Sofia acaba de divorciarse luego de un matrimonio tranquilo en el que la falta de comunicación entres ella y su exesposo Erik los llevo al divorcio. En esta etapa de su vida ella decide renacer y hacer todas esas cosas que nunca hizo por lo que primero empieza con un nuevo trabajo.
Alessandro es el nuevo jefe de Sofia, el ayuda a la mujer a mejorar cada día mientras que poco a poco se va acercando a ella con el fin de no dejarla jamás.
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capitulo 4
Terminamos de almorzar mientras me indica mi trabajo. Prácticamente soy un comodín. Mi trabajo consiste en, desde luego, ordenar los benditos papeles, atender nuevos clientes para registrarlos y luego de que probo mi comida soy la nueva cocinera. Me dejo muy en claro que el solo quema la comida.
Por la tarde se unen al equipo un médico nutricionista, fisioterapeuta y preparador físico. Me dejo sorprendida cuando me dijo que él es médico y que tiene un doctorado en psicología. El gimnasio, además de aportar entrenamiento a profesionales, también tiene becas para niños en situación carente con un alto potencial para los deportes.
Las mujeres también son bien recibidas, pero tienen un horario diferente a los hombres y solo tres días a la semana. En el momento en que las mujeres hacen su aparición, la hermana de Alessandro se hace cargo del gimnasio. Ella también imparte clases de yoga y pilates.
Me gusta el trabajo que me esta asignando, parece que todo está bien organizado y cuando hablamos de mi paga, si no fuera porque estoy sentada, ya estaría rebotando sobre mis posaderas.
—¿Alguna duda? —pregunta cuando ya terminamos de ponernos al día con respecto a mi trabajo.
—Creo que no, de todos modos, no dudare en preguntar —respondo con una sonrisa.
Aprieta la mandíbula y desvía la mirada. Es un completo gruñón y ya voy notando que hay cosas que no le gustan de mí.
Lo peor de todo es que a veces soy tan yegua que capas y que le hago todo lo que sé que le molesta solo para hacerlo enfadar. Sonrío para mis adentros y me dispongo a ir nuevamente a los confines de ese infierno de oficina.
—Sofia... —me detiene antes de que salga.
—¿Sí? —me detengo y volteo para mirarlo.
—Tu horario termina a las cuatro de la tarde —anuncia y veo que solo me queda una hora más de trabajo.
Le dedico una última sonrisa antes de salir, el me devuelve su mueca que ya comienzo a ver como familiar y vuelvo a los confines pequeños de ese infierno de oficina para lograr organizar un poco más de esos dichosos papeles. Mientras más rápido termine con ellas, más rápido estaré haciendo otra cosa.
A la hora indicada, soy feliz de poder abandonar ese recinto del demonio y poner rumbo a mi casa. Camino por el pasillo nuevamente y cuando llego a la puerta de la oficina de mi nuevo jefe, esta está abierta y cuando me asomo me encuentro con su mirada.
—Hasta mañana —digo, el me mira serio.
—Hasta mañana, espero volver a ver ese baile raro tuyo —dice y creo que mi piel se vuelve del mismo color que mi cabello. Rojo carmesí.
No digo nada y marcho apresuradamente, como si de pronto algo me estuviera pellizcando el trasero. Su risa me llega antes de salir del complejo.
Tan rápido llego a mi casa y vuelvo a respirar. Me miro al espejo y noto que mi cara todavía está roja, solo me queda romper a carcajadas por las boludeces que cometí en mi primer día.
Dejo mi bolso sobre la mesa de la entrada de mi casa y saco mi celular. Ahora me percato que en todo el día no lo he visto. No es raro en mí, pero supongo que todos estarán ansiosos por conocer mis avances con mi nuevo trabajo.
Les respondo a mis hijos y paso de largo el mensaje de mi ex, no quiero verlo hasta que hable con mi amiga. Siento que me tendió una trampa con respecto a su primo. Me siento en una silla de la sala mientras espero a que Paola conteste mi llamada.
—¡Hola gorda! —su voz chillona llena el ambiente silencioso de mi casa al responder.
—¡Hola yegua! Recién llego a casa —respondo, terminando de sacar mis zapatillas.
—¿Como te fue con don gruñón? —pregunta y noto la risa en su voz.
—Debe ser primo hermano de Shrek, se la pasa bufando y gruñendo, pero no me pareció mal tipo —admito.
—Hay este Ale, solo necesita que le des una buena mama...
—Deja de ser tan pervertida —corto su frase antes de que la termine.
—Si, aceté la santa que seguro ya te imaginaste de rodillas debajo de su escritorio —de solo escucharla ya siento mis mejillas arder.
