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Caoba

Caoba

Status: Terminada
Genre:Completas / Malentendidos / Reencuentro / Matrimonio arreglado / Juego del gato y el ratón / Amor-odio / Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:175.7k
Nilai: 4.9
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Cuarto libro de la saga colores.

Edward debe decidirse entre su libertad o su título de duque, mientras Daila enfrentará un destino impuesto por sus padres. Ambos se odian por un accidente del pasado, pero el destino los unirá de una manera inesperada ¿Podrán aceptar sus diferencias y asumir sus nuevos roles? Descúbrelo en esta apasionante saga.

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LOS DEBERES DE LOS DUQUES

...DAILA:...

Ese hombre estaba loco, no tenía límites, ni pudor, pero yo no me dejaría dominar por su seducción, afilaría mis armas para enfrentarlo con la misma carta que jugaba.

Me fui a dormir, poniendo seguro a las dos puertas para asegurarme de que no entrara a hacer de las suyas, aunque mi corazón acelerado y mi cuerpo caliente me hizo difícil descansar.

Recordaba a ese perverso, tocándose en la bañera, frotando ese sable tan enorme y poderoso, gimiendo ronco, de una forma que me dejó jadeando tras la cortina y con una insoportable ansiedad.

Él sabía que estaba allí y se había atrevido a semejante acto.

Me volvió a abrumar con esa conducta lujuriosa.

Ese cuerpo era condenadamente hecho para satisfacer a las mujeres y dejarlas inertes. Si lo permitía, me iba destrozar con esa cosa tan grande. Daba miedo, pero el calor en mi cuerpo sugería lo contrario. Yo siempre había bromeado e incluso mofado con mis amigas sobre el aparato de los hombres, pero no había imaginado que fuese tan impresionante ver uno frente a frente. Había visto dibujos anatómicos, también algunos libros con gráficos bastante indecorosos, pero nada como eso.

Tal como él me había tocado de forma invasiva sin mi permiso, yo lo tomé y me recorrió un estremecimiento que se desató a lugares que no sentía anteriormente, era duro, pero suave y se tensaba a mi contacto.

Quería verlo abrumado, al igual que yo cuando él me había tocado, pero noté que solamente estaba impresionado y muy encantado con mi acción, gimiendo, estaba tan cómodo con que le tocaran, disfrutando el muy infeliz.

¿Cuántas mujeres habían estado así, tocando? ¿Cuántas lo habían visto desnudo? ¿A cuántas hizo gemir con sus dedos?

Esas dudas fueron suficientes para calmarme y concentrarme en dormir debajo de esas finas mantas.

Cerré mis ojos y me dormí.

...****************...

— Señorita Daila, se le han pegado las sábanas — Dijo el duque cuando llegué al comedor.

El ama de llaves me había despertado con sus toques en la puerta, debido a que había puesto el seguro no pudo entrar y estuvo un buen rato llamando, con mi gran cansancio no me desperté fácilmente y solo cuando tocó con más prisa fue que pude despertar.

El agotamiento no cesó, más bien se convirtió en pezades en mi cuerpo, así que acepté la ayuda del ama de llaves, tejiendo mi cabello.

— ¿Usted no tiene doncella? — Me había preguntado la doña mientras me recogía el cabello, después de que me vistiera con un vestido de color crema.

— No.

— La asignaré una entonces, temo que éstas obligaciones no me corresponde, tengo que estar al pendiente de los demás sirvientes, organizando sus labores.

— Si, entiendo, gracias.

— ¿De qué familia es usted? ¿Cuál es su apellido de soltera? — Metió otra horquilla en mi cabello.

— Mi apellido es Jed.

Hizo un gesto frente al espejo.

— No me suena.

— Mis padres son condes, pero son de Hilaria, vivía allí hasta hace unos meses.

Se sorprendió — Ah, interesante, no parece extranjera.

— Lo notará cuando llegue el invierno y no quiera salir de mi cama, se me congeló hasta el trasero...

Me callé cuando abrió sus ojos como platos ante mi última palabra, había olvidado que no debía hablar como solía hacerlo y menos frente a la ama de llaves, recién conocida.

— Lo siento, no quise decir eso.

— Supongo que Lord Edward hizo un buen trato con usted — Dijo, ignorando mi disculpa.

— ¿Cómo dice?

