Amor Inmortal

—Siempre estaré contigo, Luca. En cada carrera, en cada desafío. No importa lo que pase —susurró Kain contra los labios de Luca, sellando su promesa con otro beso profundo.

La noche continuó, pero para Kain y Luca, ese instante de victoria y amor quedaría grabado en sus corazones, una luz que los guiaría a través de los días oscuros que pudieran venir. En el rugido de los motores y los gritos de la multitud, encontraron una paz efímera pero poderosa, una que solo ellos dos podían entender y compartir.

Kain llevó a Luca a un lugar especial, un pequeño refugio oculto del mundo donde pudieran estar solos. La moto se detuvo junto a un sereno arroyo, sus aguas claras reflejando la luz de la luna. Luca, con los ojos brillantes de asombro, miró a su alrededor, maravillado por la belleza y tranquilidad del lugar.

—¿Qué lugar es este? —preguntó Luca, deslumbrado por el paisaje.

Kain sonrió, una sonrisa cargada de recuerdos y nostalgia.

—Lo encontré hace años —dijo, su voz suave y llena de emoción—. Aquí podemos estar tranquilos, aunque sea por un momento.

Luca se acercó a Kain y lo abrazó, sus cuerpos encajando perfectamente. Se miraron a los ojos, y Luca no pudo evitar besarle, un beso lleno de ternura y deseo.

—Me encantaría volver a la cabaña contigo, Kain —susurró Luca contra sus labios.

Kain acarició el rostro de Luca, sus dedos trazando suavemente la línea de su mandíbula.

—Yo también quiero, pero eso será un poco más complicado. Nos arriesgamos yendo aquella vez, y no sabes ahora qué pueda pasar.

Luca asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Sin embargo, sus ojos reflejaban un deseo profundo, uno que no podía ignorar.

—Tienes razón, pero yo deseo tanto... —hizo una pausa, avergonzado, mientras sus mejillas se ruborizaban.

Kain, intrigado por la confesión de Luca, lo miró con intensidad.

—¿Qué quieres, Luca?

El chico, con las mejillas enrojecidas y el corazón latiendo con fuerza, tomó aire y dijo:

—Kain, yo quiero que hagamos el amor.

Kain tragó saliva, sorprendido por la propuesta de Luca. Hasta ahora, su relación se había limitado a besos, caricias y muestras de afecto. La declaración de Luca lo tomó por sorpresa, pero también encendió un fuego en su interior que no podía ignorar.

—Luca... —comenzó Kain, sus palabras cargadas de emoción.

Luca lo miró con determinación, sus ojos reflejando un amor y un deseo profundos.

—Kain, te amo. Y quiero que nuestra primera vez sea aquí, en este lugar tan especial. Quiero que sea un momento que recordemos para siempre.

Kain sintió una oleada de amor y deseo recorrer su cuerpo. Tomó el rostro de Luca entre sus manos y lo besó profundamente, sus labios comunicando todo lo que las palabras no podían expresar. El mundo a su alrededor desapareció, dejando solo a ellos dos, unidos en ese momento íntimo.

La noche había caído suavemente sobre el jardín, y el aire fresco estaba impregnado del olor a hierba recién cortada. Las estrellas titilaban en el cielo despejado, y el suave murmullo de un pequeño lago cercano acompañaba el ambiente, creando un escenario íntimo y casi irreal. Solo estaban ellos dos, Kain y Luca, rodeados de naturaleza, lejos de cualquier distracción o interrupción.

Kain estaba de pie al borde del lago, con el agua reflejando las estrellas a sus pies. El nerviosismo lo recorría de pies a cabeza, y la propuesta de Luca resonaba en su mente una y otra vez, haciéndolo sentir inquieto. Cuando Luca se acercó, sus miradas se encontraron, y sin pensarlo demasiado, Kain lo atrajo hacia sí, sus labios buscando los de Luca en un beso desesperado.

Sin embargo, en su agitación, mordió los labios de su novio con más fuerza de la que pretendía, lo que hizo que Luca retrocediera ligeramente, sorprendido, mientras una pequeña risa escapaba de su garganta.

—Ah— soltó, llevándose una mano a los labios enrojecidos. El dolor era evidente, pero lo cómico de la situación era imposible de ignorar. —Mi amor, estás demasiado tenso— comentó Luca, aún sonriendo mientras acariciaba suavemente sus labios, tratando de aliviar el escozor.

