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Bajo La Luz De La Luna

Bajo La Luz De La Luna

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Vampiro / Amor en la guerra / Fantasía épica / Mundo mágico / Polos opuestos enfrentados
Popularitas:803
Nilai: 5
nombre de autor: Gaelth

"El amor, al enfrentar la tragedia, no se desvanece: sangra, sí, pero también florece. Porque en su dolor más hondo descubre su fuerza, y en medio del caos se convierte en guía. Solo cuando el corazón se quiebra, el alma entiende que amar no es solo sentir, sino resistir, transformar y dar sentido incluso al sufrimiento."

NovelToon tiene autorización de Gaelth para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Futuro:El engendró maldito.

Unos minutos después, Cádiz se estaba alistando para irse. Se colocó su pechera y armadura, junto con su capa negra que cubría su cuerpo. Ajustó su espada al cinturón mientras se ponía los guantes.

—Listo.

Con su mano izquierda se arregló el cabello hacia atrás. Su vestimenta negra estaba en su lugar, pero sus ojeras prominentes y una sensación incómoda lo molestaban.

Cádiz sentía un peso dentro de sí que le incomodaba. Sus malestares no habían cesado y, aunque tomara medicinas, estas solo parecían aumentar su dolor. Se veía envuelto en una nube de confusión y desesperanza. El dolor que lo afligía no se tranquilizaba, como si fuera un ser vivo que se expandía dentro de su ser.

"Esta transformación oscura y profunda está llamando desde mi alma, haciendo latir mi sangre y mis huesos como el agua bajo las rocas."

Sintió un fuerte dolor de cabeza, pero trató de fingir. Su porte se mantenía recto y serio. Después de unos minutos, bajó hasta donde estaban Rowena y Bornan. Ya estaban listos para partir.

—Es hora de irnos —dijo con tono serio.

El rey, junto a Rowena y Bornan, se marchó. A lo lejos, unos niños salieron a despedirlos, levantando sus pequeñas manos con sonrisas inocentes.

Cádiz iba a caballo, pues no le gustaba viajar en carruaje, salvo en ocasiones especiales. Aun así, el carruaje jalado por cuatro caballos de aura fantasmal avanzaba junto al grupo de caballeros, que a su juicio parecían algo extraños.

—Avancemos. Tenemos un largo camino por recorrer —ordenó Cádiz con firmeza mientras montaba su corcel negro azabache.

Sin embargo, algo en los caballeros no le daba buena espina. Fingió normalidad, pero se mantuvo alerta hasta descubrir sus intenciones.

Recorrieron el camino con varias paradas en distintos puntos de los países. Habían pasado aproximadamente nueve días cuando hicieron una parada cerca del río Tirna.

"El río Tirna cruza Sylvania, Valaquia y Arcai hasta llegar al final, a kilómetros de Wizardia."

Los caballeros habían desempacado, y los caballos pastaban tranquilamente. Rowena y Bornan estaban en su tienda comiendo. Mientras tanto, nadie sabía dónde estaba el rey Cádiz; simplemente se había marchado, dejando solo una orden:

—Regresaré. Manténganse alertas. Nos adentramos en el territorio de los monstruos.

Dos caballeros conversaban cerca de las tiendas. Uno de ellos sostenía un reloj en su mano derecha.

—¿Me estás diciendo que el rey Cádiz tiene un orfanato con más de 59 niños?

—Sí. No sabemos para qué los quiere. Hay dos posibilidades:

Los convierte en concubinas y los usa como juguetes.

Los está criando para convertirlos en armas. Se está preparando para la guerra y usará a esos niños como escudos.

—Es verdad. Ese vampiro sádico está planeando algo. Pero creo que solo los quiere como juguetes. Son solo niños… qué asco que se aproveche de ellos.

—Sí. Es repugnante.

De pronto, Bornan y Rowena aparecieron desde detrás de unos árboles. Habían escuchado todo. Los caballeros se estremecieron al verlos, mientras Rowena, furiosa, sacaba su látigo y se acercaba.

—Asqueroso es lo que ustedes piensan mientras difaman al rey.