— Conozco al joven Delacroix desde que es un niño, sé que jamás lograría conquistar a una señorita, no con sus modos liberales, las espantaría con su forma de ser — Confesó, disgustada — El cortejo y la caballerosidad no está en su manera de tratar. Ni siquiera creía en el matrimonio, no hasta que su hermano le impuso esa condición.

Genial, si una mujer que llevaba tiempo tratando con el duque decía tal cosa, no había esperanza de que ese hombre cambiara ¿Qué fue eso? ¿Yo quería qué fuese mejor? ¿Y eso para qué? No estaba enamorada.

— Sé lo que es el duque — Dije, colocándome rubor en las mejillas.

— Al menos tiene eso en claro.

— Mi matrimonio es como la mayoría, un arreglo por conveniencia — Me coloqué unos aretes y me arrepentí, debería hacer lo posible para verme fea frente al duque.

La mujer no siguió diciendo más y terminó con mi tocado.

Ahora, entrando al gran comedor supe que me había esmerado demasiado en mi imagen.

Ese hombre estaba el extremo de la mesa, recorriendo su mirada por mi cuerpo, sin molestarse en ocultar sus apetencias en esos ojos oscuros.

Llevaba una camisa gris, con un pañuelo atado a su cuello.

Sencillo, pero guapo.

Tomé asiento en el extremo opuesto, era el puesto que me habían asignado, ya que había un plato, una servilleta doblada, los utensilios para comer y la copa.

Al menos estaba alejada de él y eso me hizo sentir cómoda.

Los sirvientes sirvieron la comida, me quedé callada y quieta mientras llenaban mi plato, luego se marcharon con las bandejas vacías, dos de ellos se quedaron apostados junto a la entrada.

— Buen provecho, duquesa — Dijo él elevando su copa con la mano derecha.

Lo que me recordaba que había visto la cicatriz en su hombro, la de mi flecha y también recordé cuando le dolió, después de empujar ese pesado tronco.

A pesar de que lo negó, no pudo ocultar que su brazo se puso rígido y el dolor en su rostro.

¿Quedó con secuelas?

Me sentí culpable, después de todo yo había causado ese mal, independientemente de que hubiera sido por accidente.

— Buen provecho.

Tomé el cubierto y el cuchillo, ocultando la impresión cuando noté que eran de platas y brillaban a la luz de las velas.

Piqué el trozo de carne de cerdo.

Me lo llevé a la boca y comí.

Todo era exquisito, digno de reyes.

Demasiados lujos, ni siquiera mis padres podían igualar aquella forma de vivir.

El duque comió en silencio, sin mostrar que hace solo horas tenía mi mano en su masculinidad.

Había subido un nuevo escalón en mis comportamientos inadecuados, pero ésta vez no habría riesgos, ni reputación manchada, esa era la ventaja.

Me sonrojé al pensar en eso, así que volví a poner atención en la comida.

— Mi lady — Cortó el silencio, su voz hacía eco en la habitación y elevé mi mirada, encontrando la suya al otro lado de la mesa — Mañana iremos a visitar a los arrendados.

Mastiqué lentamente, hasta tragar.

— ¿Es necesario?

No esperaba cumplir tan rápido con mi papel de duquesa.

— Por supuesto.

— ¿Tan rápido? — Cuestioné.

— Sí, es necesario presentarnos ante ellos, ya que somos los nuevos duques, señores de las tierras donde viven y cultivan.

Asentí con la cabeza.

— ¿A qué hora partiremos?

— Al mediodía, las tierras quedan a muy pocos metros de aquí, se puede llegar caminando.

Pinchó una vainita y lo masticó con su fuerte mandíbula marcada.

Incluso allí estaba abochornada, sofocada por la intensidad que me provocaba.

¿Hasta cuándo? ¿Esto no pensaba desaparecer? ¿Y si era como él alegaba? ¿Si resistirse no hacía que cesara? Era una tonta si me empeñara que con abstenerme todo se detendría, no cuando el causante de mi cuerpo hecho un caos estaba sentado frente a mí.

— ¿Y qué tendré que hacer?

— Saludar, hablar con la gente, portarse como toda una cordial duquesa acompañando a su esposo terrateniente.

— No me gusta como suena eso — Elevé una ceja, no quería ser un adorno, si iba a ir a ese lugar, quería ser útil, ayudando a solventar los problemas.

— ¿Por qué? Es lo que una duquesa debe hacer.