Kain se sonrojó al instante, sus manos temblando levemente. —Lo siento, Luca... —murmuró, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. —Es solo que... también es mi primera vez. No sé cómo actuar.

La brisa nocturna acariciaba suavemente el rostro de Luca mientras lo miraba con ternura, con esa mirada profunda que siempre lograba calmar a Kain. Con un gesto lleno de cariño, Luca alzó su mano y la deslizó por la mejilla de Kain, obligándolo a mirarlo directamente a los ojos.

—No tienes que hacerlo perfecto— susurró Luca, su voz tan suave como el viento que pasaba entre los árboles. —Lo único que importa es que lo hagamos juntos.

Kain respiró hondo, tratando de calmarse. A su alrededor, todo parecía volverse más tranquilo; el suave chapoteo del lago y el canto de los grillos en la distancia parecían acompañar el latido de su corazón. Con manos aún temblorosas, comenzó a quitarse la chaqueta, dejándola caer sobre la suave hierba bajo sus pies. Luego, desabrochó lentamente su camisa, dejando que la brisa nocturna acariciara su piel desnuda cuando finalmente la dejó a un lado.

Luca lo observaba en silencio, con una paciencia y calidez que hacían que el nerviosismo de Kain se fuera disipando poco a poco. Sus ojos recorrieron con calma cada detalle de su cuerpo, pero no había juicio ni prisa en su mirada, solo una profunda admiración y cariño.

—Tómate tu tiempo— dijo Luca con suavidad, dando un paso más cerca, hasta que sus cuerpos estuvieron a punto de tocarse. —Estoy aquí contigo, Kain. Solo nosotros, bajo las estrellas.

El lago brillaba detrás de ellos, y las estrellas parecían aún más cercanas. Rodeados de ese entorno sereno y con la promesa de la intimidad compartida entre ellos, Kain comenzó a relajarse. Sabía que, con Luca a su lado, no había razón para tener miedo.

El jardín seguía envuelto en un silencio sereno, con el lago como telón de fondo y las estrellas brillando arriba, pero entre ellos dos, la tensión y la vulnerabilidad eran palpables. Luca también sentía el peso de la incertidumbre, pero su deseo de ayudar a Kain a relajarse era más fuerte que cualquier nerviosismo. Él sabía que ambos estaban entrando en un terreno nuevo, uno donde no había experiencia previa que los guiara. Sin embargo, lo que los sostenía era su conexión mutua, esa sensación de confianza y cuidado que compartían.

Mientras Kain lo miraba con esos ojos oscuros llenos de ansiedad y nerviosismo, Luca tomó una decisión silenciosa. Se desabotonó lentamente la camisa, sus dedos deslizándose con firmeza pero sin apuro, dejando que cada prenda cayera al suelo con suavidad. A medida que la brisa nocturna tocaba su piel desnuda, lo único que importaba era la presencia de Kain frente a él.

Sus ojos permanecieron fijos en los de su novio mientras bajaba sus manos hacia el cierre de su pantalón, deshaciéndose de él con movimientos lentos, casi deliberados. A pesar de sus propios nervios, Luca quería mostrarle a Kain que no había prisa, que lo que estaban haciendo no debía estar marcado por el temor o la inseguridad, sino por la conexión entre ambos.

Cuando quedó completamente expuesto ante él, su respiración se aceleró un poco, pero se mantuvo firme. No había palabras entre ellos, solo una comunicación silenciosa que hablaba de comprensión y apoyo mutuo. Kain lo miraba, tragando con dificultad, sus ojos recorriendo el cuerpo de Luca con una mezcla de admiración y timidez. Y aunque aún sentía el peso del nerviosismo, el ver la vulnerabilidad de su novio le dio el valor que necesitaba.

Con un movimiento decidido, Kain comenzó a imitar a Luca. Se quitó los pantalones con la misma lentitud, dejando que sus acciones siguieran el ritmo que su novio había marcado. La brisa fría acariciaba sus cuerpos, pero el calor que se generaba entre ellos era suficiente para mantenerlos conectados.

Una vez que ambos estuvieron despojados de todo, Kain dio un paso hacia adelante, sus manos temblorosas pero seguras, agarrando suavemente las caderas de Luca. Esta vez, no había prisa ni desespero en sus movimientos. Se inclinó lentamente hacia él, acercando sus labios a los de Luca, pero en lugar de repetir el beso agitado de antes, esta vez lo besó con una suavidad.