Faltan once minutos para la media noche, Alejandra con el teléfono en mano espera ansiosamente que pasen esos sesenta segundos que la separan del "Hola" de su confidente desconocido. Con él puede ser ella misma, sin la máscara de estoica que desde su infancia se colocó.
Franco está en su habitación, ya ha escrito su acostumbrado Hola y cuenta regresivamente los 25 segundos para pulsar enviar. Él es un ser sensible sin saberlo, su oculta pasión por las artes lo llevó a ella, a esa mujer de la que no conoce ni su nombre, ni su rostro, ni su edad, pero que lo sensibiliza al extremo de sentir sus caricias en el alma.
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Seis
Henry no se perdería el momento, sabía que su amigo había quedado prendado de esa mujer desde que la vió y eso si era nuevo para un mujeriego como Franco Alcázar. Se trasladaron a un restaurante cercano para esperar ahí al agente de bienes raíces, en otras circunstancias el par de hombres se hubieran marchado a continuar visitando propiedades sin perder más tiempo, no obstante la atracción que ejerce Alejandra en Franco y la curiosidad de Henry al ver cómo este actúa frente a ella, han colaborado para concretar este negocio.
Al llegar al restaurante Franco se adelanta para hacer toda una muestra de caballerosidad, abre la puerta en la entrada para dar paso a la dama, al acercarse a la mesa que les fue asignada por el anfitrión, se apresura a retirar la silla para que la chica se siente. Henry está que no aguanta la risa, si bien su amigo es bastante educado con las mujeres tampoco es de los que compite por atraer la mayor atención del sexo opuesto.
—Buenos días ¿Desean ordenar?— pregunta gentilmente el mesero.
—¿Qué desea de tomar señorita Smith?— pregunta el embobado canadiense.
—Sólo un chocolate caliente y por favor, llámenme Alejandra — responde la chica tratando de desviar la mirada, pues ese hombre la pone nerviosa, por primera vez en su vida siente mariposas en su estómago y no sabe cómo actuar.
Franco hace el pedido de la dama y para él y su socio ordena un café bien cargado.
Henry se da cuenta de la situación de ambos, por lo que puede notar desde su perspectiva, uno es intimidado por el otro y viceversa —Alejandra, ¿a qué te dedicas aparte de ayudar a tu hermano?— pregunta más que por curiosidad, lo hace para que su amigo tome nota.
— Soy licenciada en letras pero en este momento me dedico a dar clases de literatura a chicos de high school (bachillerato)— responde orgullosa la mujer.
—¿Te gusta únicamente la literatura o algun otro arte?— habla Franco involucrándose en la conversación, esta información hace que su curiosidad por ella aumente, definitivamente ¡cómo le gusta esta mujer!.
—Me gustan todas las artes, de hecho quiero hacer una maestría en restauración y conservación— contesta tratando de ocultar su nerviosismo llevando un mechón suelto de su cabello detrás de la oreja.
La interacción es interrumpida por el mesero, trayendo el pedido. Franco sigue observando sus gestos, su mirada se detiene en sus labios cuando tocan el borde de la taza de chocolate humeante y siente su garganta secarse. Lejos está el hombre de saber que Alejandra no ha perdido oportunidad de ver sus manos cuando habla, se ha grabado cada movimiento y secretamente se pregunta qué se sentirá ser tocada por ellas.
—¿Y tienes novio?— inquiere Henry, sacándolos de sus ocultos pensamientos. Alejandra mira directamente al hombre, se nota que su humor ha cambiado ante lo que considera una intromisión de su parte, está a punto de contestar que no es su problema, pero él se da cuenta de su falta de tacto y agrega —lo digo para que nos sirvas de guía y nos des recomendaciones de cuáles lugares visitar, no vaya a ser que haya un novio celoso por ahí y se te forme un lío si te enviamos un mensaje.
—Para eso tendría que saber qué les gusta y la disponibilidad de tiempo de cada quien— Responde un tanto recelosa, sin aclarar su situación sentimental; lo cierto es que a Henry no le llama en lo más mínimo la atención el arte, pero todo sea por ayudar a su amigo quien, para su sorpresa, se ha quedado como un tarado frente a la mujer.
—Disculpen la demora— Se escucha decir, Pedro Smith saluda a todos y se detiene especialmente en Henry dándole un cálido abrazo.
—¿Se conocen?— pregunta la muchacha extrañada, y es donde su hermano le revela que Henry es primo de Lilly, su novia.
Alejandra se despide para retirarse, ya cumplió con su hermano y sabe que después de esto no hay posibilidades de tener una amistad con alguno de ellos, aún no sabe por qué los amigos de sus hermanos terminan marcando distancia con ella, y hasta este momento no le había afectado, entonces pensó
—Alejandra, gracias por todo, fue muy grata tu compañía— dice Franco después de recibir una patada por debajo de la mesa, de parte de su amigo para que se espabile— ¿prometes que si sabes de algún lugar que valga la pena visitar nos avisas?— concluye extendiendo su tarjeta de presentación.
—Está bien señor Alcázar, lo...
—Lilly te puede informar mejor, conoce más lugares que mi hermana— habla Pedro, sin dejar de terminar la frase a su hermana, quien se queda mirándolo fijamente.
—Pedro, no estamos hablando de centros comerciales— le responde Alejandra tomando la tarjeta de Franco y levantándose de su asiento para marcharse.
—Fue un placer, se despide y sale del lugar.
A Franco le molestó la manera en la que Pedro, sin tener conocimiento de qué estaban hablando, intentó menospreciar la ayuda que pudiera brindar su hermana...
Un toque particular en la puerta del apartamento de las mujeres Smith trae a tierra a Alejandra, quien desde que llegó y aprovechando que se encuentra sola, se dedicó a ensoñar con el rubio de ojos pardos que la altera.
Gracias por compartirla, y tener el placer de leer los 61 capítulos.
bendiciones
felicidades y que sigan los éxitos en cada novela que subas
un abrazo desde CD jJuarez