¿Morir por amor? Miranda quiere salvar la vida de Emilio, su mejor amigo. Pero un enemigo del pasado reaparece para hacerla sufrir por completo. ¿Cómo debe ser la vida cuando estás a punto de perderlo todo? ¿Por qué a veces las cosas no son como uno desea? ¿Puede haber amor en tiempos de angustia? Miranda deberá elegir entre salvar a Emilio o salvarse a ella. INEFABLE es el libro tres de la historia titulada ¡Pídeme que te olvide!
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LLORARE MI
*Emilio*
Ya habían pasado casi tres semanas desde que estoy en San Francisco. ¡La vida es muy tranquila aquí! Nunca había visto como nacen los pollitos. Rosita me mostró como rompen el cascarón y empiezan a moverse en este mundo.
—¿Qué te parece? —Pregunto Rosita.
—¡Es increíble!
—Esta es la primera vez que esta gallina tiene pollitos.
Sonreí.
—Nunca imagine que Miranda hubiera logrado cumplir su sueño de ser granjera.
Asintió.
—Ella siempre ha sido perseverante.
—¿La extrañas? —Le pregunto.
—Sí. Ha sido muy buena conmigo y mi familia.
—No lo dudo. Miranda tiene un gran corazón.
—¿Has hablado con ella?
—No. Supongo que ha de tener varios pendientes.
—Lo más probable es que sí —ella acercó su mano a u pollito y la gallina se infló.
—¿Por qué se enoja?
Rosi sonrió.
—Las gallinas siempre suelen ser buenas madres. Siempre que alguien se acerca a sus hijos suelen esponjarse. ¡Se erizan sus plumas! Lo hacen para proteger a sus bebes.
Eso no lo sabía.
—¡Qué genial que sean muy protectoras!
Asintió.
—Te dejó, hablando de bebes, iré a ver a mi niño. Tengo que darle leche —dijo ella.
—Claro. No te preocupes.
Me quedo solo, mirando a la gallina de plumaje color gris. Los bebés piaban, y cuando intente acercar mi mano para acariciarla, ella me picó la mano. El animal hizo contacto visual conmigo, su cara estaba roja completamente y me causó curiosidad que ella no me tuviera miedo, aun cuando mi tamaño era demasiado grande en comparación con ella.
—¿Cómo va esa pierna? —Édgar aparece a mi lado.
—Bien. Ya no me duele y puedo mover ligeramente los dedos —hice una demostración de mi movimiento.
—¡Excelente! El médico vendrá mañana para hacerte un chequeo.
—Me parece bien.
Nos quedamos en silencio, ambos mirábamos con atención a la gallina en su nido.
—¿Alguna vez imaginaste estar aquí, en una granja? —Preguntó él.
—No. La neta no.
—Yo tampoco.
—¡Y aquí estamos!
Asintió. Édgar sostenía una taza de café en su mano, bebió un poco.
—¿Has hablado con ella? —No me dio miedo preguntarle.
—No.
Eso me sorprendió.
—Pensé que ustedes dos hablaban muy a menudo —fui sincero con mis palabras.
—No, no todo es como parece.
—¿Y eso? ¿Aún no son novios?
Bebió más café.
—Emilio. ¿Conoces la gran diferencia entre gustar y querer?
—Es obvio que no son lo mismo.
—¿Y qué diferencia hay entre querer a alguien y amar a ese alguien?
No imagine que él podría preguntarme algo como eso. ¡Qué buena cuestión!
—¿Amar y querer?
—Es evidente que son cosas distintas —asintió—. Pero, ¿qué sabes sobre eso?
La verdad, no tenía ni idea de que eso pudiera ser cierto. ¿Amar? ¿Querer? ¿Gustar? La gallina se sacudió tantito en su nido y tres polluelos salieron a tomar los tenues rayos de sol.
—Yo creo que no sé nada sobre esos temas —respondí a su cuestión.
Negó ligeramente.
—Te equivocas. Por eso estás aquí.
—¿Estar aquí?
Édgar era un tipo con mucha seguridad.
—¿Qué piensas que siento por Miranda? —Volvió a cuestionar.
—Creo que la amas —respondí.
—¿Tú la amas? ¿O solo la quieres?
Medite en mi respuesta. ¿Qué se supone que era lo que yo sentía por ella?
—La quiero.
—Mientes.
—No. ¡Para nada!
—Emilio. Olvidas que soy un espía y que tengo la capacidad de saber todos los detalles. Es evidente que tú amas a Miranda, por eso estás dispuesto a aceptar la idea de que yo y ella estamos saliendo. ¡Miranda te hizo creer que su corazón no te pertenece! ¿Me equivoco?
Suspire, quise acercar mi mano a la gallina y esta, volvió a picarme. Pesco mi piel y la apretó con su pico. ¡No dolía mucho! Era tolerable, pero las preguntas que Édgar me hacía, esas no eran tan tolerables a mi corazón. ¡Si me dolía hablar de estos temas!
—Olvide que eres espía.
—¿Qué crees que sienta Miranda por mí?
—Ella te ama.
Dio un sorbo de café, miro al cielo y sonrió.
—No. Emilio, ella no me ama. Miranda me quiere.
—Pero...
—Miranda te ama a ti. ¿No eres capaz de percibirlo?
Su pregunta me puso a pensar.
—Ella... —Pero no fui capaz de terminar mi frase.
—¿Por qué crees que no quiso decirte que ella no vendría con nosotros?
Aunque había leído la carta que ella escribió para mí, mi mente seguía centrada en los muchos "te quiero" que ella solía expresarme. ¡Que menso soy!
—¿Pasa algo malo? —Me atreví a preguntarle.
—Ella está en una batalla y quiere protegerte.
—¿Protegerme?
—Ella te ama.
En mi mente se estaba procesando la palabra "proteger".
—Tú sabes todo, ¿qué más sabes sobre ella?
—¿Qué quieres saber con exactitud?
—¿Por qué no vino con nosotros? ¿Por qué decidió quedarse? ¿Por qué me manda a buzón cada vez que intento llamarle por teléfono? ¿Qué batalla está peleando ahora?
No respondió enseguida. Medito. Bebió café.
—Esas son las muestras que ella te da para confirmar que te ama.
—¡¿Qué?! Eso no tiene sentido.
Dejó escapar una risa boba.
—De verdad que eres un poco lento para comprender las cosas. ¡Eres un menso!
—¿Por qué dices que soy un menso? —No me da pena preguntarle.
—Tienes a una gallina enfrente de ti con sus polluelos.
—Y eso, ¿qué?
—Miranda es la gallina que cuida a sus polluelos. ¡Tú eres un polluelo!
—¡No digas!
—Te estoy diciendo que eres todo un bruto. ¿Cómo no te das cuenta?
Negué completamente.
—Pero, ella te eligió a ti.
—¿Y eso qué? Te estoy tratando de explicar que amar y querer no es lo mismo.
Me puse pensativo. Quise recordar cosas del pasado.
—Justo antes de su graduación, ella te eligió a ti. Te fue a buscar después de haber estado en el registro civil.
Sonrió ampliamente.
—Miranda hizo eso porque me quería en ese momento.
—Sí, tal vez, pero...
—Ella te mandó a esconder aquí porque te ama y necesita que estés bien. ¡Quiere protegerte! No te quiere ver mal —sus palabras me impresionaron.
—Yo...
—Tal vez en este momento ella me quiere, pero a ti te ama —pauso, hicimos contacto visual—. ¿Lo puedes notar ahora?