Una Esposa Para El Príncipe Maldito

El carruaje se detuvo frente a una pequeña escuela del ducado. el sol bañaba el patio donde una docena de niños jugaba con coronas de flores y cometas. apenas Nora bajó, los pequeños corrieron hacia ella gritando su nombre.

—¡señorita Nora! ¡trajo los dulces!

Nora: claro que sí.. pero tienen que portarse bien.

Jahir descendió detrás de ella. los niños se quedaron en silencio, observándolo con una mezcla de respeto y miedo. el príncipe les devolvió una mirada fría y se apartó, con las manos detrás de la espalda.

Nora lo miró de reojo y lo entendió todo.

[le gusta que le teman, pues hoy no.]

se inclinó y susurró a los niños..

Nora (susurro): ¿ven esa cara tan seria? es porque está triste. cuando la gente está triste, hay que regalarle coronas de flores.

los niños se miraron entre sí, dudosos.

—¿al príncipe? —preguntó uno temeroso.

Nora: sí.. y no se preocupen, no muerde… creo.

con risas contenidas, los pequeños se armaron de valor. primero uno, luego tres, y pronto una decena corrió hacia Jahir gritando..

—¡para que esté feliz, su alteza!

antes de que pudiera reaccionar, le colocaron coronas de flores en la cabeza, los brazos y hasta en la espada. el príncipe quedó completamente paralizado, sin saber si agradecer o ordenar que se detuvieran.

Nora observaba la escena con los brazos cruzados, disfrutando cada segundo. por primera vez lo vio incómodo, sin ese aire de superioridad que tanto la irritaba.

Principe: ¿qué... qué están haciendo?

—¡abrazos, su alteza!

Nora, desde atrás ya no podía contener la risa.

los pequeños se le colgaron del abrigo, le echaron pétalos en el cabello y lo rodearon completamente. Jahir apenas podía moverse.

ella entre carcajadas, alzó la voz..

Nora: ¡niños! ¡el príncipe quiere más abrazos! ¡y más flores! ¡muchas más!

las risas llenaron el patio. el príncipe, con las mejillas sonrojadas y las coronas torcidas, la fulminó con la mirada, mientras ella reía a carcajadas, disfrutando su dulce venganza.

[esto es por mi libro… y por fingir que no habías roto el compromiso, arrogante.]

el príncipe estaba rojo de furia, con pétalos aún enredados en el cabello y una corona de flores torcida sobre la frente. los niños seguían riendo mientras Nora intentaba, sin éxito, contener su sonrisa.

Principe: esto… esto no quedará así.. me vengaré, señorita Nora.

ella se giró lentamente hacia él, con esa serenidad que tanto lo exasperaba.

Nora: ¿en serio, alteza? ¿una venganza por unas flores?

Principe: te estás burlando de mí.

ella se encogió de hombros, pero sus ojos brillaban traviesos.

Nora: no, claro que no. solo… me alegra que los niños lo aprecien tanto.

y antes de que él pudiera responder, se volvió hacia los pequeños y gritó..

Nora: ¡niños! ¡el príncipe quiere un abrazo de despedida!

los ojos de Jahir se abrieron con horror..

Principe: ¡no te atrevas!

pero ya era demasiado tarde. una ola de risas y pasitos descalzos se abalanzó sobre él. los niños lo rodearon, lo abrazaron y lo cubrieron otra vez de flores. uno incluso lo tomó de la mano, orgulloso de “cuidar al príncipe”.

ella observando la escena desde unos pasos atrás, cruzó los brazos y sonrió satisfecha.

Nora: así está mejor.. ahora sí parece querido por el pueblo.

el príncipe Jahir caminaba rígido entre los niños que aún reían y corrían con sus coronas de flores. las maestras, que al principio lo habían saludado con torpes reverencias y rostros tensos de miedo.. ahora le sonreían con calidez.

eso lo irritó más que cualquier hechizo.

- excelente trabajo, alteza —dijo una de ellas con voz temblorosa pero sincera—. los niños lo adoran.

Jahir apretó la mandíbula.

[adoran… ¿adorarme a mi? ¡que mierda esta pasando!]

mientras tanto, Nora aprovechaba cada segundo para disfrutar del espectáculo. se acercó a los niños y, con una voz dulce que todos pudieron oír, exclamó..

Nora: ¡niños! ¡nuestro bondadoso príncipe dijo que regalará libros nuevos y un delicioso almuerzo para todos!

hubo un silencio corto… y luego un estallido de alegría.

Nora: ¡viva el príncipe!

- ¡viva el príncipe! —repitieron decenas de voces pequeñas, saltando y aplaudiendo.

Jahir se quedó inmóvil, mirando a su alrededor como si el suelo acabara de desaparecer bajo sus pies..

las maestras sonreían, los niños reían, y Nora, la causante de todo, se acercó con la sonrisa más inocente del mundo.

cuando pasó junto a él, se inclinó apenas y susurró..

Nora (susurro): felicidades, príncipe… ya no te temen.

Jahir la fulminó con la mirada, los ojos rojos encendidos como brasas.

ella solo sonrió más, dio un paso atrás y, antes de marcharse, añadió con tono burlón..

Nora: no me dé las gracias, fue un placer servir a su majestad.

el príncipe se quedó ahí, cubierto de flores, rodeado de aplausos y sin poder decidir si quería gritar… o maldecir..

De regreso.. el carruaje avanzaba por el camino empedrado con un traqueteo constante, el aire cargado de silencio después del alboroto de la escuela. Jahir miraba por la ventana fingiendo calma, pero las flores todavía colgaban de su abrigo y el eco de las risas infantiles lo seguía irritando.

ella se acomodó en su asiento, cruzó las piernas con elegancia y sin mirarlo dijo..

Nora: no hace falta que me mire así, príncipe, no fue mi culpa que los niños lo adoraran.

Jahir giró lentamente la cabeza.

Principe: fue tu culpa desde el momento en que abriste la boca.

Nora: tal vez.. pero al menos ahora saben que no es malo..

él se inclinó hacia adelante, su voz baja pero cortante:

Principe: te atreves a burlarte de mí.

Nora: solo digo la verdad. no te tengo miedo, príncipe.. estás tan acostumbrado a evitar a todos que olvidaste cómo tratar con la gente. es más cómodo ser temido, ¿no? así nadie te decepciona.

Jahir apretó los puños.

Principe: cuida tus palabras, Nora.

Nora: ¿por qué? ¿va a maldecirme con su magia antigua? ah, cierto, eso solo funciona con enemigos.

él golpeó el asiento con la mano.

Principe: ¡basta!

pero ella no se detuvo, su voz era calmada, peligrosa.

Nora: si tanto te molesta, hazlo simple. vete. cancela la fiesta de compromiso.

Jahir la observó con una mezcla de ira y desconcierto.

Principe: así que eso quieres… que lo cancele.

Nora: me da igual.. haz lo que quieras.

el carruaje se llenó de un silencio espeso antes de que él sonriera con una sombra de burla.

Principe: entonces no lo haré.

ella lo miró, confundida.

Nora: ¿qué?

Principe: si eso es lo que quieres, no te daré el gusto. te obligaré a comprometerte conmigo, aunque sea lo último que desees..

Ella lo miró con furia contenida..

Nora: es usted… imposible..

Jahir se recostó en el asiento, victorioso, mientras el carruaje seguía su marcha.

Principe: acostúmbrate, prometida.

El príncipe al verla molesta, apretando sus manos en el vestido sonrió triunfante..