Sobreviviendo Como La Villana

Llegamos a la casa del Conde, entramos los tres, Sara tuvo que quedarse en la cocina con las demás damas que acompañaban a sus señoritas. La única que podía entrar y salir de la sala que estábamos era la doncella de la señorita que organizaba la fiesta. Por su lado, Lince si pudo venir conmigo ya que estaba camuflado. Cuando ingresamos, todas las damas estaban expectantes a mis disculpas.

-Hola señorita Ludmila Plater, ¿Cómo se encuentra, luego de ese incidente? Hubiera ido a recibirla yo mismo, pero tenía que atender a las demás damas.-

Esa víbora quería hacerme enojar, al decir esto, se refería que no tengo la suficiente importancia para que ella se tome la molestia de salir a recibirme como es adecuado, sin embargo, ya no soy una niña que se enojaría por algo así…

-No se preocupe señorita Baldron, quería pedirle disculpas si en el pasado no me comporte bien con usted, ni con estas bellas damas que la acompañan, prometo dejar de lado disputas inútiles y comportarme como una verdadera dama.-

-oh señorita espero que podamos seguir siendo tan buenas amigas como en el pasado, hablé con el príncipe hace unos días y tampoco le guarda rencor por difundir esos tontos rumores sobre ese compromiso. Ups ¿acaso hablé de más, eso se lo tendría que haber transmitido en privado?-

Esta mocosa sigue buscando pelea conmigo… esbozo una sonrisa encantadora y la penetro con mi ojos carmesí, por dentro quería darle unos cuantos puñetazos, pero tenía que fingir el papel de una dama tranquila y delicada.

-No se preocupe, todos cometemos errores, el mío fue enamorarme de alguien como el príncipe…-

Esto lo dije como si diera lástima, al borde de perder unas lágrimas, pero por dentro me daba asco decir esas palabras tan horribles, proseguí…

-Además, Señorita Baldron todos cometemos errores, creo que el mío fue bastante inocente, hay gente que hace cosas terribles, mi único delito fue ser una niña enamorada, pero que se compara con comprar esclavos, o lanzar a alguien que no sabe nadar a un estanque…. Hay gente que si merece un castigo terrible, pero el mío solo fue la ceguedad de la inocencia.. ¿No lo cree?-

Veo como cada palabra le daba un puñetazo, y se iba abriendo paso la ira en sus ojos, nadie sabía de qué hablaba, parecía que decía cosas al azar, pero ella lo tenía muy en claro, solo se hizo la desentendida..

-Tiene razón, hay personas que merecen castigos, por cosas mayores, usted solo se enamoró…-

Como fingí tan bien mi papel de niña inocente, las damas empezaron a murmurar y ponerse de mi lado, pues la mayoría había tenido amores imposibles, lo único que mi anterior usuaria llevó esa obsesión un poquito lejos.

Cuando pasamos a sentarnos para recibir el té, todas alagaban a mi hermosos cachorro por su pelaje azul y blanco, Lince estaba a sus anchas, pues le encantaba que lo alaben, zorro egocéntrico… la joven Baldron estaba que ardía de furia, ya que trato varias veces de hacerme enojar y no lo logró, una y otra vez terminaba ella humillada.

A todas les sorprendió mi cambio, hasta que una señorita se animó a preguntar sobre el príncipe sin vueltas, me molesta la pregunta pero me cae bien esta señorita tan directa.

-¿Así que ya no le gusta más el príncipe?-

-No señorita Temples-

Se sorprendió que la conociera, pues la anterior usuaria despreciaba a todos y la señorita Mariana Temples, no era la excepción. Ella era la única hija del Conde Temples, una familia muy amorosa que no tuve descendencia más allá de la señorita Temples, se rumoreaba que la Condesa tenía problemas para concebir hijos y que la única heredera era un milagro de los dioses.

Por todo ello, esta joven fue educada para seguir los pasos de su padre, y era el blanco en varias fiestas de té, ya que no era común que las mujeres hereden el negocio familiar, más se buscaba un buen candidato y listo, que él se hiciera cargo. Sin embargo, el padre de esta chica era uno de los que peleaba por posicionar a las mujeres en un lugar igualitario. Se ve que el hecho de solo traer descendencia femenina le abrió los ojos a ese conde y fue capaz de mover cielo y tierra para que la herencia este a nombre de su única hija.

