Valentina elabora su venganza, pero cuando logra todo lo que busca aparece alguien que pone todo patas arriba, incluso a ella.
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Cap. 22 Vale, son del demonio ¿Verdad?
Al día siguiente Luana pregunta a Nicoleta sobre la cadenita que lleva la peque en el cuello.
* Nico, ¿tú le regalaste esa medalla a mi niña?, es hermosa, pero me parece que es sumamente cara, no quiero que te pongas en gastos innecesarios _ dijo Valentina con preocupación, si bien ellas les paga un excelente sueldo por su trabajo, le parece un exceso.
* Vale, ¿de qué cadena me estás hablando?, yo pensé que esa cadenita era algo que le habías dado, se la vi cuando la cambié hoy temprano _ Nicoleta está igual de sorprendida, no entiende cómo es que algo tan valioso aparecería de la nada.
Valentina llegó con su nena como el día anterior, Franco en vano había ido a la mansión buscando ver a la niña aunque sea a escondidas, él no se resigna a tener que renunciar a ella por el nombre y la empresa de su familia, aún tiene la esperanza de reconquistar a Luana, no le entra en la cabeza que una mujer que siempre lo había amado tanto ahora lo aborrezca con todo su ser, él era el hombre más guapo y rico de la ciudad, ¿cómo alguien podría dejar de amarlo?, se preguntaba realmente curioso.
Valentina llegó y su secretaria llegó con la agenda en mano y al ver a la hermosa nena se le ablandó la expresión de pánico, esa belleza era pura dulzura.
Valentina miraba su agenda hasta que tocaron la puerta, un joven con estampa erguida y mirada insondable entró con un ramo de tulipanes, Valentina al verlo frunció el ceño un poco molesta.
* Disculpen la molestia, no hay nadie afuera y debo entregar este ramo de tulipanes a la Srta. Luana Sheridan _ dijo el joven con voz firme pero amable.
Valentina levantó las cejas, había un brillo de curiosidad y expectación, algo le dice que es ese demonio quien le ha enviado esos tulipanes.
Cuando Valentina estaba a punto de recibirlos, Mónica entró con información que Montes le había pedido que le entregue y al ver los tulipanes Mónica frunció el ceño, era obvio que era del mismo hombre.
Valentina se apresuró a tomar el ramo y leyó la nota sin percatarse que el mensajero aún estaba ahí.
Valentina vio la nota y sonrió divertida.
...Pequeña traviesa, ¿me extrañas?, yo te extraño y espero que estés bien, solo espero con ansias rescatarte de nuevo y que me debas otro favor, procura que sea un rescate con besos como la vez anterior...
ATTE. Tu Demonio
Valentina no pudo evitar esbozar una sonrisa, “tu demonio”, pensaba divertida, ese hombre era un descarado pero a ella le gustaba, él es mayor que ella y le agrada que siempre esté jugando trampas en sus palabras y acciones, aunque se siente un poco intimidada por su energía, es un hombre fuerte y dominante, además que seguramente es posesivo como el gran demonio que es, pero ella se siente como un querubín encandilado con el perverso demonio que la busca todo el tiempo.
El joven subordinado vio con agrado la respuesta de Valentina, el interés es mutuo, así que solo pidió que firme un recibo y se marchó mientras Mónica mira al joven con sospecha.
* Vale, son del demonio ¿Verdad? _ dijo un poco preocupada.
Valentina la miró y sacó su sonrisa tonta de la cara, recién se dio cuenta que estaba como una boba mirando las flores.
* Si, son suyas, no entiendo que quiere hacer con esto _ dijo Valentina distraídamente, no le gusta para nada la forma en la que ella piensa en él, solo lo vio una vez y solo de recibir sus flores ella se alteró totalmente.
* Vale, Montes me dice que deberíamos tener cuidado con ese hombre, que no ha conseguido nada, incluso ese hombre que vino debe ser uno de sus secuaces, lo que me preocupa es que es un Militar, eso sí está seguro, pero no hay información de él, no se sabe dónde es que vive ni tampoco antecedentes familiares, tu sabes bien que tipo de militar es aquel cuya información es tan reservada ¿verdad? _ Mónica dijo un poco preocupada.
Valentina frunció el ceño, eso no se lo esperaba, era realmente extraño que un hombre así esté tan protegido, ella está segura que es un hombre de armas, por la forma en la que la había inmovilizado era uno de elite, ahora está un poco dudosa.
Mientras Valentina estaba un poco preocupada con la información o más bien la falta de información del hombre, a su oficina entró Narda, tenía una cajita en sus manos y se veía un poco perdida y avergonzada.
Valentina miró a la mujer con desdén, no entiende la razón de su presencia, pero Narda volteó a ver a la hermosa nena que estaba en su corralito y sus ojos se pusieron gentiles, Valentina no pudo evitar notar el cambio, parecía que Narda tenía un sentimiento de culpa y la pequeña Valentina despertaba en ella ese cariño que su hermana no había podido despertar.