“En la vida tomamos decisiones todo el tiempo, algunas acertadas y otras no tanto. A veces la circunstancias nos llevan por caminos errados. Esta es la historia de la familia Santoscoy, y de su vida dentro de la mafia. La sed de venganza puede sacar lo peor de nosotros, también la lucha de poder y enfrentamientos entre grupos rivales, siempre logra arrasar con todo a su paso.
Pero dentro de tanto odio, también puede nacer el amor y la pasión desmedida, un amor clandestino, entre dos personas que sus vidas no tienen nada en común. Pero que el destino se ha encargado de unir, a pesar de todos los obstáculos que deben atravesar.”
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Campo de batalla
Capítulo 22
Gerardo llegó a la oficina donde Elena Covarrubias, su madre dirigía el estado que Gobernaba actualmente. Al igual que todos, esperaba que pudiera atenderlo.
—Señora Gobernadora, lo busca Gerardo Montaño Santoscoy.—lo anunciaba su asistente
—Pero que estás esperando hazlo pasar, él no necesita una cita. Entiendes, jamás lo vuelvas hacer esperar.—decía Elena
—Si gobernadora.—la asistente salió para decirle a Gerardo que podía pasar.
Gerardo tenía meses sin ver a su madre, era la única persona que respetaba y admiraba en todo el mundo, en la única que podía confiar plenamente.
—Hijo de mi vida, te tardaste en volver. No entiendo qué afán de permanecer recluido en esa selva.—
—Por eso estoy aquí, vengo a informarte que ahora soy el nuevo líder de los territorios de mis medios hermanos. Ese no era el plan, pero mi querida Leonela lo decidió.—
—¿Y Remigio?—
—Fue asesinado al igual que Crispín, pero yo haré honor a su apellido.—
—Se que lo lograrás, en poco tiempo me convertiré en la presidenta de este país. Y conseguiremos lo que nadie ha podido, controlaremos la organización y serás tan poderoso, como lo es ahora Leonela o tal vez más. Tu padre siempre dijo que serías poderoso, que eras su orgullo.—
—Siempre me lo dijo, pero no solo quiero poder. Quiero que Leonela se convierta en mi esposa, siempre he estado perdidamente enamorado de ella. Cuando sea el momento, le revelaré mi secreto. Pero cuando eso suceda, ella me tendrá mucha confianza, y si no siempre podré obligarla.—
—Yo te ayudaré mi vida, ella será mi nuera. Ya lo verás.—
Elena era muy consentidora con Gerardo, después de todo era su único hijo. Al igual que él tenía una ambición desmedida, además sabía que la organización generaba más dinero que una empresa exitosa. Solapar lo que está mal con tus hijos, solo los lleva a su propia ruina.
Mientras Gerardo comenzaba la siguiente parte de su plan. Leonela pensaba todo el tiempo en Kerim, hasta llegar a la desesperación. Él no dejaba de buscarla pero ella se rehusaba a responderle los mensajes, no quería que sintiera alguna esperanza de que algún día volverían, pasaron algunas semanas más, Leonela se hacía más cercana a Gerardo por los excelentes resultados que estaba dando, pero siempre alerta.
Meses después, en España Kerim experimentaba su propia lucha, su hogar que alguna vez había estado lleno de amor, ahora se había convertido en un campo de batalla. El embarazo de Ninfa la había trastornado, buscaba cualquier pretexto para castigar a su esposo infiel.
—Señor Kerim, gracias al cielo que llegó. La señora Ninfa recibió un sobre y se volvió como loca. Escúchela esta destruyendo su habitación.—decía la nueva ama de llaves, Norma.
—¿Que clase de sobre?—
—Era un sobre amarillo.—
—Gracias Norma, yo me encargo.—respondió Kerim para después subir, sobre todo confrontarla.—Ninfa ábreme.—decía Kerim mientras golpeaba la puerta.
—¡No quiero verte maldito infiel, sigues pensando en esa ramera, en tu maldita socia!—gritaba Ninfa, mientras lo dejaba entrar. Kerim no podía creer todo lo que veía, literalmente había destruido toda la habitación, la ropa de Kerim estaba hecha pedazos.
—Te pedí el divorcio, tú eres la que se aferra a mantener este absurdo matrimonio. Tu terminaste con todo cuando te fuiste, estuvimos meses distanciados y por más que te busque simplemente te olvidaste de nosotros. Nunca te he mentido, amo a Leonela y quiero estar con ella.—
—Nunca vas a estar con ella, eres mi esposo y el padre de mi hijo. Aquí están tus mensajes ridículos, tu el gran Kerim Retana rogándole a esa vagabunda. Es claro que ella tampoco quiere estar contigo, estoy segura que ya tiene a alguien más calentándole la cama.—Kerim enfureció
—Cállate, no vuelvas a decir algo así. No la conoces.—
—Anda lastímame, es más acaba con mi vida y con la de nuestro hijo, es lo que más deseas no.—Ninfa lo empujaba para provocarlo
—Estás totalmente trastornada, esto es un infierno. Así que pediré el divorcio y hoy me iré de esta casa, pero entiéndelo lucharé por mi hijo. No vas a lograr quitármelo.—
Kerim salió de la habitación, detrás de él salió Ninfa tratando de detenerlo pero de una manera agresiva. Kerim bajó las escaleras ignorándola totalmente, faltaban pocos peldaños cuando Ninfa resbaló afortunadamente Kerim la detuvo.
—No puedes seguir así, esto no es vida Ninfa.—
—Entonces deja de buscar a esa mujer, solo debemos preocuparte nuestro bebé y yo. Nosotros somos tu familia, ya olvidaste el juramento que me hiciste ante Dios.—
—No, nunca lo olvide. Pero me enamoré.—
—Dudo que ella de ti esté enamorada, si fuera así estuviera contigo. Nada la hubiera detenido, ni siquiera te responde los mensajes. Pero nosotros estamos aquí para darte amor.—decía Ninfa mientras tomaba su mano, para colocarla en su vientre así Kerim pudiera sentir a su hijo.
Kerim al sentir a su hijo reflexionaba lo dicho por Ninfa, aunque le dolía estaba diciendo la verdad. Leonela no quería estar en su vida, conociéndola nada se hubiera interpuesto, sin embargo terminó con él. Además si se hubiera caído Ninfa tal vez hubiera perdido al bebé, no era justo hacerla pasar por todo ese estrés y sufrimiento estando embarazada. Así que era momento de olvidar su amor.
Tu si puedes desenmascarar a gerardo
Debemos salvar a Sonia
Así de fácil confías en la palabra del tirador
Acabas de decirlo es tu amiga
Por fas piensa leonela