Con un movimiento veloz, atrapó con su látigo a uno de los caballeros, que luchaba por zafarse.

—¡¡Suéltame!!

Bornan los miró con indiferencia y se acercó con su porte serio. Su voz dura rompió el silencio.

—Han traicionado a nuestro rey.

Rowena apretó el látigo con más fuerza.

—El rey estará severamente enojado cuando le contemos lo que hicieron.

Un cuervo graznó mientras salía volando rápidamente. Bornan y Rowena entendieron lo que significaba. Los caballeros sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos.

Lentamente, Cádiz se acercó, quitándose la máscara. Sus ojos vacíos miraron fríamente a los dos traidores.

—No hace falta que me digan nada. Ya los escuché con mis propios oídos —su voz era gélida—Estos gusanos entraron a mi castillo y, descaradamente me dirigían la palabra. Me dan asco. No tienen el valor que se les exige a los caballeros.

Sus ojos comenzaron a brillar, y los caballeros se encogieron de miedo.

—Su Majestad… P-perdónenos, nosotros…

—¡¡Silencio!! Si siguen hablando, sus muertes serán más lentas —sentenció fríamente.

Los caballeros se arrodillaron suplicantes. Cádiz se detuvo frente a ellos. Bornan habló con voz firme.

—Mi señor, estos traidores estaban difundiendo mentiras. Merecen la muerte.

Cádiz avanzó lentamente, con ojos fríos y llenos de desagrado. Agarró el cabello de uno de los caballeros, mirándolo con severidad.

—Me provocan lástima. Les permití vivir en mi reino por que eran unos miserables. Dejé pasar muchas cosas, pero una difamación falsa… jamás.

Los cuervos se posaron en las ramas. Cádiz elevó la mano, y una luz roja comenzó a brillar. Los cuervos revolotearon y, en un instante, se lanzaron sobre uno de los caballeros, devorándolo rápidamente hasta dejar solo sus huesos.

El otro caballero quedó paralizado, con lágrimas en los ojos. Sabía que él sería el siguiente. Pero Cádiz lo perdonó.

—Esto es lo que pasa con los traidores. Ve y dile a tu amo que lo encontraré y lo mataré con mis propias manos. Que mande lo que tenga que mandar. Estoy listo. Y dale mis saludos a Sylius.

Bornan abrió un portal. Antes de marcharse, Cádiz soltó al caballero, que temblaba de terror. Apenas podía respirar cuando, de repente, sintió un dolor agudo: su pierna había sido cortada sin que lo notara. La sangre brotó y un grito desgarrador se escapó de sus labios.

Cádiz, Rowena y Bornan desaparecieron en el portal.

A medida que el dolor aumentaba, el caballero escuchó una voz misteriosa.

—Eres muy débil. Ya no me sirves.

Desde el suelo, una boca monstruosa emergió y lo devoró.

Mientras tanto, Cádiz y los suyos llegaron al otro lado del portal. Montaron sus caballos y, a lo lejos, escucharon el último grito del hombre. Detrás de su máscara, Cádiz sonrió siniestramente.

Unos minutos después, el grupo llegó al Valle Prohibido. El viento helado revolvió el cabello corto de Rowena. Cádiz, sereno, observaba el camino.

—¿Qué pasa? —preguntó fríamente cuando Rowena se detuvo.

—Nada. Solo que este lugar me da escalofríos.

—Camina junto a mí. No te pasará nada —dijo con seriedad.

Rowena se sintió más tranquila y avanzaron juntos.

De repente, una aura siniestra envolvió el lugar. Los caballos comenzaron a inquietarse, el viento se levantó con fuerza y el cielo se cubrió de nubes oscuras.

—¿Quién eres? ¡Muéstrate! —exigió Bornan, desenfundando su espada con rapidez.

Una voz misteriosa resonó desde la lejanía, fría y pesada.

—Querido rey, ya no eres el indómito de antes… Has cambiado, para bien o para mal.

Cádiz frunció el ceño, atento y desconfiado.

—¿Quién diablos eres?

Una risa contenida se deslizó entre las sombras antes de que la voz susurrara algo que heló la sangre en sus venas.

—Cassiel Silva… tu final se acerca.

