tendrá que enfrentar su pasado para forjarse un
futuro de felicidad junto a ella sin sentarse frustrado…
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CAP 5
Pero pronto las niñas gritaron y
saludaron a los recién llegados. madison reconoció a los padres de Caleb, pero nunca
había visto a la otra pareja.
Ansiosa por descubrir lo que hacía la familia, desempaquetó las cosas que
necesitaría esa noche, dejando el resto para más tarde. Tras tomarse unos minutos
para arreglarse el pelo y vestirse, corrió escaleras abajo.
No quedaba nadie en la casa. Colocó el mantel de ganchillo sobre la mesa de
caoba; luego secó y guardó las cacerolas que habían quedado después de la cena.
Al salir por la puerta trasera, se detuvo en el porche para familiarizarse con la
gente que había en el jardín. Estaba tan concentrada que la voz de Eli la sobresaltó.
—¿Ya te has instalado?
Madison se dio la vuelta y encontró a su jefa y a la madre de Caleb sentadas en
dos mecedoras. Ellie tenía los pies subidos en uno de los taburetes de la sala. En la
sombra detrás de la silla, el gato de antoni Buddy Lee, estaba tumbado con las patas
encogidas.
—Sí —contestó Madison.
—¿Recuerdas a la madre de Caleb? —preguntó Eli.
—Sí, por supuesto. Es un placer verla, señora.
—Y a ti, querida. He oído que a partir de ahora te veremos más.
—Eso espero —dijo Madison con una sonrisa.
Elizabeth se llevó una mano a la tripa y suspiró.
—¿Te traigo algo? —preguntó Madison.
Ellie negó con la cabeza y dijo:
—Este bebé va a ser bailarín o corredor como isma.
—¿ismael es corredor?
—Y muy rápido —contestó Eli—. Gana todas las competiciones locales.
También ganaba las carreras en la universidad.
—Lo recordaré para no desafiarlo a ver quién llega primero a la mesa. Eli se
rió y luego gritó:
—¡Patricia, Dario, vengan a conocer a Madison!
La pareja se acercó y se detuvo en la hierba frente a la barandilla del porche.
—Ésta es Madison —les dijo Ellie—. En los dos últimos años me ha ayudado
con los niños durante la semana, pero ahora se viene a vivir con nosotros —entonces
se volvió hacia madison—. Patricia es la hermana de Caleb, y éste es su marido,
Dario. Su hija, jade, está allí, junto a Leonardo.
—Es un placer —dijo madison—. Las niñas me han dicho que toca el piano
cuando están todos juntos en casa de la señora Cristaldi.
—Yo también he oído cosas de ti —dijo Patricia con una sonrisa.
fara subió los peldaños del porche todo lo rápido que le permitían sus piernas.
—¡Abuela, abuela! Es hora de que las chicas ganen a los chicos. ¿Lista para
jugar?
La señora Cristaldi sentó a la niña en su regazo y le dio un beso en la mejilla.
—La abuela va a quedarse hoy con mamá, cariño —dijo.
—¿No vas a jugar?
—Hoy no. La próxima vez.
fara se bajó de su regazo y corrió a darle la mano a madison.
—Va a ayudarnos a jugar, ¿verdad, señorita madi?
—Nunca he jugado al croquet, fara —dijo Madison —. Tendrás que
enseñarme.
—¡Mamá! —gritó fara dirigiéndose a Eli—. ¡Voy a enseñar a la señorita
Madison!
Eli se rió ante la expresión de felicidad de su hija. fara agarró a Madison de
la mano y la condujo escaleras abajo, donde siguieron a Patricia y a Dario hacia el
jardín lateral.
—¡Nosotras somos el equipo azul y negro!
¿El juego es peligroso? pregunto madison
—Solamente si te quedas demasiado cerca de otro jugador que esté girando su
mazo —dijo Ismael con una sonrisa perversa, mientras se acercaba—. O si te
golpeas tu propio pie, claro.
—¿Ahí es donde entra la parte negra y azul? —preguntó ella.
A Madison le gustó el sonido de su risa, aunque no se sentía muy cómoda de
que fuese a su costa.
—Las chicas golpearán las bolas azules y negras —dijo él—. Los chicos, las rojas
y amarillas. ¿Sabes cómo va la puntuación?
—No, pero quiero aprender.
