Jonathan Wind ha vivido toda su vida con los humanos sin siquiera imaginarse de su verdadero origen, todo cambiará cuando una loba de cabellos rojos violáceos, aparezca frente a él, ocasionando el despertar de un poder oculto en su interior, de su lobo quien reclamará a esa linda loba como La Luna de Ares.
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Jonathan Windsor
Jonathan salía del baño después de un largo día de entrenamiento. Sentía el cuerpo adolorido y seguía algo confundido por todo lo que estaba pasando, pero tenía una cosa clara: solo quería proteger a Hazel y evitar que volviera a sufrir por culpa de Caspian y el Clan Windsor.
En ese momento, ella entró en la recámara, vestida con un short y un top negros. Su cabello, suelto y húmedo, le caía sobre los hombros. Él notó unos moretones en sus brazos, producto del entrenamiento.
—¿Te sientes bien? —se acercó a ella, preocupado.
—Sí, no pensé que el tío Xavier fuera tan fuerte —respondió Hazel con una sonrisa.
—Yo tampoco, ni que fuera un lobo —comentó Jonathan. La cargó en sus brazos y la llevó hasta la cama.
—Gracias, Jonathan —le acarició la mejilla. Él se acostó a su lado.
—Hazel, esta noche es superluna —dijo con algo de nerviosismo—. ¿Aún puedo marcarte? —preguntó.
—Es lo que más quiero, llevar tu marca, Jonathan —respondió ella, con las mejillas sonrojadas.
Jonathan se colocó de rodillas frente a ella y la ayudo a que se pusiera igual que él, le quitó la blusa, dejando al descubierto sus grandes senos que, al igual que a Ares, lo volvían loco.
Sus manos comenzaron a masajearlos, y Hazel jadeó. Colocó sus manos sobre el torso de él y las fue bajando hasta llegar a sus pantalones. Metió una mano por dentro, sintiendo su dureza. Esa noche sería especial; ambos se reclamarían como pareja y sabía que, una vez que llevara su marca, nadie podría separarlos.
Jonathan observó a su bella mate tomar el control. Ella bajó su rostro hasta su dureza y deslizó la lengua por toda su longitud, provocando que él soltara un gemido ronco. Lo hizo un par de veces más, hasta que lo introdujo completamente en su boca. Jonathan solo podía jadear, intentando controlarse, pero deseaba unirse a esos movimientos, hacerlos más rápidos. Como si ella estuviera leyendo sus pensamientos, Hazel tomó sus manos y las llevó sobre su cabeza.
—¡Hazel! —gruñó, enredando los dedos en su cabello rojizo.
Sin poder contenerse, Jonathan comenzó con movimientos frenéticos. Hazel sintió arcadas, pero ni siquiera eso lo detuvo. Continuó su asalto hasta que se contrajo, derramando todo en su boca. Hazel saboreó su esencia.
—Qué delicia —dijo Hazel, pasando la lengua por sus labios. Jonathan rio ante su acción y sus palabras.
En un movimiento rápido, la volteó boca abajo, levantó sus caderas hacia él y le arrancó el short. Hazel gimió con fuerza cuando sintió cómo la penetraba de una sola estocada. Jonathan se movía de manera frenética, escuchando los gemidos de ella, enredando sus dedos en su cabello y jalándolo con cada embestida. Ella seguía disfrutando de la forma en que su pareja la tomaba, sin contener sus gemidos y moviendo sus caderas al mismo ritmo que él.
Jonathan salió de ella y la acomodó boca arriba. Ella sonrió y volvió a gemir cuando él entró de nuevo con una sola estocada. Él colocó las piernas de Hazel sobre sus hombros y continuó moviéndose mientras se miraban el uno al otro.
—Ahora márcala —gruñó Ares, excitado por el encuentro.
—Márcame, Jonathan —dijo Hazel entre gemidos.
Jonathan se inclinó hacia ella, sus ojos se volvieron azules por unos segundos. Hazel rio al ver que era Ares y dejó que Venus tomara el control.
—Solo mía, mi bella Venus —susurró Ares.
—Y tú mío, Ares —afirmó Venus.