— ¿Conoce a la gente que vive en sus tierras? — Bebí un sorbo de vino.

— Una vez fuí con mi padre.

— ¿Cuándo fue eso?

— Hace como veinte años — No estaba seguro, se encogió de hombros y siguió comiendo.

— ¿O sea qué no lo conocen?

— Precisamente por eso visitaremos las tierras, debemos disipar sus dudas, calmar su incertidumbre — Masticó, ésta vez un trozo de zanahoria hervida y cortada en tiras largas ¿Cómo puede verse sexy con solo comer?

— ¿Pero si está al tanto de como viven?

— Mi hermano era justo, trataba a esa gente como una familia, no creo que estén viviendo mal.

— Usted no lo sabe, podrían estar teniendo problemas, siempre se presentan dificultades.

— Por supuesto, por eso debemos ir, ver que necesitan. Viven de lo que cultivan y las ganancias que sacan de eso, sumado a eso deben pagar el arriendo.

— Me parece bien, de hecho estoy entusiasmada por ir — Sonreí, elevando mi postura.

— Me gusta que se muestre cooperativa.

— Es mi deber — Pinché una vainita y me la llevé a la boca, el duque siguió el camino del vegetal y apretó la mandíbula, su mirada se oscureció cuando la metí en mi boca, masticando.

Era increíble como sus ojos desviaban la luz, siendo profundos, solamente brillaban en esos momentos de necesidad.

Tragué con fuerza y casi me ahogo.

— ¿Además de los arriendos... — Me aclaré la garganta cuando me dió ganas de toser — Tiene otros negocios?

— Mi hermano... Yo — Corrigió, al parecer todavía no estaba acostumbrado a que era el nuevo dueño de los negocios de su hermano fallecido — Soy dueño de las tierras de Slindar, eso es casi el tamaño del territorio que ocupa la capital.

— ¿Toda la tierra está arrendada?

— No, hay otra propiedad cerca de ésta, una hacienda donde se crían caballos para la venta y también ganados para el consumo humano — Se apoyó del espaldar de su silla — También hay cultivos de trigo y cebada para la producción de cerveza.

— Escuché en una oportunidad que es socio del Conde Lean.

— Tenía buenas ideas para los viñedos, mi experiencia en el campo de las bebidas me ayudó, el conde y yo éramos un buen equipo en los negocios, a pesar de que en otros ámbitos teníamos diferentes, cuando trabajamos me dedicaba a hacerlo bien y de hecho tuve algunas propuestas novedosas que no logré concretar, finalicé la sociedad debido a mi ascención al título, sabía que tarde o temprano tenía que tomar el ducado y con ello todos los negocios de mi familia.

— ¿En serio? — Elevé una ceja.

— ¿Insinúa que lo hice por otra razón?

— ¿Cuál razón podría ser? — Fingí inocencia, me refería a la amenaza que le disparé cuando estaba prendido en fiebre, sobre alejarse de Marta o pagar las consecuencias, no me daba mucho crédito, pero había visto los nervios cuando me acerqué en ese instante

Ya no había una pizca de ese hombre débil y moribundo.

Seguramente si volvía a amenazarlo se reiría en mi cara. Usando mi atracción a su favor.

Recordar lo fácil que se le daba seducir a las mujeres sin respetar si estaban casadas, me hacía enojar un poco.

No era especial, yo era otra más en su lista de conquistas, pero con el título de esposa como diferencia.

Y eso es lo que me hacía querer negarme a sucumbir.

Si ese hombre estaría a mi lado hasta el fin de la vida, quería ser especial, tener más que deseo y lujuria, sentir el amor como tanto quería, pero sabía que pedir eso, era imposible.

— No, no me alejé de Marta por su amenaza, fue por mis futuras obligaciones, por mi hermano enfermo y porque toda mi gusto hacia esa dama se esfumó — Dijo, terminando de comer.

— ¿Y cómo se esfumó?

— Me obsesioné con usted — Confesó, sin inmutarse por la presencia de los sirvientes que parecían estatuas en la pared.

Mi cuerpo alocado tomó esas palabras para ponerse en mi contra, junté las piernas bajo la mesa y quise retorcerme un poco por la molestia.

— Claro, con vengarse — Gruñí, soltando mi cubierto y mi cuchillo, mi plato estaba limpio.

— Sí, tal vez, pero también con sus agallas, su impertinencia, eso la hace una belleza única, una joya escasa...

