Betsabet Kohler es teniente del ejército de Alemania y ha destacado por su papel en la reacción rápida contra el narcotráfico. Considerada la mejor teniente de su unidad, pasó tres años en Estados Unidos desmantelando grupos dedicados al narcotráfico. Al regresar a su país, su coronel le asigna una misión como infiltrada en la organización liderada por Salvatore Müller. Su tarea consiste en integrarse en su vida y en su hogar para ganarse su confianza y enamorarlo, con el objetivo de obtener pruebas que permitan llevarlo ante la justicia y desmantelar la organización. Sin embargo, lo que comienza como una operación se convierte en un juego peligroso en el que se entrelazan el deseo, la traición, el odio, la demencia y el amor.
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Capítulo 16 la conquista de un Müller 2/2
Fabián Müller
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- Ella me observa y dice-No eres de aquí, ¿cierto? Es la primera vez que te veo.
- Le respondo-No, no lo soy. Me mudé aquí hace poco y no conozco a nadie. Es complicado estar en un lugar nuevo sin amistades.
- Actúo con tristeza. Ella asiente y me da su número de teléfono. El taxi se detiene y ella se sube al auto. Sonrío, todo salió muy bien; ahora tengo su número, y es hora de conquistarla. Camino hacia el auto, y al entrar, miro a José, que tiene un hematoma alrededor del ojo. Me dice-¿Era necesario que me golpearas?
- Le respondo-Era necesario para que la escena pareciera real. Funcionó, ahora tengo su número.
- Hago una mueca; me había pasado con el golpe. Él me dice-Espero que valga la pena.
- Le respondo -Claro que valdrá la pena. Aprovecha que estamos frente al supermercado y cómprate un poco de carne para que te la pongan en el ojo, se te está poniendo feo.
- Él se ríe amargamente y dice-Qué gracioso.
- Le digo -Necesito que busques una casa en este pueblo, porque desde hoy viviré aquí.
- Él me observa, sorprendido, y se baja del auto. Una vez que logre lo que deseo con esa diosa, estaré satisfecho. Al día siguiente, José me consiguió una casa, donde comencé a vivir. Todos los días le enviaba mensajes, pero ella respondía de manera cortante, como si no le importara. A veces tardaba en contestar, lo que me frustraba. La invité a salir, pero me dijo que estaba ocupada y que me avisaría. ¿En qué estaba pensando esta mujer? Nunca en mi vida había sido rechazado de esa manera, y menos que me dijera que me avisaría. ¿Acaso se cree la última Coca-Cola del desierto? Al día siguiente, vi en mi teléfono que ella me había bloqueado. Me levanté del sofá, sorprendido-¿Ella me bloqueó?
- Escucho la risa de José y de Jim, este último dice-No lo puedo creer, una mujer te ha bloqueado. No diste la talla para conquistarla, estás perdiendo tu encanto.
- Sonrío y le digo-¿Perder el encanto? Claro que no, solo se está haciendo la difícil. Pero eso la hace más interesante. Estoy seguro de que me desbloqueará y dirá que hubo un error. Es solo una estrategia de las mujeres para parecer intrigantes.
- Pasaron los días y, al sexto día, aún me tenía bloqueado. No pude aguantar más, así que tomé las llaves del auto y me dirigí a su casa. Al llegar, toqué su puerta, que se abrió unos minutos después. Al verme, se sorprendió y dijo-¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabes dónde vivo?
- Le respondo-Estuve buscando una pastelería y me recomendaron que hiciera los pedidos aquí. No sabía que los hacías tú.
- Su expresión de sorpresa se convierte en una mirada seria y dice-Sí, por favor, pasa.
- Entro y analizo la casa; está todo en orden y huele delicioso. Le digo- Gisel, ¿por qué me bloqueaste? ¿Acaso dije algo que te molestó?
- Ella dice-Lo hice porque no quiero perder el tiempo hablando contigo. Lo siento, pero no eres mi tipo.
- Quedo en shock, solo la observo mientras habla. En mi mente, me repito que no soy su tipo, que soy una pérdida de tiempo para ella. Preferiría mil veces recibir un balazo en el cuerpo antes que escuchar lo que dice esta mujer ignorante. Me las pagará. Le respondo- Solo quería ser tu amigo, nada más. Tampoco eres mi tipo.
- Ella se queda en silencio y se ruboriza, diciendo, apenada-Oh, bueno, dime qué necesitabas, te mostraré los diseños de los pudines y postres que hago.
- Ella busca una carpeta, me la entrega y comienzo a revisarla. Todo se ve muy bien, pero en medio de la rabia que siento, lo único que quiero es tomarla del cuello y ahorcarla mientras tengo sexo con ella, para que comprenda el error de lo que está rechazando. Ella regresa y me entrega un plato con un postre. Lo recibo y lo pruebo; abro los ojos. ¡Qué delicia! Nunca había comido algo tan rico. Ella comienza a explicarme que es un postre de frutos rojos. Le digo-De verdad, está muy rico; te encargaré 100.
- Ella abre los ojos, sorprendida, y dice-¿100? ¿Para cuándo los necesitas?
-Le respondo-Para dentro de dos días.
- Ella me dice, angustiada-¿Para dentro de dos días? Es complicado. En este momento no cuento con personal.
- La interrumpo y le digo-Si me permites, yo te ayudaré; los necesito para un evento importante.
- Ella dice-Sí, debemos comprar los ingredientes.
- Veremos si no soy tu tipo de hombre. Cuando esté en mis sábanas, te veré detrás de mí y yo te rechazaré por ingnorante engreida. Juro que serás mía o dejaré de llamarme Fabián Müller.