Cuando el demonio egocéntrico Dashiell termina atrapado en el mundo humano, conoce a Brooke, una estudiante de arte que oculta sus propios secretos. Transformado en un husky que ella rescata, se convertirá en su inesperado protector. Pero, con Noche Buena acercándose y donde la luna se convertirá en carmesí, Dashiell deberá decidir si volver a su mundo o quedarse junto a la humana que ha empezado a significarlo todo.
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FORMAS DE SONREIR (parte 1)
El semestre estaba a punto de terminar a la vuelta de la esquina, justo a una semana antes de Navidad, y mientras organizaba mentalmente todas las tareas que aún tenía pendientes, no podía evitar ilusionarme con la idea de que mamá despertara para entonces. Sería un milagro, pero imaginarla sonriendo como antes, decorando la casa juntas, era suficiente para mantenerme motivada. Quizá, si todo salía bien, podríamos volver a tener una Nochebuena como las de antes, aunque esta vez papá no estaría... pero tendríamos a Sky con nosotras, un integrante más a la familia.
La idea de incluirlo me sacó una pequeña sonrisa. Lo podía imaginar emocionado, moviendo su cola sin parar al ver el banquete navideño. De seguro devoraría su comida en un abrir y cerrar de ojos, para luego intentar robarse algo del pavo o los postres. Era gracioso pensar que, en tan poco tiempo, Sky había llenado un espacio en mi vida que ni siquiera sabía que existía. Pero no era momento de distraerme; si quería disfrutar de esa Navidad, primero tenía que salvar el semestre, y eso significaba trabajar más duro que nunca.
Estaba perdida en estos pensamientos cuando de pronto alguien apareció detrás de mí, colocándome las manos sobre los hombros. Solté un pequeño grito de sorpresa, pero antes de que pudiera reaccionar del todo, escuché su risa conocida.
—¡Siempre tan distraída, Brooke! —dijo Shannon, rodeándome con un abrazo cálido.
Shannon era como un torbellino de energía, siempre brillante y llena de vida, algo completamente opuesto a mí. Era alta, de cabello lacio y largo teñido de un tono rosa pastel que siempre destacaba donde fuera. Llevaba un cerquillo que le daba un aire juvenil, y aunque varias veces me había insistido en teñirme el cabello como ella, siempre respetó mi decisión de mantener mi color natural. Teníamos algo en común: el cerquillo. Lo veía como un símbolo de nuestra amistad; ella misma se encargaba de recortarlo para que ambas lo lleváramos igual.
Sus ojos, de un azul oscuro, brillaban con entusiasmo mientras me miraba. Shannon era una chica popular, extrovertida y radiante, el tipo de persona que atraía todas las miradas en cualquier lugar. Había hecho modelaje para marcas importantes y siempre tenía invitaciones a eventos exclusivos. Sin embargo, a pesar de su vida tan ocupada y su círculo de amistades lleno de gente famosa o influyente, siempre encontraba tiempo para mí. Compartíamos algo especial: ambas estudiábamos Artes Visuales en la Universidad, aunque yo me enfocaba en mi trabajo y evitaba destacar demasiado. Shannon, en cambio, era todo lo contrario; ella brillaba en cualquier espacio que ocupaba.
—¡Cayó la primera nevada! —exclamó con una sonrisa amplia, soltándome y girando sobre sí misma como si estuviera bailando. —Eso significa que Nochebuena está cerca. ¿No te emociona?
—Un poco… —respondí en voz baja, evitando mirarla directamente.
Ella rió, como siempre hacía cuando le respondía con mi típico tono reservado, y se inclinó un poco hacia mí para atraparme con su mirada.
—Brooke, tienes que emocionarte más. Será Navidad dentro de poco, y este año será especial, lo presiento.
No supe qué responder, así que solo asentí mientras ella seguía hablando de todos los planes que tenía para las fiestas. Era imposible no contagiarse al menos un poco de su entusiasmo, aunque mi mente seguía regresando a Sky y mamá.
Shannon se quedó conmigo un rato más, hablando de sus últimos proyectos y de una sesión de modelaje que tenía programada pronto antes de que el profesor llegara. Como siempre, su energía era contagiosa, y aunque a veces sentía que éramos de mundos completamente distintos, sabía que podía contar con ella para todo.