Luego, la voz habló con claridad, como un veneno lento:

—Llevarás en tu interior la marca de un linaje celestial, un peso que te destruirá desde dentro. En poco tiempo, sentirás cómo algo arde y crece en ti, un tormento que consume sin piedad. La maldición que cargas no es solo tuya; está ligada a dos almas que deben ser entregadas para salvar lo que queda de ti.

Cádiz sintió un peso insoportable en el pecho, como si el suelo se abriera bajo sus pies. Su respiración se volvió entrecortada y sus manos temblaron.

Por un instante, un torbellino de emociones cruzó por sus ojos, un destello de miedo y dolor oculto bajo la máscara de hielo que siempre mostró al mundo.

—¿Qué dices? —su voz salió apenas un susurro, temblorosa— ¿Qué clase de maldición...?

Pero en un parpadeo, recuperó su compostura; enderezó la espalda y su voz volvió a ser fría, cortante como el acero.

—No tolero las amenazas, ni los juegos de palabras. Habla claro.

El silencio se hizo denso, y la presencia de Rowena y Bornan no lograba calmar la tormenta interna que lo consumía.

—No es solo un castigo —continuó la voz—, sino un legado abominable: una vida que crece con el sol en su sangre, un engendro maldito que nacerá de tu linaje maldito y de tu enemigo.

Los ojos de Cádiz se abrieron con horror, sintiendo cómo una ola helada recorría su cuerpo. Por un instante, todo se volvió pesado, oscuro. Su mente se negó a aceptar la realidad, luchando contra el peso de la verdad.

Sin una palabra, alzó la mano y ajustó su máscara, intentando ocultar la tormenta de emociones que lo atravesaba.

Rowena y Bornan lo miraron con preocupación, sin saber qué decir ante ese misterio que apenas comenzaba a revelarse.

—M-mi señor… ¿Se encuentra bien? —preguntó Rowena con cautela.

Cádiz se giró lentamente. Su capa cubrió por completo su cuerpo, y su corazón latía con pesadez. Pero algo había cambiado en su aura.

Rowena sintió un escalofrío.

—Cádiz… —su voz tembló con inquietud.

"Ya sospechaba que algo andaba mal con él…"

Cádiz se mostró distante.

—Es hora de irnos —dijo con su tono serio y frío de siempre mientras tomaba las riendas de su caballo.

Rowena decidió no hacer más preguntas. Bornan, aunque preocupado, también optó por quedarse en silencio.

Se subieron a los caballos y emprendieron el camino. Al llegar a la entrada de Wizardia, unos soldados los recibieron. Dejaron los corceles y subieron a un carruaje.

Después de un largo y silencioso trayecto, arribaron al castillo. Cádiz fue el primero en bajar, seguido por Rowena, y finalmente Bornan. Ambos vestían elegantemente, excepto Bornan, que vestía más sencillo. Sin decir palabra, se separó del rey y tomó otra entrada.

Rowena y Cádiz caminaron hacia el interior del castillo, impecablemente limpio. Los guardias hicieron una reverencia ante el rey y lo guiaron hasta donde se encontraba el rey mago.

El anciano descendía lentamente por una gran escalera y se acercó con una sonrisa.

—¡Bienvenido, su Majestad! —dijo con voz jovial. Su rostro, marcado por los años, reflejaba sabiduría y experiencia. Abrió los brazos con intención de abrazar a Cádiz, pero este, al notar sus intenciones, se apartó con desdén.

—No te acerques, viejo —espetó con asco.

El hombre soltó una carcajada.

—Treinta años han pasado desde que nos conocimos y sigues siendo el mismo.

CONTINUARÁ

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Apollogurl_01
Por favor, actualiza pronto, no puedo soportar la espera. 😩
Maby: Muy pronto
Espera un poco /Smile/
total 1 replies
Delwyn
Esta buena para pasar el rato
Maby: muchas gracias.
prometo que será mejor
/Smile/
total 1 replies
Yaky De la rosa
👏Continúa, es maravilla.
Maby: muchas gracias por el apoyo, ya les estaré publicando el resto de capítulos
total 1 replies
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