—De acuerdo. Aquí hay un patrón —dijo él—. El objetivo es pasar la bola a
través de los postigos de este patrón en forma de diamante. Tienes que intentar
golpear las bolas del otro equipo. Si lo consigues, tienes un turno extra, y podrás
golpear su bola en la dirección equivocada.
—También tienes un turno extra por pasar un postigo o por golpear una de las
estacas —añadió Leonardo—. Vigila a ismael, porque le gusta lanzar volando las bolas de
los demás.
—Parece complicado —dijo madison.
—No, es fácil —dijo Leonardo.
—Lo aprenderás mientras jugamos —le aseguró Ismael.
—Yo voy a enseñar a la señorita madison —dijo fara.
—Muy bien —convino Caleb colocándose una moneda en el
pulgar—. ¿Cara o cruz? —le preguntó a fara.
—¡Cara! —respondió inmediatamente.
Con un movimiento de pulgar, Caleb lanzó la moneda al aire y la
atrapó. Se la puso en el reverso de la mano y apartó la otra mano.
—Cara.
—¡Sí! ¡Empezamos nosotras!
Escuchar las instrucciones de una niña de tres años hizo que aprender fuera un
desafío, pero, de vez en cuando, Caleb o Ismael explicaban el significado de las
palabras de fara o le proporcionaban alguna regla que la niña no sabía.
El corazón de Madison se aceleró mientras se preparaba para dar su primer
golpe. Sentía la atención de todos, pero estaba más preocupada por la de ismael.
Levantó la vista y vio que estaba mirándola.
—¡Deberíais haber dejado que practicara! —gritó Eli desde el porche.
ismael ignoró el comentario y miró la bola negra sobre la hierba.
—Adelante —le dijo a Madison—. La bola tiene que pasar por aquí.
Madison giró su mazo y envió la bola en la dirección equivocado se cubrió la
boca con la mano.
— no soy buena en el croquet 😅
—No pasa nada —dijo Caleb—. Se necesita un poco de práctica.
Descubrió que no era la única con un golpe rebelde. Las bolas que golpeaban
las chicas rara vez aterrizaban donde debían. vio a ismael acercando sutilmente
la bola azul de fara a uno de los postigos con un pie y, cuando se dio cuenta de que
estaba mirándolo, simplemente se encogió de hombros y se acercó.
—No terminaríamos nunca el juego si no hiciéramos un poco de magia —dijo
en voz baja.
En su segundo turno, madison golpeó accidentalmente una de las bolas del
otro equipo. Realmente no quería enviar una de las bolas de los hombres en la
dirección equivocada.
Los hombres se quejaron y Eli la animó desde el porche.
—¿De quién era?
—De ismael —contestó el padre de Caleb.
—¡Golpéala bien, madison! —gritó Eli.
—¡Sí! —la animaron las niñas.
—No creo que pueda —dijo Madison agarrando el mazo con fuerza.
—Seguro que sí —dijo Patricia—. Él no dudaría en enviar la tuya muy lejos,
confía en mí.
Madison intercambió una mirada con ismael. Había cierto desafío en sus
ojos.
Patricia le mostró la técnica que madison había visto a los demás usar. Colocó
la bola de Madison contra la de ismael y sujetó la de Madison con un pie para
mantenerla en su lugar, luego echó el mazo hacia atrás como si fuera a girarlo para
golpear la bola.
—Mantenía agarrada suavemente, para no golpearte el pie ni atrapar su bola.
madison miró a Ismael, asegurándose de que su expresión fuese de
asombro.
Hizo lo que Patricia le había dicho, sintiéndose insegura e inepta mientras
colocaba el pie izquierdo sobre su bola y visualizaba el golpe con suficiente fuerza
para enviar la de Ismael al otro lado.
No lo hizo muy bien la primera vez, consiguiendo sólo enviar la bola a menos
de metro y medio, pero las chicas de su equipo la victorearon de todos modos.
Ganó su equipo, aunque Madison no podía entender cómo. Las únicas
jugadoras con cierta puntería habían sido Patricia y Lucia, de catorce años.
Sospechaba que Ismael o el doctor Cristaldi habían acercado más bolas azules y
negras con el pie de las que ella había visto.
—La abuela y Eli han preparado galletas y limonada —dijo Patricia dejando
su mazo en la rejilla de madera.
La familia se reía y bromeaba mientras tomaba sus vasos de limonada y
galletas en el porche.
FIN. 👻