La Luna de Ares
Jonathan Wind perdió a sus padres cuando solo tenía once años de edad, en un trágico accidente de coche, extrañamente el salió ileso de ese accidente, ni un golpe, ni un solo rasguño y lo más extraño era que todo lo ocurrido esa noche era un misterio pues perdió la memoria de solo esa noche, el doctor dijo que era debido al trauma vivido que en algunas semanas podía recuperar sus memorias, pero esas semanas pasaron se volvieron meses y los meses en años y Jonathan no pudo recordar lo que sucedió en ese accidente.
Al quedar huérfano debía ir a un orfanato, pero dado a la pequeña ciudad donde vivía todos los habitantes decidieron cuidar de él, pues sus padres fueron muy queridos y muchos decían que en algún momento de sus vidas recibieron la ayuda de los Wind por lo que decidieron devolver cada favor cuidando de Jonathan, así fue como él creció con el cariño de los habitantes de aquella pequeña ciudad.
Pasaron largos años y Jonathan se convirtió en un adulto, un hombre guapo con rasgos muy varoniles, alto de cuerpo atlético, sus músculos se marcaban perfectamente sobre todo en sus brazos, eran gruesos y fornidos, de rostro encantador y con una mirada risueñas, con modales que atraían a todo tipo de chicas, se veía un hombre rudo físicamente, pero emocionalmente era un hombre noble, a pesar de ser muy popular entre las chicas y que muchos padres lo quisieran como novio para sus hijas, Jonathan se mantenía distante de las relaciones serias, tenía sus encuentros casuales, pero siempre ha sabido a quien elegir, ninguna mujer con las que ha estado ha llegado a tocar su corazón, quiere un amor verdadero como el de sus difuntos padres.
Al cumplir la mayoría de edad, Jonathan finalmente pudo abrir la cafetería que sus padres le heredaron, era acogedora y popular por él, pues incluso los fines de semana recibía clientes de ciudades vecinas, él siempre atendió a todos por igual, ayudaba a quienes los necesitaban sin siquiera preguntar sobre sus vidas, lo hacía tal cual su padre le enseño.
Tenía una vida demasiado tranquila, pasaba la mayor parte del tiempo atendiendo la cafetería y en sus tiempos libres ayudando a los habitantes de la ciudad, era muy querido por todos.
Como cada mañana abrió la cafetería antes de que llegaran los empleados, le gustaba revisar personalmente que todo estuviera en orden para recibir a los clientes, incluso ese día tenía que ayudar un poco más de lo habitual pues una de sus empleadas había renunciado un día antes.
- ¡Buenos días, jefe! - Llegó un animado chico con rasgos afeminados de cabellos oscuros con reflejos rojos, piel clara y ojos cafés, Jonathan lo miró de reojo y suspiró.
- ¿Te volviste a pintar el cabello? – Preguntó mientras escribía un cartel sobre la nueva vacante que tenían.
- Es la nueva moda, jefe – Respondió animado acercándose a él. – Oh, ¿En serio se fue esa chica rara? – Preguntó cruzando los brazos, ayer fue su día de descanso así que solo leyó un mensaje donde su jefe decía que tenían una vacante a partir de hoy.
- No era una chica rara…- Comentó sin dejar de escribir- Ahora, coloca esto afuera por favor, Dani – Le entregó el cartel una vez que terminó, Dani aquel joven chico asintió y se dirigió a colocar el cartel en la entrada, esperando que pronto encontraran el reemplazo de aquella chica qué para él, resulto ser rara.
Poco a poco los empleados fueron llegando, tenían diferentes horarios para ellos, en la mañana tenía a tres meseros, un cajero y tres personas en cocina, aunque de momento tendría un mesero menos en ambos turnos, pues estaría rotándolos, así que ahí es donde él también apoyaría, tenía que organizarse bien pues también le gustaba estar en la cocina y preparar algunos platillos en especial postres.
- Jon, espero que con esto entiendas y no vuelvas a contratar a una foránea- Dijo Lisa era la que más tiempo llevaba trabajando en la cafetería y también se consideraba muy unida a Jonathan, pues sus familias eran muy unidas desde antes de que los padres del chico murieran.
- Necesitaba el trabajo y la ayuda- Respondió Jonathan mientras preparaba la caja para la apertura.
- Eres demasiado noble – Se quejó Lisa acercándose a él- Y por ser noble es que sales perjudicado- Comentó cruzando los brazos, Jonathan suspiró y dirigió su mirada a Lisa, era una linda chica de cabellos cobrizos, ojos miel, tenía un cuerpo muy bien proporcionado, su rostro parecía el de una muñeca con algunas pecas.
- No salgo perjudicado y no te preocupes, no pienso cargar a nadie con más labores de las que les corresponde – Sonrió, así era él difícilmente se enojaba y tomaba todo con calma. - ¡Muy bien chicos! ¡Vamos a empezar! – Grito una vez que vio la hora de su reloj, era hora de la apertura.