Ares devolvió el control a Jonathan, quien llevó su rostro hasta su cuello. Ahí debía dejar su marca. Esa era la manera en que los lobos reclamaban a sus parejas. Hazel era su pareja destinada, y a pesar de que al principio se sentía extraño por la diferencia de edad, ahora era diferente. Ella era la única para él. Su vida había cambiado con su llegada; podía disfrutar del sexo sin tener que contenerse. No dejaría que nadie se la quitara, porque una vida sin Hazel no tendría sentido para él.
Jonathan afiló sus dientes y los enterró en la suave piel de ella. Hazel gritó y rodeó su cintura con sus piernas; sus uñas se enterraron en la espalda de Jonathan. No pensaba que la marca fuera tan dolorosa y, a la vez, tan placentera y excitante.
—Mía, solo mía, Hazel —susurró Jonathan, deslizando su lengua sobre la marca enrojecida. Le gustaba verla ahí, lo hacía sentirse especial, diferente. Esa marca era la señal de que nadie más podía tocar a Hazel, que ella solo era de él.
—Siempre tuya —susurró Hazel, jadeante—. Ahora tú tienes que ser solo mío —mordió su oreja, y Jonathan rio.
Cambiarán de posición, y ahora ella estaba sobre él. Jonathan llevó sus manos a las caderas de Hazel y comenzaron a moverse. Él no podía apartar la mirada de sus senos, que rebotaban con el movimiento. Ella rio al verlo embelesado.
Hazel llevó su rostro hasta el sexy torso de Jonathan, del lado de su corazón. Deslizó su lengua húmeda y caliente en ese lugar, provocando roncos gemidos en él. Sus dientes se afilaron y los enterró en su piel, dejando su marca.
Los ojos de Jonathan se volvieron azules por unos segundos y una gran sonrisa se formó en sus labios. Sintió algo diferente en su ser, un poder que recorría todo su cuerpo. Ares se sentía tan excitado, tan poderoso de finalmente llevar la marca de su bella Venus. Ya se pertenecían el uno al otro.
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Xavier observaba a Dani dormir. Sobre el buró, el frasco de pastillas estaba regado. Dani dormía solo con una playera que le cubría hasta los muslos.
Xavier olfateó y sonrió: finalmente pudo reconocer su aroma. Después de dos años, nunca había bajado la guardia, pero al parecer hasta su Dani tenía un límite y podía deducir que estaba llegando a su fin.
—Es probable que las pastillas perdieran efecto... —dijo Hermes—. ¿Qué harás ahora que sabes lo que es? —preguntó.
—Nada, por ahora debemos concentrarnos en el entrenamiento de Jonathan y Hazel —respondió Xavier.
No podía dejar de mirar a Dani. Pensaba en que durante dos años había estado viviendo entre los humanos, pero ¿por qué? ¿Qué habría hecho para no estar con quienes le pertenecían? Aunque, de alguna manera eso era bueno, pues de lo contrario no se habrían conocido y él seguiría estando solo. Desde que Dani llegó, esa soledad ya no lo atormentaba. Su vida era diferente y quería que fuera así, o incluso mucho mejor, dejar de ocultar lo que sentía por Dani. Quizás era una buena idea.
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Jonathan no podía dejar de observar a Hazel. Anoche el sexo fue más intenso que otras veces, tal vez porque se marcaron. Como sea, con ella todo era perfecto. Le quitó la sábana, descubriendo sus enormes y suaves senos. Contuvo la risa por lo que estaba a punto de hacer; quería despertarla de esa manera y disfrutar la mañana antes de continuar el entrenamiento con Xavier.
Llevó su rostro a uno de sus firmes senos, abrió la boca y comenzó a saborearlos, succionando suavemente. La respiración de Hazel comenzó a agitarse y sutiles gemidos escaparon de sus labios.
—Ares... pervertido... —susurró con voz soñolienta.
—¿Yo qué? —le habló Ares a través del enlace.
Ella abrió los ojos y se encontró con los marrones de Jonathan, que seguía devorando su seno. Hazel se echó a reír, acarició el cabello de él y tomó su mano, llevándola a su otro seno que también necesitaba de su atención.
—Buenos días —dijo Jonathan con una sonrisa, y deslizó su lengua sobre el sensible botoncito rosado.
—Buenos días —respondió ella con ternura, acariciando su mejilla.
—Tenemos tiempo antes de empezar con el entrenamiento —dijo él mientras se colocaba encima de ella. Hazel soltó una fuerte carcajada.
