Los Cables De Tu Corazón.

Edwy me observó y luego dirigió su vista hacia mis labios. Deslicé mi mano sobre su cuello y él me tomó de la cintura con suavidad y lentitud, se inclinó para besarme, pero de inmediato volteé mi rostro y llevé mi mano golpeando mi rostro.

—¿Qué? ¿Qué estoy haciendo? —Empujé mi cuerpo contra la pared, esa reacción mía hizo que Edwy se parara de la cama asustado e intentando entender lo que hacía.

Levanté mi mano deteniendo sus pasos y luego abracé mis pechos incómodo. Miré la iluminación que entró por la ventana gracias a un relámpago y me acerqué a mirar el cielo. Cómo me gustaría estar más cerca del cielo en ese balcón. La lluvia se sentiría hermoso en el rostro, el frío acogedor y las hojas arrastradas por el viento hasta mis pies harían crujidos melodiosos.

—¿Hans? —dijo Edwy acercándose detrás de mí.

—Estoy bien, solo... —Apoyé mi mano sobre el picaporte de la puerta e intenté abrirla otra vez.

—Vamos a dormir cariño.

—Sí. —Lo miré y luego caminé hasta la cama para acostarme, él hizo lo mismo y me tomó de la mano. Ignoré esa acción y cerré mis ojos reacio tomando la delantera para dormirme.

Por la madrugada me levanté y me quedé mirando hacia el techo, Edwy dormía a mi lado como un bebé. Aún la luz no volvía y la lluvia no cesaba. Me había dado mucha sed entonces me levanté, tomé el candelabro e iluminaba mi camino hacia el pasillo. Pasé por la puerta del baño de los invitados y esta se abrió rechinando como el aullido de una hiena. Volteé el candelabro hacia esa dirección y una figura alta apreció con la luz de las velas. Aunque no emití ni un sonido sentí a mi corazón detenerse por unos segundos y mi aliento parar con un último suspiro.

Que alivio, pensé relajando mi cuerpo que estaba tenso. Gale era el hombre que salía del baño en tanta oscuridad.

—Oye... —Miré hacia todos lados y bajé la voz susurrándole—: debes irte de aquí. Hay cosas en las que no deberías involucrarte y esta familia no es la excepción. —Terminé de decir eso y él tenía una expresión confusa hundiendo sus cejas.

—Om... —balbuceó sin decir ni una palabra y detrás de él salió Dave sonriendo.

—¿Qué pasó primo? ¿Te perdiste? —preguntó él apoyando su mano en la cintura de Gale.

Negué con la cabeza y me alejé de ellos por el pasillo hacia la cocina. Realmente ese chico habla poco. A donde fuese no había ni un empleado, seguro que dormían. Apoyé el candelabro sobre la mesa y agarré un vaso de vidrio para servirme agua del grifo, pero esta salía verde. Me dio un poco de asco así que volqué e intenté volver a servir, pero seguía saliendo del mismo color. Dejé el vaso vacío sobre la mesa, tomé el candelabro y alumbré las botellas de vidrio con agua que teníamos sobre la mesada. Agarré una y vertí sobre mi vaso, pero al servirlo se tornó verde, el mismo color del agua del grifo. Tenía tanta sed y esto es lo que me sucedía.

—¿Por qué se lo dijiste? ¡Tú me mataste! —gritó alguien a mis espaldas y al volverme con la vela era mi empleado muerto.

Retrocedí con mucho miedo y golpeé mí brazo haciendo que la vela cayera sobre mis pies y quemará mis pantalones. Toda mí ropa empezó a incendiarse mientras gritaba pidiendo ayuda el empleado se me abalanzó y me agarró del cuello mientras reía.

—Ahora tú mereces morir y no volver a revivir.