Menos mal que es una llamada común y no una video llamada, de lo contrario ya estaría suponiendo que lo que dice es verdad al verme tan avergonzada.
No es que lo haya pensado, pero ella pone esas imágenes en mi cabeza y bueno uno es humano no una roca.
—Deja de suponer cosas que no son —respondo.
—Deberías pervertirte un poco así te diviertes un poco más, eso le falto a tu matrimonio querida y siento decírtelo de esta forma.
—Ya sé, pero lo que más nos falló a mí y a Erik fue la falta de comunicación —suspiro ya cansada de este tema—. Ahora volviendo al bombonaso de tu primo, ¿Porque lo tenían tan escondido?
—Así que... bombonaso ¿Eh? —no puedo creer que me responda eso, esta mujer realmente sabe cómo hacerme pasar un momento de risa.
Una hora más tarde, desparramada en medio de la sala termino la llamada con mi amiga. Me duele la cara de tanto reírme de sus ocurrencias.
Dejo mi celular sobre la mesada de la cocina y me dirijo a mi habitación, tanta charla y hasta me ha dado calor.
Luego de una buena ducha reparadora vuelvo a mi cocina y me preparo algo para cenar. Mañana tengo mi cita con el nutricionista luego del trabajo y espero poder comenzar con una rutina acorde a mi estado. Nunca había hecho ningún tipo de actividad física, la escuela no cuenta. Estoy emocionada con todo lo que se avecina para mí.
Mi teléfono suena desde algún lugar de la casa y lo busco para encontrarlo sobre la mesa, donde lo había dejado antes.
Al llegar a él se corta la llamada y cuando lo desbloqueo veo que son varias llamadas y nada más y nada menos que de Erik, mi ex. Miro por un momento la pantalla tratando de decidir qué hacer y cuando estoy por dejarlo vuelve a sonar. Decido responder y ver que necesita con suma urgencia.
—¿Sí?
—¡Sofia! —su tono es amistoso.
—¿Que necesitas? —pregunto inmediatamente, mientras más rápido mejor.
—Me entere que comenzaste a trabajar —dice, noto su curiosidad genuina en la voz y yo actuó como si me estuviera rodeando. Soy una lunática.
—Si, necesito reconectar conmigo misma —regreso a la cocina.
Nuestro divorcio fue un acuerdo en común y no quiero actuar como si nunca hubiera habido un nosotros entre nosotros, después de todo tenemos hijos juntos y siempre vamos a estarán la vida del otro.
—Es bueno para ti, te quería felicitar —dice, puedo adivinar que está trabajando todavía.
—Gracias... ¿Tu... como estas? —miro dentro de mi heladera para buscar mi botella de agua y servirme un vaso.
—Bien, acostumbrándome al departamento, ya acomodé toda mi colección de latas, esa que tanto odiabas —me rio al escucharlo.
—¿Como lo sabias? —digo riendo todavía.
—Fuiste mi mujer y aunque hablábamos poco sé que te gusta y que no y una de las cosas que nunca te gustaron fueron mis latas —responde y yo suspiro.
—Tienes razón, odio esas cosas —ambos reímos y caemos en el silencio.
—Bueno, creo que te dejare descansar, supongo que mañana es otro día —dice.
—Claro, descansa tú también —se corta la llamada luego de esa rara despedida y termino de tomar mi agua.
Sin saber muy bien que hacer, me dirijo a mi sala con mi celular. Lo miro como esperando que de él salga algún tipo de respuesta. Decido hacer la cosa más tonta del mundo, preguntarle a Google que hacer.
Como de todas las opciones que tengo ninguna es para hacer en casa, decido comenzar una rigurosa exploración por Netflix y ver algunas de esas series coreanas de la que todo el mundo habla. Comiendo con la que me ha llamado la atención y enseguida estoy tan enganchada que no me doy cuenta de la hora hasta que es pasada la medianoche.
Carancho, necesito ir a dormir.
Un ratito más, seguro que no pasa nada, solo falta diez minutos para que termine el capítulo y luego a dormir.
Dos capítulos más tardes y estoy más ansiosa que con ganas de dormir.
Siento que cometo traición en irme a dormir ahora, pero si no lo hago mañana pareceré una muerte viviente de verdad y no solo hare ese baile ridículo, sino que interpretare el papel completo.
Corro escalera arriba y conecto mi celular al cargador, programo la alarma y me acuesto a dormir. Pienso un rato en los personajes de la historia que estaba viendo y pronto el sueño me vence.
Bendito Dios regreso tu inspiración y t reseteaste después con esos días d bloqueos q tuviste felicidades