Tres amigos, tres historias diferentes. Un solo destino.
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Descubierta
— Me refiero a que me tarde en ayudarlo, y que por esa razón paso un mes en prisión, pero obvio, apenas lo supe mandé a alguien que lo ayudara, no podía dejar a mí amigo pudriéndose en ese lugar.
Había sido Rodrigo todo este tiempo, él es quien había ayudado a Chuli a salir de la cárcel. Me sentí aún más confundida, ¿por qué Rodrigo había sido tan bueno con Chuli y tan indiferente conmigo? ¿Por qué me trataba como a un amigo más? Todas estas preguntas rondaban mi mente, pero no encontraba respuestas.
Decidí dejar de lado mis emociones y tratar de actuar con normalidad frente a Rodrigo. No podía permitir que mi decepción me hiciera actuar de manera impulsiva.
— Rodrigo, gracias por ayudar a Chuli, eso fue muy amable de tu parte. Me disculpo si he sido hostil contigo.
— No hay problema, Rut. No esperaba que me entendieras, pero me alegra que hayas entendido la situación. Ahora, ¿por qué no vamos a comer algo juntos? Podemos hablar de todo esto y aclarar las cosas.
Acepté la propuesta de Rodrigo, necesitaba aclarar las cosas con él y tratar de entender su actitud. Salimos juntos a comer y durante la conversación, Rodrigo me explicó sus razones y pudo aclarar mis dudas. Aunque seguía sintiendo algo por él, decidí dejar de lado mis sentimientos y concentrarme en nuestra amistad.
Todo iba bien, hasta que llamo su novia y un minuto después, ella llegó a la mesa donde estábamos, ellos se dieron un gran beso delante de mi, uno de esos que yo tanto había deseado darme con el, pero tenía que seguir viéndolo besarse con cualquier otra frente a mi.
— Mira mi amor, ¿recuerdas a Rut? Mi amiga que te presente anoche.
— Claro que sí mi amor, me alegra que puedas pasar tiempo con tus amigos, ¿Y donde esta el chico? Creí que estarían los tres.
— El está trabajando, me contaron que labora en la construcción de la vía, pero ya lo buscaré y hablaré con el para que tenga un trabajo menos pesado y que gane muy bien.
— Me parece muy bien que quieras ayudar a tus amigos. ¿Y tú qué sabes hacer?.
La novia de Rodrigo me hizo esa pregunta y la verdad yo no sabía ni que responder, pues estaba inmersa en la decepción y los celos.
— Ey, te estoy hablando niña.
— No soy sorda y le escuché muy claro, pero no creo que sea su asunto lo que yo sepa o no hacer. Si me disculpan, me voy a mi casa, gracias Rodrigo por todo.
No escuché nada de lo que él me dijo, mis pies se movían solos para salir de allí, es como si no pudiera respirar. Pero Rodrigo me siguió, y tomándome por el brazo me obligó a detenerme, era la primera vez que se portaba tan brusco conmigo.
— Oye Rut, detente te digo, no puedes ser tan grosera y luego irte así como si nada.
— Sueltame, ¿que te pasa?
— No entiendo tu actitud, no tenías porqué ser tan grosera con Tiffany, ella solo se preocupa por ti.
— No necesito que ella se preocupe por mi, será tu novia o lo que quiera, pero amiga mía no es, así que deja de querer imponer cosas, porque en este punto, ya hasta dudo de que sigas siendo mi amigo, al menos no ese que alguna vez conocí.
En esa discusión estábamos, cuando se apareció quien menos pensé, Sandra.
— Vaya, veo que lo que me contaron era verdad, el gran Rodrigo Leal, esto si que es una gran sorpresa.
En ese instante Rodrigo me soltó y puso total atención a la odiosa que acababa de llegar, pero tal situación me dejó ver que él a pesar de estar con la gringa, aún seguía enganchado con Sandra, definitivamente era el colmo.
— Hola Sandra, pensé que no estabas aquí en el pueblo, eso fue lo que me dijeron.
— ¿Ah si? De manera que preguntaste por mi, eso es bueno, significa que aún me piensas aunque sea un poquito.
Escuchar eso casi me da una convulsión, así que intente irme, pero la muy desgraciada no estaba dispuesta a dejarme ir sin antes derramar veneno.
— Oye, ¿porqué huyes? ¿No me digas Rodrigo que ahora que eres alguien importante, todavía te sigues juntando con esta y el hijo de nadie? ¿Si sabías que esta ha estado enamorada de ti toda la vida?
La escuché decir eso y de repente fue como si me hubieran golpeado con fuerza, esa mujer estaba exponiendo mi más profundo secreto.
Rodrigo me miró con cara de confusión, y juro que deseaba morirme.
— Eso no es cierto. — Intente negar, pero esa bruja...
— Claro que es cierto, hace tiempo encontré el diario que se le había perdido y allí dice todo lo que quisiera...
— ¡¿Que?! ¡¿Fue usted quién se robo mi diario?!
— No me lo robe, lo encontré tiempo después y me lo quede, imaginé que ya tendrías uno nuevo.
Yo estaba furiosa, hacía unos años se me había perdido mi diario en el colegio, allí escribía todas mis cosas íntimas, y creí que se me había caído y perdido, pero resulta que fue ella que me lo robó.
— ¿Tú leíste un diario ajeno? ¿Porqué hiciste eso?
Rodrigo parecía bastante sorprendido.
— Claro que tenía que leerlo, no sabía de quién era, pero cuando supe que se trataba de esta, no se lo quise regresar, allí decía lo celosa que se ponía cuando nos veía juntos, y también el concepto en el que me tenía.
— ¿Tú estás enamorada de mi? Porque si es así eso explica muchas cosas.
Ahora estaba siendo confrontada por el, pero no estaba dispuesta a ser humillada.
— Estuve enamorada de ti es cierto, fue en la etapa escolar y parte de la secundaria, pero ya no es así, yo ya no siento nada por ti, porque me enamoré de otra persona, y en cuanto a ese diario, te lo puedes comer estúpida, al parecer te es más de provecho a ti que a mí, tal vez descubriendo secretos ajenos, le das a tu vida ese valor que tanto le hace falta.
Al final de la tarde, regresé corriendo a mi casa, sintiéndome más miserable que antes, no podía creer que esto se hubiera ventilado de esa manera, y más aún que Sandra todo este tiempo se haya burlado de mi conociendo mis más íntimos secretos. Rodrigo tenía que salir de mi vida, aunque mi corazón seguiera latiendo por él, sabía que era mejor mantener la distancia a partir ahora y dejar de lado mis ilusiones amorosas.
Encerrada en mi casa y con el corazón destruido, pensaba en que es lo que iba a hacer, como iba a sostener mi mentira de que amaba a alguien más, estaba más que comprobado que yo era una tonta. Me quedé encerrada el resto de la tarde y casi todo el día siguiente.