—Ares y tú son igual de pervertidos —dijo.
Jonathan se encogió de hombros, colocó sus manos sobre los senos de Hazel, los juntó y acercó su rostro. Deslizó su lengua por ambos, provocando que ella gimiera y arqueara la espalda.
—Te follaré duro, mi bella luna —susurraron Ares y Jonathan al mismo tiempo. Hazel se mordió el labio y asintió, tan excitada como Venus.
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Xavier vio a la pareja salir de la casa. Notó la marca en el cuello de Hazel, lo cual era una buena señal. A pesar de sentirse confundido por el destino de Jonathan, aún quería a Hazel a su lado.
—Vamos a empezar con Jonathan. Hazel, mantente observando, ¿de acuerdo? —preguntó.
Antes de que comenzaran el entrenamiento, Tomás y Liliana llegaron con una canasta de comida.
—Ponte la chaqueta —le dijo Xavier a Hazel. Su marca aún estaba enrojecida y no quería que esos dos hicieran preguntas.
Hazel asintió y se puso la chaqueta, subiendo la cremallera hasta cubrir su cuello. Aunque no le gustaba la idea de ocultar su marca, entendía que ellos eran humanos.
—Xavier, tiempo sin verte —comentó Tomás, saludando de mano al lobo solitario—. Supongo que vienes a desayunar con tu sobrina —agregó.
Jonathan y Hazel se miraron con nerviosismo. Se les había olvidado contarle a Xavier esa pequeña mentira.
—Ah, sí... —dijo Xavier, mirando de reojo a la joven pareja.
—Jonathan, te traje un poco de vegetales. Espero que te estés alimentando bien —Liliana se acercó para entregarle la canasta.
—Ja, con las tetas de mi bella Venus, crecerá grande y fuerte —se burló Ares.
Jonathan asintió y tomó la canasta, ignorando a Ares por completo.
—¿No abrirás la cafetería hoy? —preguntó Tomás al ver la hora.
—Dani se encargará de hacerlo —respondió con una leve sonrisa.
Tomás dirigió su mirada a Hazel con una expresión juguetona, algo que enfureció a Jonathan y a Ares.
—Estamos hablando sobre el matrimonio entre Jonathan y mi querida sobrina —comentó Xavier al notar el enojo de Jonathan.
—¿Se van a casar? —preguntó Liliana con asombro—. Pensé que era un noviazgo pasajero —dijo con una leve sonrisa.
—¿Pasajero? ¿Creen que, siendo ella mi sobrina, dejaría que Jonathan solo se la cogiera y ya? —dijo Xavier con el ceño fruncido.
—Xavier no lo dijo de ese modo. Solo que ambos son muy jóvenes aún —intervino Tomás—. ¿Cuántos años tienes, Hazel? —la miró.
—Los suficientes para ser la esposa de Jonathan —respondió Xavier—. Ahora, si nos disculpan, tenemos mucho de qué hablar —agregó.
Tomás y Liliana asintieron y se marcharon, confundidos por lo que estaba pasando entre la pareja y, sobre todo, por la manera de actuar de Xavier, quien pocas veces hablaba más de lo necesario.
—Bien, vamos, Jonathan. Te patearé el trasero por haberte comido a mi sobrina antes de casarse —dijo Xavier de forma divertida.
—Oye, no te tomes eso muy en serio —comentó Jonathan, nervioso.
Hazel solo rio; le gustaba la forma de ser de Xavier y que, aunque no lo pareciera, se preocupaba mucho por Jonathan.
El entrenamiento se reanudó. Jonathan lanzaba sus puños contra Xavier, quien los esquivaba con facilidad. Los movimientos de Xavier eran limpios y perfectos; Hazel sentía que había visto ese estilo de pelea antes, pero no recordaba dónde. Sacudió esos pensamientos, tenía que concentrarse, pues después de él, era su turno.
Así transcurrían los días. Jonathan se enfocaba más en su entrenamiento con un único pensamiento: proteger a Hazel de Caspian. No dejaría que él se la llevara, porque Hazel ya era suya y llevaba su marca.
