Cassandra ha sufrido mucho a manos de su madre, que la maltrata desde la infancia, hasta que ya no puede más y decide escapar, perdiendo su trabajo y quedando en la calle.
Cass, el apodo por el que prefiere ser llamada, recibe una oportunidad para trabajar como limpiadora en un gran hospital de la ciudad. Este hospital pertenece a dos médicos ricos y exitosos que también han pasado por muchas dificultades en la vida y deciden ayudarla hasta que pueda estabilizarse.
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Capítulo 19
Cassandra
Ya en mi habitación, me di un baño relajante, ahora que finalmente sé cómo abrir esta ducha tan tecnológica.
En cuanto salí del baño, elegí un vestido recatado. No tenía escotes indecentes y era largo, pero no de esos largos de fiesta, sino un vestido más casual y tranquilo, al fin y al cabo, llegando allá voy a tener que ponerme mi uniforme.
Opté por no maquillarme, primero porque no sabía hacerlo bien, segundo porque tenía muy pocos productos de belleza que compré a escondidas de mi madre y tercero porque voy a trabajar y a limpiar, así que no veo por qué producirme mucho. Lógico, a quien le guste, y yo no juzgo, pero prefiero mi yo natural.
Me puse unas sandalias planas, porque Magdalena me dijo que mi uniforme tiene zapatos, así que no hay problema con qué zapatos vaya porque allá me cambio.
Me miré en el espejo y por primera vez me sentía confiada, feliz y decidida. No es que nunca me haya sentido así antes, pero por primera vez, era por el motivo correcto, por mí misma, y no por nadie que no valía la pena.
Hablando de no valer la pena, mi celular vibró así que fui a buscarlo en la cama, y ahí estaban más llamadas y mensajes de mi querida progenitora.
Puse el celular en silencio para que no me molestara tanto. Pero ya que vi que tenía mensajes, decidí leerlos mientras bajaba a la cocina.
📱Elisabeth: Su bastarda inmunda, cómo tienes coraje de huir de casa. Debes estar viviendo en la calle que es tu lugar, y era ahí donde debí haberte tirado cuando naciste, en la cuneta, su perra asquerosa.
- Tu hermano está siendo expulsado de la escuela porque no pagaste. Espero que pongas la mano en la conciencia y repienses las mierdas que estás haciendo para tu familia. Le hiciste una promesa a tu padre, pero ni la memoria de él fuiste capaz de honrar, su putita.
Ok, estaba bien ignorando cada palabra y pensando solo en la audacia de esta mujer, pero cuando ella habló de mi padre me pilló, me pilló bien en el punto débil, donde dolía de verdad.
No me di cuenta de que llegué a la cocina y ni de que los chicos me estaban hablando, hasta sentir que me arrancaban el celular de mi mano.
Cass: Eii.
Liam: Disculpa, pero estás llorando y no dices lo que pasó.
Theo: Además de que te estamos llamando desde hace rato y pareces estar en otro mundo, ¿qué pasó Cass?
Miré a Liam con mi celular en la mano. Aunque fue grosero al arrancar el aparato de mi mano, él no leyó los mensajes, solo sujetó el aparato para que yo los mirara.
Liam: ¿Qué pasó?
Cass: Mira con tus propios ojos.
- Lee los mensajes de Elisabeth en mi celular.
Los dos me miraron intrigados, hasta que Liam se puso a leer. Pude notar su mandíbula apretándose, su rostro transformándose. La mano que no estaba con el celular ahora estaba cerrada en puño con tanta fuerza que podía jurar que no había circulación de sangre allí.
De la nada Liam apartó el celular y escuché el ruido de llamada.
Aquel tuuu, tuuu. Él lo había puesto en el altavoz.
Cass: ¿Qué estás haciendo?
Él solo hizo señal de silencio para mí, colocando el dedo sobre los labios. Y en ese momento Elisabeth atendió.
📱Elisabeth: No creo que tuviste la cara de palo de llamarme, ¿qué pasó? Estás sin dinero y sin comer, por eso resolviste volver arrastrándote, su rata.
📱Liam: El negocio es el siguiente Elisabeth, puedes ser la madre de mi esposa, puedes ser el papa, o el carajo a cuatro que seas, pero si sigues hablando esas atrocidades para ella, haré que pagues por cada palabra, ¿me estás oyendo?
Un silencio se instauró del otro lado de la línea.
📱Liam: Señora Elisabeth, para no llamarte de otra cosa, te llamaré señora. Creo que víbora y cobra ponzoñosa no quedaría bien. En fin, señora, no voy a tolerar esas ofensas a mi mujer, y puedes creer cuando te digo que si veo un mensaje más, uno solo, te arrepentirás hasta tu último pelo.
- Que te vaya bien.
Dijo por fin, y cuando iba a haber una respuesta, él colgó.
Yo todavía estaba sin habla, sin creer, incrédula era la palabra que me definía en ese momento.
Liam: Nunca, ¿me estás oyendo? Nunca, estés triste o disgustada por cualquier palabra que salga de la boca de esa mujer.
- ¿Me entendiste Cassandra?
Su voz era grave, él estaba bravo. No que descontara en mí, pero la voz era diferente, no podía negar, era algo sombrío, una voz fuerte, imponente, capaz de amedrentar hasta el más importante e imponente de los hombres.
Ni era conmigo al teléfono y yo temblé en la base. Excepto en las palabras "mi mujer", "mi esposa" en ese momento yo perdí la compostura. Un hombre de esos hablando esas cosas y encima para defenderme, es de desestabilizar a cualquiera.
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