El día comenzó, Jonathan se dividía en diferentes áreas, desde cocinar hasta servir al cliente, era muy servicial algunas estudiantes tomaba eso como coqueteo, pero para Jonathan no era así y dado a que así tenía más clientes de lo normal, no las corregía al menos que fueran necesario, cuando una colegiala se le declaraba, él las rechazaba de la manera más amable posible, pues no le gustaba meterse con chicas menores de diecinueve años, eran solo unas niñas para él.
- El jefe es tan guapo- Dijo Romina la cajera, a su lado estaba Lisa – Vendería mi alma al diablo por una noche con él- Agregó, Lisa puso los ojos en blanco no era la primera vez que escuchaba eso, todas querían tener una noche de sexo con Jonathan Wind.
- Lisa, atiende la mesa tres- Llegó Jonathan – Romina haremos tu corte de caja ya casi termina tu turno- Se acercó a ella y esa chica de cabellos castaños se sonrojo al tenerlo así de cerca, Lisa frunció el ceño y se alejó a atender dicha mesa.
El día transcurrió muy normal, la cafetería se cerraba durante la noche, Lisa era de la pocas que tenía un turno completo, con una paga más alta por supuesto, ella ayudaba en el cierre de la cafetería mientras Jonathan se encerraba en su oficina para hacer todo lo administrativo.
- Listo, ya cerramos- Entró Lisa a la oficina- Todos ya se fueron – Agregó cerrando la puerta.
- Gracias, Lisa, espera un momento y te acompaño a tu casa – Comentó mientras sacaba unas cuentas para las compras que necesitaba realizar para la cafetería.
Lisa se quedó un rato en silencio, esperando a que Jonathan terminara con las labores administrativas, era en lo único que no le apoyaba, pues no era algo que a ella le gustara además de qué él era muy especial en esa parte, le gustaba tener todo en orden y rara vez dejaba que alguien le ayudara.
- Bien, termine – Dejo los documentos, se levantó de su silla y tomó su chamarra- Vámonos – Comentó acercándose a ella.
Lisa se levantó de su lugar y se acercó a Jonathan se colocó frente a él y poso sus manos sobre sus hombros y le sonrió de manera coqueta.
- ¿Qué pasa? – Sonrió Jonathan colocando sus manos sobre su cintura.
- Hoy escuche a varias mujeres decir que incluso venderían su alma al diablo por tal de una noche de sexo contigo- Dijo mientras acariciaba sus fuertes y musculosos brazos.
- Vaya, tanto así – Soltó una leve risa- Es una lástima, se arrepentirían al saber que soy un brusco en la cama- Apartó a Lisa de él.
- Pues deberías cambiar eso y ser más gentil- Cruzó los brazos, Jonathan la miró de pies a cabeza y se encogió de hombros- Si lo eres, podemos volver a hacerlo- Se volvió a acercar a él, Jonathan suspiro, tuvo una breve relación con ella, pero terminaron dado a que, según ella, él no era delicado durante el sexo.
- Mejor te llevó a tu casa- Se puso su chamarra, aunque Lisa era muy hermosa no podía cumplir en ser gentil con referente al sexo.
Lisa suspiró y sin decir algo salieron de la cafetería, Jonathan caminaba de manera silenciosa, observando la luna de esa noche, desde niño siempre le gustaba admirar la luna en todas sus fases, aunque su favorita era la luna llena.
- ¿Ya tienes a alguien más? – Preguntó Lisa de la nada.
Jonathan suspiró por eso no le gustaba involucrarse con conocidas, con Lisa paso por que realmente le gustaba, bueno solo físicamente, pensó que podía iniciar una relación formal, enamorarse de ella con el paso del tiempo, pero no fue así, sobre todo cuando empezaron a tener sexo, ella siempre exigió que fuera más gentil, despacio, suave y desde que empezó su actividad sexual, siempre le gusto el sexo rudo, pero con las mujeres que había estado ninguna le había aguantado el ritmo y siempre terminaba con ellas por ese detalle.
- No, Lisa- Respondió sin dejar de observar la luna.
- Por un momento pensé que tendrías algo con esa foránea – Agregó recordando a la pelinegra.
- Ella era linda, pero al parecer no era su tipo- Respondió recordando a esa chica que llegó con un rostro lleno de tristeza y se marchó muy feliz con aquellos gemelos. – Llegamos- Dijo deteniéndose en frente de la casa de Lisa, la chica se giró a él y sonrió, le gustaba mucho Jonathan, pero ella quería que cambiara su forma de ser en la cama.
- Mis padres quieren que vengas a cenar este fin de semana – Comentó.
Jonathan entrecerró la mirada y asintió, no podía negarse a una invitación después de todo eran de las personas que más lo cuidaron cuando sus padres fallecieron.
