**Saga Vannecelli**
Sandra es una joven encantadora y divertida, apasionada por las carreras ilegales de motocicletas. Es hija adoptiva de Santiago Vannecelli, sublíder de la mafia italiana, y de la empresaria María Romero. Desde los 15 años, Sandra se enamoró de su primo Thyler Vannecelli, y juntos hicieron una promesa: informar a su familia sobre su relación cuando ella cumpriera 17 años. Sin embargo, el gran día llegó y nada salió como esperaban. A partir de ese momento, la vida de Sandra se convierte en un caos, repleto de traiciones, lujuria, odio y amor.
NovelToon tiene autorización de Daniella cantillo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 16 Una amistad invaluable
Sandra Vannecelli
...****************...
-Una mujer se acerca a Emiliano y le susurra algo al oído. Un instante después, se aleja. Él se levanta y me dice- Es tu turno. ¿Estás segura de que deseas pelear? Te ofrezco la oportunidad de que te arrepientas.
-Me levanto, le sonrío y le respondo- Asegúrate de tener el dinero listo, en unos minutos vendré por él.
-Camino hacia el ring y, al acercarme, veo a un hombre alto que, al notar mi presencia, arquea una ceja y grita- ¿Qué es esto? ¿Acaso es una broma? ¿Qué hace esta niña aquí? -Avanza hacia mí y me pregunta- ¿Acaso has perdido a tus papás?
-Me mantengo sería mientras él continúa expresando tonterías. Después de cinco minutos, escucho que la apuesta ya está cerrada y que la pelea comenzará. El hombre menciona- No tendré consideración alguna por una niña.
-Él se acerca a mí de manera amenazante, levantando su brazo derecho con la intención de golpearme en la cara. Logro esquivarlo, cerrando mi puño y conectando un golpe en su rostro, lo que lo hace retroceder. Aprovecho la oportunidad y le asesto otro golpe en la cara. Luego, realizo un movimiento con mi cuerpo y le doy una patada en el abdomen, lo que provoca que caiga al suelo. Mientras todos gritan, observo cómo intenta levantarse. Él se aproxima hacia mí, insultándome, y aunque logro esquivar su ataque, recibo un golpe que no logré evitar por completo, lo que me lleva a caer al suelo. Me levanto rápidamente y noto un sabor metálico en la boca; al tocarme, descubro que tengo el labio roto. Me posiciono y le hago señas para que se acerque, lo cual hace. Intenta golpearme, pero lo esquivo y contraataco, dándole una serie de golpes en la cara hasta que cae al suelo. Sin pensarlo, me monto sobre él y le propino un golpe con todas mis fuerzas, dejándolo noqueado. El lugar se sumerge en un silencio momentáneo, que se ve interrumpido por el grito de Brayan, y de inmediato, todos comienzan a gritar. Observo cómo Emiliano se adentra en el ring y, sosteniendo el micrófono, proclama- La gran sorpresa de esta noche es esta niña, quien ha salido victoriosa. -Todos a su alrededor estallan en vítores mientras él eleva mi mano, me mira y me pregunta-Me sorprendes, niña; ¿cómo te llamas?
Me llamo Sandra; no me vuelvas a llamar niña. Ahora, por favor, entrégame mi dinero.
-Él responde-Está bien niña,- sonrie- Sandra. Disculpa, seguiré; ven, te daré tu dinero.
-Lo sigo hasta un pequeño cuarto donde varios hombres contaban dinero. Él me entrega un bolso y me dice-Allí está el dinero. ¿Qué piensas hacer con él?
- Expresando mi molestia, le respondo - ¿A ti qué te importa?
- Brayan y Fernando, que estaban a mi lado, me dan un ligero golpe con el codo. Hago un pequeño ruido de dolor y él sonríe, diciéndome- Tienes razón, no me importa. Quiero hacer negocios contigo, Sandra. ¿Qué te parece si nos encontramos mañana por la tarde? Quizás podemos ir a tomar algo.
¿Estás interesado en hacer negocios conmigo? Perfecto, nos veremos mañana a las 5 en la cafetería Rosy, -le respondí-
-Al retirarme del lugar y subirme al auto, Brayan, visiblemente sorprendido, me preguntó- ¿Quién te enseñó a pelear así?
-Le respondí- Mi tía Isabel.
-Fernando, sin poder ocultar su curiosidad, comentó- ¿De verdad vas a hacer negocios con Emiliano?
-Asentí moviendo la cabeza de lado a lado y dije- Sí, haremos negocios, ya que ustedes me acompañarán. Escucharemos qué propuesta tiene para mí. Ahora, vayámonos; necesitamos contar este dinero.
-Brayan, con curiosidad, me pregunta-Sandra, sé que tu familia es millonaria. ¿Qué haces con el dinero que ganas?.
-Me sorprende su pregunta y le respondo- El dinero que he ganado en estos años lo he donado a fundaciones que apoyan a niños sin hogar, pero he decidido comenzar a ahorrar, ya que quiero viajar después de graduarme.
-Fernando se vuelve hacia mí y, con un tono de reclamo, dice- ¿Así que piensas irte y dejarnos? Qué mala amiga eres.
- Yo me río a carcajadas, le digo- Solo será por unos días; quiero ir a Estados Unidos. Dicen que ese país es una maravilla. Si deseas, puedes acompañarme; nos divertiríamos mucho.
- Brayan, emocionado, me responde - Sería perfecto, yo me apunto.
-Fernando asiente con la cabeza; posteriormente, enciende su automóvil. Después de un tiempo, llegamos a su casa, donde procedemos a contar el dinero. Les entrego una parte a ellos y guardo el resto en mi bolso. Luego, pedimos unas hamburguesas y vemos una película hasta quedarnos dormidos.
Al día siguiente, me levanto, me doy una ducha y me pongo el uniforme que tenía en mi bolso.
Bajo a la sala, donde Fernando está finalizando la preparación del desayuno, mientras Brayan termina de cambiarse. Me quedo reflexionando sobre cómo Fernando se ha convertido en un buen hermano para Brayan, quien prácticamente lo considera como su padre y madre, dado que su madre ha fallecido y su padre está ausente. Ambos pasan mucho tiempo juntos y son muy unidos.
Al salir de mis pensamientos, Fernando me dice- Oye, desayuna, van a llegar tarde a la escuela. Es importante que comas bien, te veo más delgada.
-Le respondo-Sí, como tú digas, Fernando.
-Él me sonríe, me besa en la frente y me dice- Te quiero mucho, Sandra, eres como una hermana para mí.
-Yo le sonrío y le respondo-También te quiero.
-Al oír una tos, al voltear vemos a Abrayan, quien dice- No puedes querer a Fernando, solo debes quererme a mí.
-Fernando y yo compartimos una divertida risa; le digo- También te quiero, no seas celoso. Ahora disfruta de este delicioso desayuno.
-Tras comer, nos dirigimos a la escuela. Al finalizar las clases, me despido de Brayan, con quien acordamos reunirnos en la cafetería. Luego, subo al auto y me dirigo a la mansión.-