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Esa noche, todo cambió en la pequeña ciudad. Los lobos alfas del Clan Windsor, liderados por Marcos, atravesaron la barrera invisible. Una vez en territorio humano, Marcos pudo sentir el aroma de Hazel, pero no solo el de ella, sino que había otro aroma impregnado, el de un lobo, un alfa. Eso lo enfureció, pues quería ser el primero en marcar a Hazel y ahora ya no podría, porque ese lobo desconocido se le había adelantado.
—Encuéntrenla —ordenó a los lobos alfas a su cargo—. Pero a ese lobo que impregnó su asqueroso aroma, no lo maten. Lo haré yo, frente a Hazel —agregó.
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Dani se despertó de un salto. Miró a su alrededor y suspiró. A su lado, dormía Xavier, quien llegaba muy tarde por la noche y simplemente se acostaba a su lado, boca abajo.
—Xavier, Xavier —comenzó a moverlo—. ¡Levanta tu viejo trasero de lobo! ¡Los lobos alfas están aquí! —le dio un fuerte golpe en el trasero.
Xavier abrió los ojos al escuchar sus palabras. Se levantó y empezó a olfatear, soltando una maldición. Se había confiado; eran más lobos que la última vez.
—Tenemos que darnos prisa, van tras Jonathan y Hazel —dijo mientras se ponía un short.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Xavier, poniéndose su playera.
—Eso no importa ahora, date prisa. Jonathan aún no es lo suficientemente fuerte como para enfrentarse solo a esos lobos —dijo Dani, caminando hacia la salida.
Xavier suspiró. A pesar de la situación, Dani seguía ocultándole su verdadera identidad, una que él ya había descubierto. Sin embargo, quería que Dani le confesara con sus propias palabras.
—Pareja —gruñó, combinando su voz con la de Hermes.
Dani se detuvo en seco al escuchar esa palabra. Se giró para encontrarse con su mirada y suspiró.
—Tonto, eso debiste decirlo desde que nos conocimos —comentó. Xavier sonrió al ver cómo los mechones verdes de Dani se volvían rosas.
Xavier se acercó y entrelazó su mano con la de Dani. Ambos salieron rumbo a la casa de Jonathan. Tenían que protegerlo, y por supuesto, también a Hazel, del tirano Caspian.
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Ares sintió la presencia de aquellos lobos. Tomó el control del cuerpo y despertó a Hazel con delicadeza.
—No debes temer, mi bebé, te voy a proteger —dijo al ver el miedo en su mirada.
—Confío en ti... —Hazel besó sus labios con ternura.
Afuera, en el jardín, Marcos finalmente había llegado. Ahí, el aroma de Hazel y el de ese lobo desconocido se concentraban más. Los ladridos de Max se escuchaban dentro de la casa; él no reconocía a Marcos y sus hombres como aliados.
—Hola, Hazel —dijo Marcos al verla saltar por la ventana junto a Jonathan—. ¿Por qué mierda dejaste que esa basura de lobo impregnara su aroma en ti? —reclamó.
Hazel frunció el ceño y se aferró al brazo de Jonathan. Sintió que su cuerpo temblaba, y eso enfurecía tanto a Ares como a él.
—¿Quién eres tú? —preguntó Marcos, mirando de pies a cabeza a Jonathan.
Jonathan se colocó frente a Hazel. No quería que Marcos la siguiera viendo. Debía decir su nombre, pero "Wind" no era su apellido real, y tampoco se sentía orgulloso de su verdadero apellido. Sin embargo, ver a ese lobo sentirse tan poderoso e intimidar a su hermosa pareja lo hacía endurecerse y querer calmarle el ego.
—Dile, después de todo lo vamos a matar —gruñó Ares con diversión.
—Tu alfa de alfas, Jonathan Windsor —respondió con una voz llena de autoridad, haciendo que Marcos y los lobos a su cargo sintieran cierto temor del lobo que tenían frente a él.
Directo, fuerte y claro jaja 😂
¡Respete a su Tío! jajaja 😂😂😂
Ya está preocupada por esa última noche en el bosque con los hombres de Marcos acechando 😓😞
Hubiera sido mejor padre y pareja..mel.clan no estaría en dónde está ahora 😔
¡Qué gran revelación! 😳
Pero sí o sí debe decírselo a Hazel antes de que se entere por otro lado, ahí si será peor 🤦🏻♀️
Ay pobre Dani, ya con su especie me da pesar 😢😢
Con todo respeto Diosa Luna, no te enfades 😉🙃🤗