Es increíble lo rápido que estaba pasando el tiempo, en lo mucho que había cambiado mi vida desde que Sky apareció. Aunque no lo admitiría en voz alta, la idea de pasar esa Navidad con él me hacía sentir un poco menos sola. Y, quizá, solo quizá, todo terminaría saliendo bien este año.
Cuando las clases terminaron, lo único que pasaba por mi mente era regresar a casa lo más rápido posible para ver a Sky. Apenas había terminado de recoger mis cosas cuando Shannon, como siempre, se me acercó para proponer algún plan.
—Brooke, ¿quieres ir a comer algo? Conozco un lugar nuevo que seguro te va a encantar…
Normalmente, habría accedido, pero esta vez algo en mí decidió no quedarse. Casi sin pensar, respondí:
—Lo siento. Mañana hablamos, ¿sí? —y salí del salón apresurada.
Shannon se quedó inmóvil, con la palabra en la boca, algo que rara vez le pasaba. Mientras me alejaba, podía sentir su mirada desconcertada.
«¿Qué acaba de pasar?», pensó Shannon para sí misma, todavía con las cejas levantadas. «¿Acaso está...? ¡No puede ser! ¿Estás saliendo con alguien?».
La idea la emocionó más de lo esperado. Desde hace tiempo deseaba que yo tuviera algo más de vida social, y la posibilidad de que estuviera viendo a alguien en secreto le pareció fascinante.
—¡Por fin, Brooke! ¡Por fin estás cambiando! Pero no me lo dirás, así como así, ¿verdad? —se cruzó de brazos, haciendo una nota mental de interrogarme mañana.
Mientras tanto, yo ya estaba en el autobús camino a casa. Había pasado rápidamente por el supermercado, pensando en preparar un almuerzo especial: filete. Quería disfrutarlo con Sky y, después, salir juntos a caminar mientras veíamos caer la nieve por los parques. Incluso me emocionaba la idea de jugar un poco al aire libre, aunque solo fuera por unos minutos.
Mientras imaginaba la escena, no pude evitar pensar en algo más: la posibilidad de comprarle ropa de invierno. ¡Lo olvidé por completo! Sería adorable verlo con su ropita abrigada; quizá un suéter con orejas de reno. La simple idea me sacó una sonrisa, y casi sin darme cuenta, ya estaba llegando a casa.
Sin embargo, los planes no salieron como esperaba.
Tras comer juntos, Sky devoró su porción de filete con entusiasmo, intenté animarlo a salir. Le mostré su correa, llamándolo con una voz suave y alegre, pero en lugar de emocionarse, como normalmente lo hacía, Sky me miró un instante antes de huir hacia mi habitación al ver la nieve cayendo en el patio. Lo siguiente fue... peculiar, incluso para él.
Se metió debajo de mi cama y se negó rotundamente a salir. Lo llamé varias veces, ofreciéndole golosinas y hasta su juguete favorito, pero no hubo manera de convencerlo. Su negativa fue tan firme que, al final, me rendí.
Suspiré, recogí la correa y me senté en la cama, resignada. Fue entonces cuando cometí el error. Pensé que tal vez podíamos pasar un rato juntos de otra manera, así que abrí mi laptop y busqué algo que pudiéramos ver. Escogí una novela coreana que había estado viendo en mi tiempo libre, una de esas historias dulces y llenas de drama.
Sky salió de debajo de la cama lentamente, como si estuviera evaluando la situación, y se sentó a mi lado. Su mirada se fijó en la pantalla casi al instante, y lo siguiente que pasó fue... extraño. Al principio pensé que estaba aburrido, pero no; estaba absorto. Sus ojos, de ese tono celeste azulado tan hipnotizante, no se apartaban de la pantalla.
Pasamos horas viendo la novela juntos, y aunque fue un momento divertido, algo me dice que no debí hacerlo. Desde ese día, Sky comenzó a mostrar un interés inusual por mi laptop. Cada vez que me veía con ella, se sentaba frente a la pantalla, mirándola con intensidad, como si esperara que pusiera otra novela o mejor dicho exigiendo que pusiera alguna.
No sé qué fue lo que tanto le gustó, pero creo que ahora tendré que vigilar cuánto tiempo pasa viendo historias románticas en internet...