantha y que por culpa de su madre no pudo concretar. Enterarse tres años después de cómo fueron las cosas fue devastador, a él no le importaba si era una simple pastelera o una magnate en el mundo empresarial, en la amaba tal y como era y como un estúpido le negó la felicidad.
El ambiente en el bar se volvía cada vez más tenso. Eliot sentía cómo la culpa lo consumía, mientras Derek, con sus ojos cansados y llenos de dolor, compartía una confesión que lo dejó helado.
— ¿Recuerdas esa noche que nos encontramos aquí? —Derek comenzó, su voz baja, cargada de una mezcla de nostalgia y amargura. Eliot asintió, recordando perfectamente aquella noche. Era el tercer aniversario de su matrimonio con Sam, pero también la noche en que Derek había estado en su punto más bajo.
Derek continuó, su tono cambiando, volviéndose más oscuro, casi desesperado. —Esa noche simulé estar ebrio y me metí en su alcoba. Después me metí en su cama y le hice el amor. La disfruté por última vez, Eliot. Ella también lo disfrutó. Ambos lo hicimos y fue hermoso. Escuché cada palabra, cada suspiro, y la escuché llorar hasta que salió el sol y se levantó. Pero antes de marcharse, besó mis labios y acarició mi rostro. —Derek hizo una pausa, como si reviviera ese momento—. Extrañaba mucho a mi mujer y finalmente la tuve por última vez, sin saber que ya tenía preparado el divorcio. No sabía que mi madre también lo había iniciado. ¡Mi vida es una mierda, Eliot!
Eliot se sentía atrapado, su estómago se retorcía con una mezcla de compasión y horror por lo que acababa de escuchar. Las palabras de Derek resonaban en su cabeza, mezclándose con el peso de lo que sabía. Pero justo cuando pensaba que no podía empeorar, Derek se quedó pensativo, sus ojos se fijaron en Eliot con una intensidad que hizo que este último se tensara.
—¿De cuánto tiempo está embarazada Samantha? —Preguntó Derek de repente, su voz cargada de una sospecha que aterrorizó a Eliot—. No usé protección esa noche y...
Eliot sintió cómo la sangre se le helaba. Su mente, ya nublada por el alcohol, luchaba por encontrar una salida, pero todo lo que podía pensar era en la devastación que esto podría causar. Por un lado, tenía a su mejor amiga, Samantha, y por el otro, a su mejor amigo de toda la vida. No podía traicionar a ninguno de los dos, pero las palabras de Derek lo acorralaban, presionándolo más allá de lo que podía soportar.
—Amigo, mejor no pienses en eso —dijo Eliot, tratando desesperadamente de desviar la conversación. Su voz sonaba tensa, casi suplicante —. Podrías cambiar tu vida si quisieras, salir del yugo opresor de tu madre. Eres un hombre, maldita sea, usa tus bolas de una vez y haz tu voluntad por primera vez en tu vida.
Pero Derek no se dejó engañar tan fácilmente. Había algo en la voz de Eliot que lo hizo sospechar aún más. Decidió jugar su carta con cautela, simulando beber más de lo que realmente estaba tomando. Le daba más licor a Eliot, animándolo a seguir bebiendo, esperando que, bajo la influencia del alcohol, la verdad saliera a la luz.
Mientras Eliot tomaba otro trago, Derek lo observaba, su mente trabajando rápidamente. Si había alguna verdad en lo que sospechaba, estaba dispuesto a obtenerla, sin importar lo que tuviera que hacer.
Parte 2 mañana.... sufran mis queridas lectoras.