Me casé a la fuerza y al mismo tiempo enamorada. Hasta el día de hoy lo amó, pero mi matrimonio es un fracasó. Y no sé si es mi culpa o es de ambos.
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Boda.
El juez me preguntó lo mismo y también acepté.
— Entonces los declaro.
— Esperé. — Interrumpí.
— Si señorita.
— ¿Puede hacer esa pregunta de si alguien se opone a está unión.?
— ¿Qué.?
— Por favor. Es que siempre quise esa pregunta en mi boda.
— Está bien señorita. Si hay alguien qué se opone a está unión que hablé ahora o caye para siempre.
En mi interior deseaba que alguien se opusiera.
— Pierde la esperanza. Ya eres mi esposa. — Dijo Tyler con una sonrisa y voz baja.
— Siendo así. Yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
— Qué sea un beso rápido. — Le ordené. El imbécil hizo lo que le pedí. Al menos en eso me respetó.
— Hijo tu esposa es hermosa. ¿Porqué no me la habías presentado.?
Porqué no tenía la intención de que yo fuera su esposa. Respondí en mi cabeza a su abuelo.
— Mi hija tampoco me lo presentó. — Dijo mi padre con un poco de disgusto.
— Zuri y yo teníamos una relación secreta. Pero ya llegó el momento de no ocultarla.
Fue secreta por qué tú querías. Y yo cumplía tus caprichos. Me hubiera gustado decirle eso. Pero no me atreví.
Una niñera llegó con mi hija. La tomé en mis brazos y la besé.
— ¿Está es mi nieta.? — Preguntó el abuelo de Tyler..
— Si.
— ¿Nieta.? ¿Tuviste una hija con el.? — Mi padre estaba desconcertado.
— Veo que si era muy secreta esa relación. — Dijo el abuelo riendo.
— Papá por favor no me juzgues.
— No seas anticuado. Los muchachos ya se casaron. Nuestra nieta va crecer en un matrimonio feliz.
¿Feliz.? Esté matrimonio será cualquier cosa, menos feliz.
— ¿Puedo cargarla.? — Preguntó el abuelo.
— Adelante. — Dijo Tyler. Yo sé la di y hablé con mi padre en una esquina.
— Papá por favor...
— No te juzgó hija. Eres una adulta, eres capaz de tomar tus propias decisiones. Pero me molesta que me hayas ocultado algo tan importante.
— Lo siento. No sabía cómo decírtelo.
— Ahora que lo se esperó que me dejes visitarlas.
— Porsupuesto que puedes.
Nos dimos un abrazo y el se fue. Yo regresé con mi hija. Tyler la tenía en sus brazos.
— ¿Listos para su luna de miel.?
— ¿Luna de miel.? — Pregunté.
— Hijo. ¿No le contaste.?
— Se me pasó ese detalle. Amor. — ¿Amor.? Reí en mí cabeza. — Mi abuelo nos regaló un viaje a una isla. ¿Qué te parece.?
¿Qué me parece.? Me parece que eres un imbécil. Yo no quiero ir a ningún lugar contigo.
— Creó que le encantó la idea. Hasta se quedó sin palabras. — Dijo su abuelo.
— No iré de luna de miel. — Respondí con determinación. Tyler y su abuelo borraron sus sonrisas.
— ¿Porqué.? — Preguntó su abuelo.
— Mi hija es muy pequeña. No voy a dejarla al cuidado de extraños. Ella está antes que cualquier cosa.
— Me agradas. Está bien si no quieren ir ahora. Dejémoslo para otra ocasión. — El dió unos pasos. Luego se detuvo. — ¿Cómo se va llamar?
— Adriana. — Respondió Tyler. Su abuelo sonrió con nostalgia, algo que no entendí.
— Es un hermoso nombre. — Tras decir eso se fue.
— Yo nunca estuve de acuerdo con ese nombre.— Reclamé. — Ni siquiera me lo consultaste.
— Tú puedes elegir el nombre de nuestro segundo hijo.
— Creo que no escuché bien lo que dijiste. ¿Mencionaste un segundo qué.?
— Hijo. Vamos a tener otro hijo. — Sonrió con malicia. Yo le quité a mi hija y me fuí. No estoy dispuesta a darle más hijos.
En la noche el entró a mi habitación. Iba con una niñera.
— Llévate a mi hija. — Le ordenó.
— Si señor. — La niñera se acercó a mí.
— La bebé dormirá conmigo.
— No está noche. — Me dió una mirada amenazante y no me quedó más opción que darle a la bebé. La niñera salió y Tyler se acercó a mí. — Te veías hermosa con ese vestido de novia.
— Suéltame.
— ¿Porqué.? ¿Me odias tanto que no puedes tener sexo conmigo.? — No sé cómo era tan descarado y se atrevía a preguntar.
— Si. Te odió. No quiero nada contigo. — Lo empuje.
— Eres mi esposa.
— Sólo me casé contigo por mi hija. Hace mucho que dejé de amarte, ahora sólo siento asco al verte.
— ¿En verdad me amaste.? — Preguntó con sarcasmo.
Me reí.
— ¿Entonces nunca creíste que lo hiciera.?
El se quedó pensativo.
— No me respondas.
— No mientas. Yo sé que sólo me veías cómo tú minita de oro.
Otra vez reí pero está vez con tristeza.
— Nunca te vi de esa forma. — Por un momento sentí ganas de llorar. — Yo te amé, te amé con el alma, con el corazón y con el cuerpo, pero después descubrí que no merecías ese amor. Por eso ahora lo único que siento por ti es odió y desprecio.
El me miró y por un momento me pareció que una lágrima salió de sus ojos. Pero eso era imposible.
— Zuri...
— Yo no seré una esposa de verdad. No dormiré contigo, no seré cariñosa, no te cuidaré si estás enfermó, no me acostaré contigo y mucho menos pienses que te daré otro hijo. Hubiera hecho todo eso cuándo estaba enamorada pero ahora no. — El seguía sin decir palabra alguna. — Ya aclaramos esté matrimonio. Ahora vete.
Si pude analizar que perjuicio es cuando no se aclaran las cosas.SE TORNAN TURBIAS.