narra la intensa y misteriosa historia de dos poderosos empresarios en Seúl. Gael Kim, un enigmático y carismático magnate que oculta su identidad, y Jinwoo Lee, un frío y calculador multimillonario con conexiones en el mundo criminal. A pesar de sus diferencias, ambos se sienten atraídos de manera inexplicable tras un primer encuentro. Mientras enfrentan a sus enemigos, Seo-jun y Minji, que buscan separarlos por venganza y ambición, Gael y Jinwoo luchan contra sus propios demonios, descubriendo que sus destinos están entrelazados por algo mucho más profundo que el poder.
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Conexiones del Pasado
Jinwoo y Gael caminaban por las calles desiertas de Seúl, los ecos de sus pasos resonando en la noche. La tensión en el aire era palpable, y ambos sabían que cada sombra podría ocultar a un enemigo. La misión de contactar a un viejo amigo de Jinwoo era arriesgada, pero no tenían más opción.
—¿Estás seguro de que este tipo puede ayudarnos? —preguntó Gael, rompiendo el silencio mientras se detenían en una esquina para revisar su entorno.
—Lo conocí hace años, antes de que el mundo del crimen me consumiera. Era un buen hombre, pero se metió en cosas que no podía controlar —respondió Jinwoo, recordando a su antiguo amigo, Seok-jin. No era un hombre de negocios como él, sino un criminal que había intentado cambiar de vida, pero las sombras de su pasado lo seguían.
Mientras avanzaban, Jinwoo se sintió atrapado entre la nostalgia y el miedo. Había una parte de él que anhelaba la vida simple que solía tener, lejos del peligro y de las complejidades del mundo empresarial. Pero la realidad era que la mafia estaba en juego, y no podía darse el lujo de mirar hacia atrás.
Finalmente, llegaron a un barrio más antiguo de la ciudad, donde las calles estaban mal iluminadas y el aire olía a una mezcla de comida callejera y humedad. Jinwoo reconoció el edificio de ladrillo en el que Seok-jin había vivido durante años. Era un lugar discreto, fácil de pasar desapercibido, lo que lo hacía perfecto para una reunión clandestina.
—¿Y si no está aquí? —preguntó Gael, observando el exterior con cautela.
—No hay otra opción —dijo Jinwoo, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Si Seok-jin no estaba, no tendrían a quién recurrir—. Vamos a comprobarlo.
Empujó la puerta de entrada, que chirrió levemente. El vestíbulo estaba oscuro, y el aire estaba impregnado de un aire de abandono. Subieron las escaleras de madera, que crujían bajo sus pies, hasta llegar al segundo piso. La puerta del apartamento de Seok-jin estaba entreabierta.
—Se ve que no ha cambiado mucho —murmuró Jinwoo, recordando las noches que pasaron aquí, compartiendo risas y sueños.
Se asomó a la puerta, y el espectáculo que encontró lo tomó por sorpresa. El apartamento estaba desordenado, con cajas apiladas y muebles cubiertos de sábanas. Sin embargo, en el centro de la sala, Seok-jin estaba sentado, rodeado de documentos y fotos. Su mirada se encontró con la de Jinwoo, y una sonrisa amplia se dibujó en su rostro.
—¡Jinwoo! —exclamó, levantándose rápidamente y acercándose—. ¡No puedo creer que seas tú!
—Seok-jin —dijo Jinwoo, sintiendo una oleada de alivio—. Necesitamos tu ayuda. La situación es grave.
Seok-jin frunció el ceño, notando la seriedad en la voz de Jinwoo.
—¿Qué ha pasado? —preguntó, volviéndose más serio—. ¿Estás en problemas?
—La mafia está tras de nosotros —respondió Gael, interrumpiendo—. Dong-hyun nos está buscando. Necesitamos información sobre sus movimientos y cualquier cosa que pueda ayudarnos a salir de esto.
Seok-jin respiró hondo, claramente preocupado.
—Esa es una situación peligrosa. No se puede jugar con el fuego. Pero... si lo que dices es cierto, entonces no podemos quedarnos de brazos cruzados.
Mientras discutían, la conversación giró hacia los peligros del pasado de Seok-jin. A pesar de sus intentos por alejarse de la vida criminal, su pasado nunca lo había dejado ir completamente. Seok-jin conocía a muchos en el mundo del crimen, y aunque deseaba evitarlo, sabía que ahora tenía que usar esas conexiones.
—Hay un lugar al que puedo llevarte, donde podrías obtener más información —dijo finalmente Seok-jin—. Pero tienes que prometerme que no te meterás en más problemas de los que ya estás.
—Prometido —dijo Jinwoo, sintiendo el peso de la responsabilidad—. Solo queremos salir de esto con vida.
—Bien. Vamos —dijo Seok-jin, llevándolos a través de un pasillo oscuro y hacia una salida trasera del edificio.
Mientras caminaban, Jinwoo no podía evitar sentir un torrente de emociones. Seok-jin había sido un hermano para él en tiempos difíciles, y verlo de nuevo le recordaba lo fácil que era perderse en el mundo criminal. Sin embargo, ahora estaba ahí, buscando redención.
Salieron a una calle lateral, donde un coche negro esperaba. Seok-jin condujo a Jinwoo y Gael a través de la ciudad, pasando por calles que conocía muy bien. La adrenalina corría por sus venas, y cada segundo parecía estar lleno de tensión.
Al llegar a un club nocturno de lujo, Seok-jin estacionó el coche y se volvió hacia ellos.
—Este lugar es un punto de encuentro para muchos en el mundo del crimen. Aquí podrás obtener información sobre la mafia y tal vez, una manera de lidiar con Dong-hyun —dijo—. Pero ten cuidado, no todos aquí son amigos.
—Gracias, Seok-jin —dijo Jinwoo, sintiendo un renovado sentido de determinación—. No te preocupes, seremos cautelosos.
Antes de entrar al club, Jinwoo miró a Gael. Ambos sabían que la noche solo estaba comenzando, y que cada paso que daban los acercaba más a un enfrentamiento inevitable. El club estaba lleno de luces brillantes y música vibrante, pero bajo la superficie, la tensión era palpable.
Al entrar, la mirada de Jinwoo se detuvo en un grupo de hombres que se reían en una esquina. La figura de uno de ellos era familiar: era un antiguo conocido, un hombre que había estado vinculado a la mafia en el pasado. Conocía bien sus trucos y sus conexiones, y tal vez podría ayudar.
—Vamos, tenemos que acercarnos a ese grupo —dijo Jinwoo, señalando con la cabeza.
Mientras se acercaban, la música envolvía el ambiente y las luces danzaban, creando una atmósfera vibrante pero engañosa. Jinwoo sintió que su corazón latía con fuerza mientras se acercaban al grupo, su mente preparándose para cualquier eventualidad.
El destino había trazado un camino peligroso, y la línea entre la amistad y la traición se volvía cada vez más difusa.