No, no iba a caer en sus palabras, pero por más que lo intenté me atrajo y mucho.

Ningún hombre había visto en mis defectos algo que aumentara mi belleza.

Su mirada se quedó insertada en la mía.

Desvié mis ojos a la fuerza.

— No pude descansar lo suficiente, ya que he terminado de comer me gustaría volver a mi habitación — Informé y él apretó su boca.

— ¿No descansó lo suficiente? — Exhaló con burla.

— Así es, esa siesta no fue suficiente.

— Si quiere retirarse, adelante, no debe pedir permiso — Movió su mano con desdén.

Me levanté de la silla.

— Buenas noches, su excelencia.

— Buenas noches, mi lady.

Los sirvientes se apresuraron a recoger mi plato.

Me marché, saliendo hacia el pasillo inmenso.

Todo estaba vacío, con aire solitario y unos pocos sirvientes circulando.

Me saludaron con una reverencia y llegué a la amplia escalera, para subir las escaleras.

Al menos había sobrevivido la cena, estaba aliviada de que no hubiera tocado el tema de nuestro asunto en el baño, que solo hubiéramos hablado en la mayoría de los deberes y los negocios.

— Buenas noches, su excelencia — Dijo la ama de llaves, desde el vestíbulo, me volví.

— Buenas noches, señora.

Esa mujer me observó con esa seriedad, dejándome un poco incómoda por su rostro tieso e inexpresivo.

— Mañana iré con el duque a las tierras arrendadas, así que empezaré temprano el recorrido de la casa.

— Como guste, su excelencia. Descanse bien — Hizo una reverencia y se marchó.

Esa doña era extraña, demasiado seria.

Seguí mi camino hacia la habitación y entré, quitándome el tocado, las peinetas y toda esa ropa incómoda.

Quería usar los pantalones que tenía guardados, pero no estaba en Hilaria y podría causar malos comentarios si los llevaba al evento de mañana.

Me coloqué el camisón que usé para la siesta y fui al baño.

Me limpié y enjuague los dientes.

Volví hacia la cama y me acosté.

De pronto empecé a sentirla muy vacía.

1
Mariela De Los Angeles Serrano
Es estresante cuando se hacen las dignas. El orgullo muchas veces no es bueno, porque al final terminas tragándose las palabras y mordiendo tu lengua
Eleonor Baker
Ella está bien, ella salvo a Lean y a su esposo...¿🤔Porqué no aceptar tantito que ella tiene razón?
Ness_Newt
Gracias por otra de tus historias. Recomendable toda la saga
Eleonor Baker
Que hermoso diálogo
Eleonor Baker
¡Esoooo carajo bien ahí! mínimo ya están parejos
Eleonor Baker
Uhhhh... Yo ahí, aviento la espada al suelo y le grito:Yo sola me desarmo ahí está, perdí porque quise y le quitas 1° El que el sea el que mande y establezca condiciones 2° Que no aceptas que no aclare y ojo eso aplica para todo
Eleonor Baker
¡Esoooo bien ahí! El ser rudo no quita que reconozca, esos son hombres
Eleonor Baker
Y la blusa que color era?
Gloria San Martin
pero si es la mamá de Edward y el viejo Delacroix la amaba,por qué al hijo lo odiaba? seguramente la esposa lo descubrió y tuvo que echarla y culpó al bebé.Cosas que a uno se le ocurren!!!
Gloria San Martin
que metáfora más linda !
laura valentina segura rueda
Excelente historia autora gracias
sandra martin
Autora no te olvides de la historia de los hijos por favor /Pray//Pray//Pray//Pray//Pray//Pray/
Dyjhons
jajajjajajajajajjajajaja muero
Stella Santabaya
Me encantó, me encantó,me encantó 😊💕🇦🇷
Noemi Alvarez
realmente la felicito autora, cada historia de la saga estuvieron maravillosas
Marleny Rodriguez
Normal
Marleny Rodriguez
Malo
SARITA carrasco ramos
tus cuatros historias lo máximo me mantuvo prendida /Kiss/
Blue 👻
Sinceramente ame todos los libros de esta saga, felicidades por tus historias✨❤️...sería genial ver una historia de los hijos de ellos djdjjdjd😂❤️✨
Blue 👻
buuu pensé que buscaba prometida para sus bebés sujddnjdd
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