- Bien, aquí estaré- Contesto, Lisa se acercó a él y le trato de dar un beso en los labios, pero Jonathan logró evadirlo y el beso fue en la mejilla.
...****************...
Jonathan llegó a casa la cual estaba en la parte de atrás de la cafetería, fue recibido por su mejor amigo Max un Husky negro con blanco, lo acaricio y comenzó a jugar con él, después de un rato encendió las luces de aquella casa espaciosa y solitaria, ahí fue donde vivió con sus padres hasta que ellos fallecieron, después estuvo viviendo en un pequeño departamento en un edificio cerca de la primera persona que no permitió que se lo llevaran a un orfanato, en ocasiones llegaba a limpiar y a recordar cuando vivía ahí con sus padres, cuando su madre preparaba la comida y su padre jugaba con él un rato, después ambos se encargaban de preparar el postre y colocar la mesa para sentarse a comer como la familia feliz que eran, si esos fueron los mejores años de su vida.
- Muy bien amigo, ¿Qué cenamos? – Preguntó mientras acariciaba al alegre Max, el perro ladro un par de veces, Jonathan sonrió, cuando cumplió la mayoría de edad pudo regresar ahí y aunque al principio era raro y demasiado grande para él se fue acostumbrando y fue más acogedor cuando Max llegó a su vida.
Jonathan se quitó su chamarra y la dejo sobre el sofá, se dirigió a la cocina para preparar su cena, aunque su especialidad eran los postres podía cocinar cualquier tipo de comida con solo leer la receta, pero normalmente lo hacía solo en el restaurante para los clientes de ahí en fuera no cocinaba nada especial ni para él, que normalmente se preparaba lo básicos, omelettes, panqueques, sándwiches, todo lo que no tardara más de quince minutos, esa noche no fue la excepción, solo se preparó unos sándwiches y los acompaño con un refresco, sirvió a Max sus croquetas favoritas y se sentó en la sala a ver alguna película.
Max se sentó a su lado y se dispuso a dormir mientras recibía caricias de su amo, Jonathan ni siquiera prestaba atención a la película, su mente divagaba tratando de recordar lo que pasó la noche del accidente donde perdió a sus padres, el doctor dijo que recordaría, pero ¿cuándo? Todo fue tan extraño, principalmente porqué el salió ileso sin el más mínimo rasguño, echo su cabeza hacía atrás y soltó un largo suspiró, lentamente cerró sus ojos, el sueño se apoderaba de él.
La silueta de una mujer apareció mientras se hundía en un profundo sueño, no podía ver su rostro, pero su hermoso cabello rojo violáceo se alzaba por el viento, un delicioso aroma invadía sus sentidos, era algo tan único, especial, despertaba deseos hacía esa mujer de hermoso cabello, se acercaba a paso lento a ella y cuando estaba por ver su rostro, entonces despertaba.
- Carajo – Soltó con pesadez tallando sus ojos, dirigió su mirada a la ventana que daba al jardín, ya había amanecido, era la segunda vez que soñaba con esa mujer, la primera vez, fue hace dos noches, justo el día que se marchó aquella bella chica con los gemelos.
Escuchó el ladrido de Max, esa era la señal de que debía abrirle la puerta pues necesitaba hacer sus necesidades, se levantó del sofá y se dirigió a la puerta del jardín, solo deslizo el cristal a un lado y el perro salió corriendo, curiosamente el jardín trasero de su casa daba al inicio de un bosque, su padre le dijo que fue el principal motivo por el que compro esa casa.
- ¡No te alejes mucho Max! – Gritó al ver que su fiel amigo se adentraba al bosque. – Muy bien, empecemos con otro día normal- Susurró mientras se dirigía a su recamará a prepararse para la rutina diaria a la que estaba acostumbrado.
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Comments
Mitsuki G
Se nota que los padres de Jonathan se ganaron el cariño de muchos de ahí que lo apoyaron por el cariño de sus padres aunque si estuvo mal que se metiera con Lisa ya que se nota que aún no lo supera aún lo ve como suyo cuando ella no le gusta la forma de las relaciones sexuales si de ahí no son compatibles no puede cambiarlo es como que ella cambie de personalidad pero pronto alguien hará que Jonathan se sienta vivo y le dará las respuestas que le falta
2025-08-01
12
no te preocupes Jonathan k ya va a llegar la que te aguante 😈🥵
2025-08-01
8
Anny Solórzano
Me gusta este comienzo, saber que a pesar de ser huérfano tuvo amor y cuidado, creciendo con amor y protección.
Me intriga que aún no recuerde nada del accidente, será que pudo ser provocado?
Y ojalá esa chica no se convierta en un dolor de cabeza cuando llegue su chica de cabellos rojos violáceos 💜
2025-08-02
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