La joven Temples siguió insistiendo, pero a diferencia de Baldron sus comentarios no eran con malicia más bien se divertía.

-Pensé que el amor duraba más de lo que la señorita estuvo cegada por el príncipe.-

-No creo que haya sido amor, seguro fue un enamoramiento infantil simplemente, en este tiempo que mi salud fue delicada, pude ver que mi corazón no se aceleraba con ese joven. Además, todavía soy joven, hay mucho peces en el mar, tendría que aprovechar antes de tomar una decisión por el resto de mi vida.-

La señorita se rió, pero las demás me miraban como si hubiera dicho algo que nadie tiene que decir…. En ese momento siento detrás mío que alguien se aclara la garganta, cuando me giro, unos ojos negros me atravesaban como si tuviera que arrepentirme de algo que dije. Como todas las damas, me levante y salude, eran el Conde Baldron y el Duque Greyel. Y como no podía ser menos la joven Baldron quiso resaltar.

-oh padre no sabía que regresaría hoy y con el Duque Greyel, mis disculpas por no poder acompañarlos.-

Ella miraba fijo al Duque con una sonrisa rebosante como si esperara algo, pero ese Demonio no me saco los ojos de encima desde que entró, todas pudieron percibir lo que él hacía, por ello el Conde se apuró a retirarse, quería demostrar que el Duque podía estar interesado en su hija, pero creo que la jugada no le salió muy bien.

-No te preocupes hija, las dejamos seguir con su charla, nosotros tenemos negocios que arreglar.-

Cuando se retiró empezaron los murmullos.

-Por dios que hombre más atractivo.-

-Si, lástima que dicen que es un demonio sanguinario.-

-si… hoy rumores de lo terrible que puede llegar a ser.-

Y así estuvieron por un rato hasta que la señorita Baldron hablo bien fuerte para que todas escuchemos.

-El Duque ya ha venido varia veces a hablar con mi padre, están pactando un matrimonio para que el condado se una con su ducado.-

Esto lo dijo muy orgullosa, por alguna razón dentro mío se encendió una llama muy fuerte, esta vez si la quería ver suplicar por su vida, escucho en mi mente la burla de Lince - Ja solo socios, mira lo celosa que estas- no podía contestarle, solo le dirigí una mirada peligrosa. Hasta que una carcajada llamó mi atención, era la señorita Temples.

-yo creo que en la lista del Duque esta solo la señorita Plater, no le sacaba los ojos de encima, ¿acaso lo conoce señorita?-

-Lo conocí en el festiva hace un tiempo, solo somos conocidos.-

-ahora entiendo eso de más peces en el mar, déjeme decirle algo, entre el príncipe y el duque, yo también optaría por el Duque.-

De pronto nos encontrábamos en una batalla entre las que estaban a favor del príncipe y las que estaban con el Duque, increíblemente ganó el Duque, creí que por temerle no tendría tantas admiradoras, pero para mi sorpresa el ser tan candente le juega un papel importante en este círculo de mujeres.

Por su parte, la señorita Baldron estaba más que furiosa, por lo que llamó a su doncella y ordeno que sirviera el té rápido.

Todo era charlas entre las damas hasta que apoyo mi taza en mis labios, en ese momento mi agarre suelta la porcelana y esta cae rompiéndose en varios pedazos sobre la mesa, dejando caer todo el líquido sobre el blanco mantel que decoraba el mueble, me sostengo el estómago y veo como todo mi cuerpo va perdiendo poco a poco toda su fuerza, veo a todas impactadas y a la señorita Temples que salió corriendo a sostenerme, al tiempo que comienza a gritar por ayuda. Mi último recuerdo fue como Lince se colocó encima de mí a modo de protección y como el Duque se acerca con una mirada sombría hacia donde yo estaba, para cargarme en forma de princesa. Luego siento que me hundo en la oscuridad….