Un CEO Para La Villana

ALEXANDRO MORETTI:

El chofer me deja frente a la mansión de mi familia y me bajo ajustando mi perfecto traje a la medida.

—Mio figlio, me alegra que estés en casa.

(Mi hijo)

La voz de mi adorada madre llega a mis oídos y me giro para mirarla con una sonrisa deslumbrante.

—bella madre, me alegra volver a verte ¿Cómo estás?

—Estoy muy bien ¿Y tú?

Dice mientras me brinda ese abrazo maternal que tanto me gusta.

—Estoy bien madre ¿Ya están todos?

Le pregunto dejando un beso en su frente y ella asiente con una sonrisa brillante.

—¿Mi padre?

—Está con el resto de la familia.

Dice y yo asiento caminando hacia la enorme mansión.

Al entrar mi padre me recibe muy emocionado y con esa sonrisa que siempre lo caracteriza.

—Alexandro, me alegra volver a verte mi muchacho.

—Yo también papá.

Ambos nos damos un corto abrazo y luego procedo a saludar al resto de la familia que a decir verdad son todos una serpiente con ganas de quedarse con el imperio de mis padres.

—Alexandro sobrino ¿cómo estás?

Me saluda el hermano de mi padre con una sonrisa más falsa que los plásticos de mi ex.

—Muy bien tío.

Le sonrío con la misma hipocresía y observo como David camina hacia mí con una sonrisa de burla.

—Primo, que gusto me da volver a verte.

Sonríe con cierta burla y yo solo tuerzo los labios.

—Lástima que no puedo decir lo mismo.

Murmuro y mi primo se ríe.

—Hay vamos, no puedo creer que aún me sigas guardando rencor por cogerme a Laura, solo fue un rato, nada personal... Podías seguir con ella.

Entrecierro los ojos y lo miro con ganas de golpear ese horrible rostro burlón.

—Ya han pasado más de cinco años... ¿Por qué será que no dejas de mencionarla?

Hablo para luego marcharme e ir junto a mis padres.

—Si no hubiese sido hijo único, estaría haciendo mi vida tranquila en una montaña lejos de todas las víboras.

Me quejo con mi madre y ella solo se ríe mirándome con cariño.

—Te críe para acabar con las víboras, no para que te quejaras.

Me guiña un ojo y yo hago un puchero haciendo que ella golpee levemente mis hombros.

Tiempo más tarde estamos todos en la mesa degustando una rica pasta.

—Por cierto David.

Interrumpe mi padre mientras toma una copa de vino blanco.

—Si, tio?

Responde este dirigiendo su mirada a mi padre.

—Escuché que estás comprometido ¿Cuándo la vas a presentar a la familia?

David sonríe y me mira de reojo para luego hablar.

—Lo haré muy pronto, de hecho Alexandro la conoce muy bien.

Todos los pares de ojos se dirigen a mi persona y yo miro a mi primo sin entenderlo.

—Es tu secretaria primo, Emma Miller.

Trago grueso y aprieta mis puños con fuerza mientras tengo ganas de matar a esa zorra.

EMMA:

Un día nuevo en este cuerpo y observo el bello amanecer a través de la ventana de esta habitación.

—Hoy es un nuevo día Emma, es hora de comenzar con esta nueva vida

Me digo a mi misma mientras me entro al baño para darme una rica y relajante ducha.

Los minutos pasan y yo salgo de mi relajante ducha para buscar que ropa ponerme.

Tardo varios minutos indecisa que ponerme y al final opto por una rara falda de color negro y una extraña blusa de color azul.

Al terminar me miro al espejo y me veo linda, dejo mi cabello suelto y uso mucha tinta roja para mis labios dejándolos muy hermosos y apetecibles.

—Ahora si estoy bella.

Murmuro para luego mirar la hora en el pequeño aparato y marca las ocho.

—Mmm, creo que llego tarde.

—Señorita Emma, es tarde para ir a su trabajo.

Entra Gladis a mi habitación y yo le sonrío de manera amable.

—Eso parece... ¿Podrías pedirme un vehículo para irme?

—¿No irá en su auto?

Yo niego y ella me mira algo rara.

—De acuerdo, ya le pido un taxi.

Minutos más tarde estoy en el taxi rumbo a mi trabajo... ¿Cómo se sentirá trabajar por primera vez?

Me pregunto mientras observo los edificios de la ciudad con asombro y sorpresa sé ver tanta belleza.

El auto se detiene frente a un lujoso edificio y el chofer me mira, yo le tiendo un billete que dice cien y este procede a devolverme el cual yo lo guardo sin mirar si está bien o mal.

—Señorita ¿No piensa bajar?

El chofer me dice y yo le sonrío de medio lado.

—¿Acaso no piensas abrirme la puerta?

Le pregunto, él me mira raro y luego sonríe para luego bajarse y abrirme la puerta.

—Que tenga un buen día señorita.

—Gracias.

Murmuro mientras camino con gracia y elegancia hacia el edificio tan hermoso.

Al entrar observo de manera disimulada lo hermoso que es.

Con los recuerdos de este cuerpo camino en medio del lugar moviendo mis caderas delicadamente hasta llegar al lugar donde está la caja.

Presiono un botón y las puertas se abren dejándome emocionada de lo fácil que esto funciona.

Entro en la caja y preciono el último botón, este se cierra y me mareo al sentir cuando se mueve, siento como si mi cuerpo se desprendiera y todo me da vueltas hasta el punto de sentir náuseas.

Cuándo las puertas se abren salgo de inmediato jurando no volver a entrar en esa cosa.

—Señorita Miller.

Escucho una voz y giro mi rostro a la derecha observando a una bella mujer de cabello castaño.

—¿Habla conmigo?

Le pregunto y ella asiente.

—El señor la espera en su oficina.

Dice y yo asiento mientras camino por el pasillo hasta detenerme frente a una imponente puerta de madera que dice “Jefe Moretti ”

Respiro profundo y toco la puerta escuchando un pase.

Abro la puerta y entro observando la hermosa oficina.

—¿Quería verme señor Moretti?

pregunto y el hermoso hombre levanta la mirada y quedo impactada con su belleza, es muy diferente verlo en los recuerdos de este cuerpo que verlo personalmente.

—Acercarse señorita Miller o ¿Acaso tiene miedo?

Su voz ronca y profunda manda corriente eléctrica a toda parte de mi cuerpo haciendo que mi rostro se vuelva rojo cuándo recuerdos de este cuerpo llega a mi cabeza.